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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La izquierda europea y los sindicatos reclaman un plan ambicioso para reindustrializar Europa

Elcogas es una industria pionera en toda Europa: situada en Puertollano (Ciudad Real), la empresa se dedica a generar energía limpia a través de la quema de carbón. Sin embargo, después de 18 años funcionando y si no hay ningún cambio, el 31 de diciembre echará el cierre y con él 284 trabajadores se irán a la calle. La empresa, que fue impulsada por la UE y varias empresas de energía (sus principales accionistas son Endesa, Electricité de France e Iberdrola), asegura que su actividad ya no es rentable. Los sindicatos reclaman soluciones y apuntan a la falta de inversión en la industria y la reforma energética del Gobierno como principales causantes de esta situación.

El de Elcogas es solo un ejemplo de la pérdida acelerada de industria -un sector clave para la economía y el mercado laboral- que sufre no solo España, sino parte de Europa. Tal es la situación que en su discurso de investidura como presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker se comprometió a lanzar un plan de inversión de 300.000 millones a lo largo de tres años para “reindustrializar” Europa. Según anunció, las inversiones irán a parar a infraestructuras de transporte, I+D, banda ancha y energía.

Sin embargo, el plan no convence ni a la izquierda europea ni a los sindicatos, que reclaman una estrategia mucho más ambiciosa. Representantes de la Izquierda Plural y Comisiones Obreras se han reunido esta semana en Bruselas para perfilar un plan alternativo que presentar ante la Comisión.

Las diferencias comienzan tanto en el presupuesto en sí como en la forma de obtenerlo. Durante la campaña para las elecciones europeas, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) ya lanzó una propuesta de relanzar la industria en la UE en la que planteaban una inversión del 2% del PIB europeo cada año durante una década. Es decir, cerca de 260.000 millones de euros cada año, una cifra significativamente mayor a la que propone Juncker. Por otro lado, la Izquierda Plural teme que ese presupuesto se detraiga de otras partidas y no sea dinero nuevo.

Una industria que mengua

Algunos datos muestran la situación precaria que vive la industria en España. Desde que comenzó la crisis, el sector ha perdido cerca de un millón de ocupados. El peso de la industria sobre el PIB ronda el 17%, cuando en 1990 era del 25%. “Un país sin una industria potente no puede desarrollarse, crecer ni tener empleo de calidad. Hay que reindustrializar con un modelo sostenible de desarrollo, no es incompatible. En la minería, por ejemplo, se pueden hacer proyectos de transición a otras actividades sin ese impacto medioambiental”, reivindica la eurodiputada de IU Paloma López. Según López, desde 2007 se han perdido 500.000 millones de euros en inversiones industriales.

En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, la industria representaba el 23,4% del PIB en el año 2000, un peso que se ha ido reduciendo hasta llegar al 17% en 2012 y que ha cedido en favor fundamentalmente de los servicios. “La industria es un sector fundamental por su efecto arrastre de otros sectores, por su capacidad de innovación, por su generación de empleo de mayor calidad, por vertebrar el territorio”, señala un informe elaborado por la Federación de Industria de CCOO en la región. El informe denuncia también la escasa inversión en I+D+i, que en la Comunidad Valenciana apenas representa el 1% de su PIB.

En el País Vasco, uno de los territorios más industrializados del país, el peso del sector también está empequeñeciendo. Si en 2009 era del 24,5% del PIB, un dato que acercaba a la comunidad a Alemania, ahora es del 21,3%. Fuentes del sector explican que, además, el nivel tecnológico de la mayoría de empresas es medio o bajo. A pesar de que el gobierno vasco impulsó un plan industrial, los sindicatos reclaman una política más amplia y potente que revitalice el sector.

En otra comunidad, Castilla La Mancha, había cerca de 12.000 empleos ligados a las energías renovables y otros 3.000 a la industria de componentes a finales de 2010. A día de hoy se habrían destruido unos 2.800 de esos empleos, según fuentes del sector.