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Cinco preguntas y respuestas sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China
Las noticias económicas negativas se acumulan este mes de agosto. Las consecuencias de la guerra comercial y de divisas entre Estados Unidos y China ya se han filtrado en la economía alemana, y de ahí a la española, advierten los economistas. De los “vientos de cola” de los que hablaba Luis de Guindos para animar la salida española de la crisis económica –el petroleo barato, el turismo pujante por cuestiones geoestratégicas y los bajos tipos de interés– solo se mantienen estos últimos, ante el temor de los Bancos Centrales de avivar aún más la posibilidad de recesión. Siguiendo con las metáforas de aviación, los estímulos internacionales actuales más bien pueden definirse como vientos en contra.
El factor más señalado por su efecto perverso para la economía mundial es la escalada de tensiones comerciales entre EEUU y China. El conflicto verbal y de medidas proteccionistas entre los dos gigantes durante los últimos meses parece haberse frenado para salvar la campaña de navidad americana, muy dependiente de las importaciones de productos chinos.
Dicha tregua se ha visto empañada, en términos de confianza de los inversores, por la constatación este miércoles de que, por primera vez desde 2007, la rentabilidad del bono a diez años estadounidense es menor que la del bono a dos años. Este detalle, conocido como “curva de tipos invertida” ha servido hasta ahora en los mercados como un aviso de que se avecina una recesión. Las bolsas estadounidenses han reaccionado cerrando con caídas del 3%, en una muestra de pánico, según los analistas. También la bolsa española se ha descalabrado casi un 2% y ha cerrado en su mínimo anual por el riesgo en los mercados.
El premio nobel de Economía Paul Krugman explicaba en un tuit que “los rendimientos de los bonos a largo plazo, no los precios de las acciones, son el mejor indicador de confianza en el futuro crecimiento económico. Realmente están en caída libre desde finales del año pasado”.
La imposición de aranceles del 10% sobre importaciones chinas valoradas en 300.000 millones de dólares se espera a partir de diciembre. También sigue pendiente de concretarse la amenaza de una carga del 25% a las importaciones de vehículos europeos a EEUU. Un producto fuertemente conectado con la economía española. La industria española de componentes para automoción facturó 37.170 millones en 2018 y creó más de 5.000 nuevos puestos de trabajo hasta alcanzar 230.100 empleos directos y 372.800 empleos directos e indirectos, según datos del sector.
La situación ha coincidido en el tiempo con una posible salida abrupta del Reino Unido de la Unión Europea el próximo 31 de octubre. Y con las protestas en Hong Kong y el supuesto envío de tropas chinas a la frontera, otro conflicto de consecuencias imprevisibles.
El miedo ya ha empezado a hacer efecto, tanto en las bolsas como en las decisiones de los inversores. La actividad de la llamada “locomotora de Europa” no solo se ha frenado, el PIB alemán se ha reducido en el segundo trimestre de 2019 un 0,1%. Peor ha sido el comportamiento de la economía británica, que ha caído un 0,2% en el mismo periodo. Alemania ha arrastrado todo el PIB de la eurozona a un crecimiento que se reduce a la mitad respecto al anterior trimestre y queda en el 0,2%.
Según la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, aunque España ha venido creciendo desde hace un año de forma “muy robusta”, hay elementos, como la situación de Alemania, que “pueden tener un impacto potencialmente negativo”. “Es importante que tengamos Gobierno”, ha subrayado Calviño, tras afirmar que “de momento” se mantiene la previsión de crecimiento del PIB del 2,2% para este año. De hecho, el gobierno prepara una revisión al alza de esta estimación.
Una visión que peca de optimista según otros economistas consultados por eldiario.es. Para Robert Tornabell, profesor de Banca y Finanzas Internacionales de ESADE, “vienen vientos de cabina” en España por su dependencia de Alemania. Habla de fabricantes que se están trasladando a países no señalados, de momento, por las medidas proteccionistas de Trump, como Marruecos y Vietnam.
Como incide Ángel Talavera, de Oxford Economics, “en el caso español, uno de los problemas es que casi la mitad de las exportaciones están concentradas en cinco países: Alemania, Francia, Italia, Portugal y Reino Unido, por lo que un parón de la economía europea tiene un impacto directo en las exportaciones”.
También cree que el impacto de las tensiones comerciales ya hace tiempo que se viene notando en la economía española. El crecimiento de las exportaciones de bienes cayó a la mitad en 2018 comparado con el año anterior y en lo que llevamos de año aún se ha desacelerado más. Las exportaciones de servicios presentan un patrón similar, aunque en el caso español están dominadas por los datos del sector turístico, que ha frenado por razones específicas, no necesariamente ligadas a la guerra comercial, recalca el economista.
Más allá de esta situación de dependencia, según la economista de la Universidad Libre de Bruselas Lidia Brun debe tenerse en cuenta que “la salida de la crisis ha sido en falso” y no se han abordado las vulnerabilidades macroeconómicas que llevaron a la misma. Cita un modelo de crecimiento no basado en la generación de ingresos productivos repartidos de manera equitativa, sino en burbujas especulativas, financiarización y aumento del valor de los activos. “Así que era cuestión de tiempo que estos parches monetarios que han sostenido el valor de los activos pero no han incentivado la inversión productiva, perdieran fuelle sin una movilización de recursos fuerte y decidida por parte del sector público”, sostiene.
Según el economista José Carlos Díez, el PIB español, por cuestiones técnicas, tarda en incorporar la desaceleración real que puede estar experiementando la economía española. De momento, el 0,5% de crecimiento registrado en España en el segundo trimestre explica el 25% del avance económico de la eurozona en el periodo. “Sin España la eurozona habría crecido el 0,1, no el 0,2%”, explica.
A su juicio debe observarse más bien la desaceleración que refleja la Encuesta de Población Activa (EPA). La del segundo trimestre muestra que tanto la creación de empleo como la disminución del paro se han moderado respecto a los dos años anteriores. Aunque la tasa de paro cayó al 14%, la más baja en una década, fue el peor dato de desempleo de un segundo trimestre de los últimos seis años.
Los consultados coinciden con Calviño en la necesidad de que cuanto antes se constituya un gobierno, entre otras cosas para poder liberar los recursos retenidos para las comunidades autónomas (4.700 millones por anticipos a cuenta, 2.500 millones por IVA atrasado). “Si tuviéramos un gobierno, comunidades y ayuntamientos tendrían más transferencias, habría más proyectos, contratos, subastas. El país está en stand by y aunque es de los pocos que crecen en la zona euro lo hace sobre una base poco firme”, afirma Tornabell.
La otra gran economía europea al borde de la recesión, junto a Alemania, es Reino Unido. Tras contraerse un 0,2% en el segundo trimestre, entraría técnicamente en ese estado si el PIB del tercer trimestre vuelve a ser negativo, un dato que se conocerá el 11 de noviembre. “Creo que va a haber un brexit sin acuerdo el 31 de octubre. La estrategia del primer ministro británico, Boris Johnson, es ir a elecciones y quitar votos al UKIP. Eso lleva a un choque frontal, con un impacto muy negativo para la economía”, vaticina Díez. Recuerda que esto tendrá también consecuencias para el mercado inmobiliario (los británicos son los extranjeros que más vivienda compran en España), y para el turismo, debido a la previsible depreciación de la libra.
La tesis del responsable de Economía de IU, Carlos Sánchez Mato, es que “pintan bastos y nos pilla sin mecanismos de defensa que en la anterior fase de la crisis teníamos. Mucho trabajo precario que no ha servido para recuperar de manera suficiente la rentabilidad de las empresas”. Y recalca que las familias están en una situación peor para afrontar un nuevo ciclo de recesión.
En este sentido, Lidia Brun añade que la pérdida de poder adquisitivo de los países de la periferia europea, “con la devaluación brutal que se ha impuesto, no se puede sustituir por una generación de crédito privado más barato indefinidamente”.
En todo caso, a juicio de Sánchez Mato, que varios trimestres seguidos de bajada del PIB sean la medición de una recesión “es de chiste” y cree que lo adecuado sería que se incorporaran magnitudes adicionales. “Para mí un país en el que en los últimos 5 años los alquileres han subido un 50% con la evolución de los salarios pues está en una crisis gravísima”, recalca. “Ojalá en esta ocasión esos estímulos no se queden en la órbita que en la fase anterior se han quedado: en la financiera y contribuyendo a una burbuja enorme que, inevitablemente, volverá a estallar”, concluye.
Por su parte, Lidia Brun opina que España debería aprovechar las últimas fases del ciclo alcista para sentar las bases para un crecimiento sólido, recuperando el poder adquisitivo de la mayoría y una inversión pública dirigida mejorar la productividad y diversificar la estructura productiva de la economía española. Para ello, añade, “haría falta un gobierno valiente con un buen plan”, idealmente acompañado por una mejora del diseño institucional de la unión económica y monetaria, “que impone esta camisa de fuerza de restricción presupuestaria a los gobiernos y aumenta la volatilidad y el riesgo financiero de la deuda pública”, considera.
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