La inflación sube al 2,6% en agosto por el encarecimiento de los carburantes

Daniel Yebra

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La inflación subió al 2,6% en agosto, respecto al mismo mes de 2022, principalmente por el encarecimiento de los carburantes. El INE (Instituto Nacional de Estadística) ha adelantado este miércoles el repunte del IPC (Índice de Precios de Consumo) general por segundo mes consecutivo (en julio fue del 2,3%). Por su parte, el índice subyacente, que excluye de su cálculo la energía, baja una décima al 6,1%.

La vida es un 2,6% más cara que hace un año, cuando los precios ya subieron hasta el 10,5%. Aunque la máxima tasa interanual de las últimas décadas se sufrió en julio de 2022, cuándo ascendió al 10,8%. La mínima de esta crisis se vio hace un par de meses, cuando se redujo al 1,9%, lo que no quiere decir ni mucho menos que los precios cayeran, sino que subieron menos.

La cesta de productos y servicios que es el IPC no se ha abaratado ningún mes desde diciembre de 2020. Desde que comenzara la escalada en febrero de 2021 por la coincidencia en la salida de la pandemia de una explosión de consumo, problemas en el comercio mundial y el rebote de los carburantes o el gas, la inflación acumulada es del 16%. Desde que la invasión rusa de Ucrania exacerbara esta crisis hasta este mes de agosto, la subida de precios es del 7,8%.

Pero el Ministerio de Asuntos Económicos destaca que España “se consolida como uno de los países de la zona euro con una menor inflación, tras bajarla cerca de 8 puntos en el último año”. Según continúa, “esto favorece la competitividad de las empresas españolas, la ganancia de cuota de mercado y el aumento del poder adquisitivo de los salarios”.

En términos mensuales, el IPC repuntó un 0,5%. O lo que es lo mismo, los precios se elevaron respecto a 2022 y también en comparación con este julio pasado. Por otra parte, el IPC subyacente o estructural avanzó un 0,3% en tasa mensual.

El efecto base que favoreció la moderación de la inflación en la primera parte de este 2023 no se nota tanto ahora ni lo hará tanto en los próximos meses. Es decir, de enero a junio, los precios partían de encarecimientos muy fuertes en los mismos meses del año pasado. Ahora no será igual para algunos productos y servicios, como los carburantes o el gas.

Pérdida de poder adquisitivo

Este moderación de la inflación general (con la excepción de los alimentos, que vienen superando el 10% en los últimos meses) ha permitido recuperar algo de poder adquisitivo a los salarios, tras una fuerte pérdida desde 2022.

Los ingresos de las familias son los principales damnificados de esta crisis de inflación, que reciben el doble golpe de las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) prescisamente para combatirla. De momento, el consumo ha resistido por la fortaleza del mercado laboral y las medidas del Gobierno, como el tope al gas, los descuentos a los carburantes o las bajadas de impuestos a los alimentos básicos o en la factura de la luz.

Por supuesto, también han aumentado los coste de producción de las empresas. Sin embargo, distintos análisis, entre ellos del Banco de España, demuestran que la mayoría de sectores han elevado sus precios tanto o más respecto a lo que les han subido los costes. O mucho más, como en el caso de las petroleras o las eléctricas. En conclusión, han mejorado sus márgenes y obtienen mayores beneficios.

Mientras, la estrategia del BCE de encarecer la financiación para ahogar el consumo de las familias y la inversión de las empresas, y así contener las subidas de precios, asume la amenaza de provocar una recesión económica profunda y de destruir empleo. E ignora que el crecimiento de los beneficios por la inflación la retroalimenta.