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La inflación sube al 3,6% en mayo por el encarecimiento de la luz y la menor bajada de los carburantes

Varias personas compran en el mercado de la Boquería, en Barcelona.

Daniel Yebra

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La conocida como “última milla” de la bajada de la inflación está siendo larga y asfixiante. El IPC (Índice de Precios de Consumo) subió en mayo en el 3,6%, según ha avanzado el INE este jueves. El IPC (Índice de Precios de Consumo) general repunta 3 décimas en tasa interanual, desde abril, por el efecto 'escalón' o efecto base de los precios en la factura de la luz y en las gasolineras.

Es decir, debido al encarecimiento de la electricidad frente a su abaratamiento en mayo de 2023, por un lado. Y debido a la menor bajada de los precios de los carburantes, por otro.



La inflación subyacente, que excluye alimentos no elaborados y la energía de su cálculo, se mantiene estable y se eleva solo una décima, al 3% en mayo. De nuevo, en la comparación frente al mismo mes de 2023. En este caso, este IPC estructural se resiste a moderarse más el aumento de los precios de los servicios relacionados con el turismo (paquetes de viajes, transporte de pasajeros aéreos, servicios de alojamiento, etc.).

“La evolución de la inflación en los últimos meses se ha mantenido estable, lo que está permitiendo mejorar el poder adquisitivo de las familias, que ya han recuperado el nivel previo a la pandemia, a la vez que se mantiene la competitividad de las empresas españolas. Todo ello en un contexto de crecimiento de la economía española, superior al de la media de la eurozona”, defienden desde el Ministerio de Economía.



Los alimentos siguen siendo el mayor foco de preocupación. Con datos hasta abril (el detalle del IPC de mayo se conocerá a mediados de junio), el ritmo de las subidas de precios en los supermercados y en las tiendas de alimentos se ha reducido a alrededor de una cuarta parte desde el máximo del 16,6% alcanzado en febrero del pasado año, pero sigue siendo muy elevado.

La moderación de la inflación de los alimentos es especialmente relevante para los hogares con menos ingresos porque las compras en los supermercados o en las tiendas suponen un mayor porcentaje del gasto total cuanto menos se gana. Por esta razón, la reducción del IVA de los alimentos básicos sigue vigente, de momento hasta junio junto a los descuentos en el transporte público.

Precios de consumo y vivienda

La inflación y el mercado de la vivienda siguen dañando el poder adquisitivo (el bolsillo) y provocan la insatisfacción de buena parte de las familias trabajadoras, pese al crecimiento de la actividad económica en general y la creación de puestos de trabajo, que es la que ha permitido que la renta disponible de los hogares haya superar ya el nivel pre pandemia en promedio.



En mayor o menor medida, dependiendo del sector, las empresas han trasladado el aumento de los costes a los precios que pagan las familias para defender sus márgenes de beneficio y ganar más. Mientras, los salarios han aumentado mucho menos. O lo que es lo mismo, esta crisis de inflación es también una crisis distributiva.



En esta situación, la estrategia de “domar la inflación” –según la jerga económica de la política monetaria– con los incrementos de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) está puesta en cuestión. De momento, la institución se ha negado a revertir la política de lanzallamas, que consiste en ahogar a familias, empresas y a los Estados para provocar una crisis y moderar así la inflación.

Se espera que, el 6 de junio, la institución anuncie el primer alivio para las familias hipotecadas y para las propias empresas y baje los tipos de interés oficiales en la eurozona 0,25 puntos porcentuales, del 4,5% al 4,25%.

Actualmente, el principal riesgo respecto a la inflación es el impacto de las guerras que sufren Ucrania y Gaza en los precios energéticos y en los cuellos de botella del comercio mundial.

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