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La historia de las crisis de inflación descarta la espiral de precios y salarios de la que advierten el BCE o los empresarios

Daniel Yebra

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El FMI (Fondo Monetario Internacional) ha estudiado las crisis de inflación similares a la actual desde 1960 y ha concluido que solo “una pequeña minoría fueron seguidas por una aceleración sostenida de los salarios y los precios”. Entre los casos analizados se encuentran los periodos de inflación que se iniciaron en 1989 y en el 2000 en España, el que sufrió Alemania tras la caída del Muro de Berlín o el que se dio en Estados Unidos en los 80 por la escasez de petróleo.

Al estudiar episodios de las últimas década con patrones de caída de los salarios reales, los economistas del organismo multilateral ven “que un incremento de los salarios nominales [en línea o por debajo de la inflación como está ocurriendo ahora en nuestro país y en la eurozona] no debe verse necesariamente como una señal de que se está afianzando una espiral de salarios y precios”.

En cambio, cada mes, en cada valoración de los datos de IPC (Índices de precios de consumo) desde que se exacerbó la crisis de inflación con la invasión rusa de Ucrania en febrero, la CEOE añade el siguiente aviso: “En este contexto, resulta especialmente relevante evitar un escenario en el que los aumentos de los precios y los salarios se retroalimenten entre sí, para no producir efectos de segunda ronda que nos lleven a una espiral inflacionista”.

La patronal tiene pocos argumentos objetivos para sostener esta advertencia: las empresas apenas están incrementando los salarios un 3% en promedio en lo que va de año, mientras las subidas de precios han acelerado a ritmos no sufridos desde la crisis del petróleo de los 70. De media, la inflación general cerrará 2022 por encima del 8%.

Es decir, la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores es histórica. Mientras, la economía (el PIB) crece y los beneficios empresariales aumentan, como refleja el siguiente gráfico de la OCDE respecto a lo primero, y como han demostrado también múltiples datos sobre la evolución de las ganancias de las compañías, respecto a lo segundo.

Sin embargo, la CEOE no está sola en su estrategia de atemorizar con la espiral de precios y salarios. Es también la principal justificación del Banco Central Europeo (BCE) para subir los tipos de interés oficiales, y así encarecer las hipotecas y el resto de préstamos para asfixiar la demanda y la capacidad de inversión y contratación de las empresas. Y también ha sido un miedo agitado por el Banco de España y por una parte del Gobierno.

Y si en el presente no hay evidencias para incidir en la amenaza de “los efectos de segunda ronda”, que implicarían bucles de aumentos de salarios, el FMI constata en un informe publicado recientemente que en el pasado tampoco es fácil encontrarlas.

“Una pregunta importante en la coyuntura actual es si las economías avanzadas están a punto de entrar en una espiral de precios y salarios. Arrojamos luz sobre esta pregunta enfocándonos en un subconjunto de episodios históricos que están alineados con la dinámica macroeconómica observada recientemente, y luego analizamos cómo procedieron a desarrollarse estos episodios”, arranca el texto del organismo internacional.

“Una característica notable del aumento más reciente de los precios de los salarios en algunas economías es que los salarios reales han disminuido mientras que los mercados laborales se han estrechado [ha disminuido el paro]”, continúan los economistas del FMI, quienes detallan: “Por lo tanto, identificamos un conjunto de episodios en los que al menos tres de los cuatro trimestres consecutivos a la fecha de inicio se caracterizan por una inflación interanual creciente, un crecimiento del salario nominal, una caída del salario real y desempleo plano o decreciente. Hay 22 episodios anteriores en nuestra base de datos que imitan este patrón”.

“En general, estos episodios similares [a la crisis actual] fueron seguidos por un mayor aumento en el crecimiento de los salarios que en el conjunto más amplio de episodios inflacionistas, pero el crecimiento de los sueldos finalmente se estabilizó. De hecho, el aumento de los salarios nominales después de dos años parece consistente en términos generales con la inflación y la dinámica de ajuste laboral”, explica el informe del FMI.

Según finaliza el documento del organismo, “todavía es demasiado pronto para decir si el futuro inmediato replicará estos patrones”. Sin embargo, “una conclusión importante del análisis histórico es que una aceleración de los salarios nominales no debe verse necesariamente como una señal de que se está afianzando una espiral de salarios y precios”, recalca.

Esta misma semana, Óscar Arce, director general de Economía del BCE, insistió en “el riesgo de incremento de la masa salarial”, para inmediatamente admitir que “de momento es moderado”. La previsión que expuso en 2023 es de un avance de los sueldos de cerca del 5% en el conjunto de la eurozona, de nuevo por debajo de la estimación para la inflación general, que es del 6,3%.

Subidas salariales del 3% en 2023 en España

Por su parte, respecto a nuestro país, también esta semana, Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística, expuso que “la información referida a los convenios colectivos hasta el mes de noviembre sigue señalando un repunte relativamente contenido, del 2,7%, de las tarifas salariales en 2022”.

“La mayoría de estos convenios, que afectan a unos ocho millones de trabajadores, habían sido firmados en años anteriores. No obstante, incluso en los convenios de nueva firma pactados en 2022, que afectan a algo más de 1,8 millones de trabajadores, los incrementos salariales acordados se mantienen en el entorno del 3%”, añadió.

“En principio, este tono de moderación salarial parece mantenerse de cara al año próximo. Así, de acuerdo con la información parcial disponible para 2023 en los convenios colectivos que tendrán vigencia en dicho año, se estarían pactando incrementos salariales en línea con los acordados para 2022. Se observa, no obstante, un repunte adicional en la incidencia de las cláusulas de salvaguarda, que superaría el 40% en los —aún escasos— convenios con información para 2023, frente a una incidencia del 22,6% en los convenios relativos a 2022”, terminó.

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