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Historias del abono transporte de Madrid: “Rechazo trabajos de 300 euros porque no me compensa pagarlo”

La actual tarjeta de transporte de Madrid es 'contactless'

Analía Plaza

20 de abril de 2021 22:35 h

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El transporte, como la vivienda, condiciona la vida en Madrid. El 58% de los viajes en la región son en transporte público o a pie, porcentaje que aumenta según nos acercamos al centro y la gente depende menos del coche.

Hace 35 años, el Consorcio —el órgano que dirige el transporte de todos los municipios, para que haya solo una y no decenas de redes independientes— creó el Abono Transporte, una tarjeta personal que permite moverse a precio fijo mensual en todos los medios: metro, tren, autobús urbano e interurbano. Es la opción mayoritaria en la región: ocho de cada diez viajes se pagan con abono.

Salvando las subidas de tarifas, el abono no ha variado mucho. Cambió el tipo de tarjeta (ahora es contactless) y su duración (antes era a mes natural, ahora a 30 días). Aumentó la edad del abono joven y entró la tarifa plana: 20 euros para menores de 26 años. Esta campaña oiremos propuestas sobre a quién o cuándo abaratárselo, en un contexto en el que los ingresos del sistema han caído por la pandemia. Hablamos con distintos usuarios para saber qué quieren ellos.

Historia nº1. Cuando cumpla 26 años, pasaré de pagar 20 a 80 euros.

Raúl tiene 25 años y vive en Arroyomolinos. Paga 20 euros de abono mensual, pero en diciembre cumple 26 y le sube el precio. No lo ve con buenos ojos, sobre todo porque no mejorará su conectividad.

“Arroyomolinos es zona B3. Son 82 euros al mes. Iba a llegar el tren, pero nunca lo hizo. No hay metro y solo cuatro líneas de autobús, de las cuales una llega Madrid”, cuenta. “Aquí, cuando cumplimos 18 nos sacamos el carné. Hablo mucho con mis amigos sobre qué partidos proponen aumentar la edad del abono joven, porque es urgente y necesario. Justo iban a aprobarlo cuando adelantaron las elecciones”.

La historia de Raúl es la de miles de jóvenes que recibieron con entusiasmo la noticia de que la Comunidad aumentaría la edad de su abono. La consejería de Transportes, en manos de Ciudadanos, anunció una tarifa plana de 30 euros para usuarios de entre 26 y 30 años. El adelanto electoral la truncó. Desde 2015, los menores de 26 años pagan —con independencia de su situación económica— 20 euros por moverse por toda la región.

Al haber más usuarios elegibles, las ventas se han duplicado: de 3 millones en 2015 a 7,4 en 2019, últimos datos disponibles. A 20 euros el abono, eso fueron 147 millones de euros de ingresos, una décima parte de los ingresos tarifarios del Consorcio (1.019 millones). El abono joven supone el 35% del total de abonos vendidos. Los abonos normales aún no han recuperado los niveles previos a la crisis.



“Pediría que doten de infraestructuras a los pueblos. Algo que se comenta poco es que estamos obligados a ir a Madrid para cualquier trámite administrativo, por trabajo o por ocio”, añade. “Es cierto que mucha gente es de Móstoles y tiene arraigo. Pero incluso para ir a Móstoles hay problemas. A partir de las once no hay autobuses, solo viernes y sábados. Cuando era adolescente se me hacía tarde entre semana, no tenía dinero para taxis y venía andando por la carretera”.

A futuro, explica, se plantea mudarse a Madrid para paliar la falta de conexión.

Historia nº2. Por 6 euros al mes recorro la Comunidad.

Los mayores de 65, como los jóvenes, disfrutan de tarifa plana. En enero la Comunidad se la bajó: de 9,3 a 6,3 euros al mes. El pacto de Gobierno de Ciudadanos y PP prometió reducir su precio hasta que fuera gratis. En 2019 se vendieron 5 millones de abonos de tercera edad, que al precio de entonces fueron 47 millones de ingresos. Los abonos bonificados suponen el 60% de las ventas.

“Lo uso mucho. Total, son seis euros. Estoy muy contenta”, relata Cristina, que vive en Chamartín y tiene 67 años. Cristina pasó años metida en el coche porque era comercial, pero lo dejó cuando cambió a una oficina. “Ha sido lo mejor que he hecho. Era un peñazo: multas, papeles de la hora, aparcamiento... Era de las que cogía el coche para ir a la vuelta de la esquina y mis amigos me decían que no me acostumbraría, pero estoy encantada”. Esos años de su vida laboral fue en metro y bus —con el abono de 63 euros, que “pagaba tranquilamente”—, así que ahora acostumbra a ir en transporte público. Su única petición es que mejoren la frecuencia de los autobuses.

Ángel tiene 69 años y opina igual. Usa su abono para moverse por Madrid e ir a la sierra. “No me puedo quejar. Lo uso y su precio está muy bien”, dice. “Por apuntar algo: hay gente que se jubila a los 61 o 62 y este abono empieza a los 65. Podrían mejorarlo”.

Historia nº3. El abono me supone un dineral.

“Vivo en Alcalá, trabajo en Madrid. 700 euros de sueldo y 350 de alquiler. Te haces una idea”, comenta Laia. Su abono cuesta 82 euros, aunque tiene descuento del 20% por discapacidad.

“No tengo más remedio que usar el transporte público porque soy ciega. Antes vivía en Madrid, pero los alquileres son prohibitivos y volví a Alcalá”, cuenta. Aunque esté en la periferia, necesita un lugar bien conectado para no andar mucho hasta el transporte. Su horario de media jornada no ayuda. “Salgo a las 22 y tengo que llegar al bus en veinte minutos, porque si no lo pierdo. Me toca volar”. Los sindicatos de su empresa sugirieron que les cubrieran el abono, pero aún no hay nada. Los pluses de transporte dependen del convenio.

Laia trabaja como teleoperadora en el servicio de transportes de Madrid. Conoce los descuentos para quienes carecen de recursos. “Y no hay nada. El 20% si eres familia numerosa y el 50% si eres especial. Para parados, nada”, explica. Hubo un abono de diez euros para inscritos en el PAE (Programa de Activación para el Empleo) que terminó en 2018. Tuvo 9.600 beneficiarios ese año. “Ahora hay un descuento si haces un curso del INEM en otro municipio, pero el trámite es horroroso”.

Un parado y alguien que cobra 700 euros pagan más que un joven con sueldo alto (o mucha renta familiar) y un jubilado con buena pensión. Las propuestas del PSOE y Más Madrid sugieren resolver parte del problema: con abono para desempleados de larga duración (PSOE) y abono social gratuito para personas vulnerables y nuevos progenitores durante un año (Más Madrid).



El dineral del abono es, para algunos, incomprensible. Los precios se calculan por coronas. Madrid ciudad es una, la más barata. A partir de ahí, cuanto más lejos vivas o trabajes, más pagas.

“Vivo en Aluche y trabajo en Pozuelo. Son quince minutos en transporte, pero es el abono B2”, explica Carlos, de 38 años. “Antes trabajaba en el barrio de Fuencarral y cruzaba Madrid entero, pero era más barato por ser zona A”. A Carlos le gusta la propuesta de Podemos de eliminar las zonas tarifarias y que todos los abonos cuesten 30 euros. Más Madrid sugiere eliminarlas los fines de semana, una propuesta que llevó el PP en su programa de 2019.

Si todos los abonos costaran 30 euros, el Consorcio ingresaría 638 millones por ellos (con datos de 2019*). Faltarían 360 para llegar a los mil que ingresó el Consorcio por tarifas en 2019. Además de los billetes, la Comunidad es la principal financiadora del Consorcio con más de mil millones de euros al año. Lo que faltara terminaría saliendo de ahí.

Historia nº4. No voy en transporte público porque el coche es más rápido.

“He echado cuentas”, avanza Mari Carmen, enfermera de 59 años que vive en Tres Cantos y trabaja en Sanchinarro. “Echo 60 euros de gasolina al mes. El abono son 64. Pero en autobús tengo que hacer transbordo y tardo una hora larga y en coche son 17 minutos. Los fines de semana el autobús pasa con menos frecuencia”.

El caso de Mari Carmen es frecuente. Tardar más en transporte público que en coche o contar con una mala combinación son las principales razones por las que la gente no lo usa, según la última Encuesta de Movilidad de la Comunidad. Por contra, la gente no usa el coche lo hace porque no tiene o porque le resulta difícil aparcar. El precio no es muy relevante: solo el 2% de los usuarios de coche declaran no pasarse al transporte porque sea caro.

Si uno suma al combustible el resto de costes (seguro, ITV, reparaciones, aparcamiento), el coche sale más caro. El abono más caro de Madrid cuesta 1.318 euros anuales. De media, un coche son 1.700 euros al año.



“Cuando trabajaba en el centro y me salía barato, sí usaba el abono”, añade Sandra (30 años, Vallecas). “Luego empecé en El Bercial [centro comercial en Getafe] y el coche me salía mejor por tiempo y dinero. Mi coche no consume mucho y gastaba menos en gasolina que en abono. Pero no es solo dinero, es tiempo. Si salgo después de las 22, el metro pasa cada diez minutos y tengo que coger eso y la Renfe... Llegaría a mi casa a las mil, no quiero ni pensarlo. A la zona sur llega el metro, pero está muy mal comunicado”.

Historia nº5. Vivo y trabajo en Madrid y hace años que no compro el abono.

Aunque minoritario, otro grupo de usuarios es el que no usa ni coche, ni abono ni casi el transporte público, porque pueden ir en bici o caminar. Solo el 6% de los viajes se hacen con billete sencillo y el 14% con billete de diez. Son billetes más caros, que penalizan al usuario ocasional.

“Cojo el transporte público esporádicamente. El resto, Bicimad y taxi. Cuando empezó Bicimad eché la cuenta. De media, el viaje me sale a 40 céntimos, así que no llego al euro al día. Si trabajo 22 días al mes, son menos de 22 euros”, cuenta Miguel, ingeniero de 40 años que vive y trabaja en la almendra central. “Antes trabajé en Villaviciosa y cogía un bus verde. El abono no era un gran esfuerzo económico, pero el tiempo sí. He rechazado trabajos porque están muy lejos”. Si tuviera que pedir algo, Miguel apostaría por ampliar Bicimad.

Historia nº6. No tengo trabajo y vivo tan lejos que ir a las entrevistas me cuesta 20 euros.

La movilidad de Madrid no es solo de Madrid. Extiende sus tentáculos hasta Toledo y Guadalajara. Decenas de miles de personas entran cada día a trabajar a Madrid y el abono llega hasta ellas. Es más caro: entre 110 y 132 euros al mes.

Álvaro tiene 28 años y vive en El Hoyo de Pinares, en Ávila. Compra el C2 (99 euros) porque coge un autobús a Valdemaqueda, un pueblo contiguo que pertenece a la Comunidad. Ese billete cuesta 1,5 euros, 3 ida y vuelta. “Durante la universidad usé el abono de 20 euros, aunque tenía que sumar los autobuses a Valquemada. Pero al cumplir los 26 el gasto aumentó muchísimo”, explica. “Soy de clase baja y me supone un gran esfuerzo transportarme. No tengo coche. Hice entrevistas, pero busco jornadas completas: si son trabajos de pocas horas, de 300 euros al mes, no me compensa el alto coste del abono”.

Sin abono, ir a entrevistas se pone en casi 20 euros ida y vuelta (bus + bus + metro). Lucas, que vive en Seseña y empezará a estudiar en Madrid, cuenta que usa el abono joven de su hermano para no pagar los 110 euros del suyo. No es el único usuario con el que ha hablado elDiario.es que hace lo mismo. Las distancias son tremendas, pero el transporte es más barato que alquilar una habitación.

Ni Lucas ni Álvaro votan en la Comunidad de Madrid, pero las decisiones de sus políticos les afectarán. “Yo pediría que las tasas fueran por renta. Me da igual que tengas 20 o 78 años, pero que el que más lo necesite tenga facilidades para adquirir el abono transporte”. Hasta ahora, ningún partido ha propuesto ligar directamente el abono a la renta.

*Los últimos datos disponibles del CRTM son de 2019. Se vendieron 21.275.432 abonos. De media, cada viaje cuesta 1,54 euros, de los cuales 0,90 euros están subvencionados.

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