El nuevo responsable del Ministerio de Agricultura y Alimentación de Alemania, el político ecologista Cem Özdemir, ha lanzado una cruzada contra los “precios basura” que a su juicio ofertan las grandes cadenas de supermercados del país, como Aldi o Lidl, y llevan a la “ruina” a agricultores y ganaderos, lo que ha propiciado un enfrentamiento con estas enseñas, que atribuyen los bajos precios de sus productos a la fuerte competencia en el sector y a su poder de compra.
Tras dieciséis años de Gobierno de Angela Merkel, en los que ese ministerio ha estado en manos conservadoras, Özdemir ha demostrado querer dar un impulso nuevo a un área en la que, a su entender, poco o nada ha cambiado. Que Merkel tuviera a una ministra que en su momento declarara la guerra a “la carne barata” no ha servido, en su opinión, para mejorar la situación de los productores de alimentos. Y el campo alemán se sigue quejando de la necesidad de “precios justos”: “Esos precios llevan a las granjas a la ruina, impiden más bienestar animal, promueven la extinción de especies y contaminan el clima”, ha dicho en una entrevista en un periódico alemán.
En la primera gran entrevista que ha concedido al dominical del periódico Bild, el más leído de Alemania, Özdemir criticaba los “precios basura” de los supermercados que en su opinión llevan a la “ruina” a agricultores y ganaderos.
Así, su ministerio tiene “tres importantes objetivos”: “Buenos ingresos para los agricultores y ganaderos, una alimentación sana para todos y mejorar las condiciones de los animales y la protección del medioambiente y contra el cambio climático”.
“Alemania se alimenta, en general, de manera demasiado poco saludable. Más de la mitad de los adultos tienen sobrepeso. Asusta especialmente que ya los jóvenes sufran de enfermedades de circulación, de presión arterial o de diabetes. Las razones de esto son demasiado azúcar, grasa y sal, especialmente en los productos procesados”, según el análisis del ministro.
“A los alemanes les gustan más los coches buenos que los buenos alimentos”, era el gran titular que dejaba la entrevista a Özdemir, un histórico de los verdes que en 1994 hizo historia como el primer diputado alemán de origen turco. En diciembre, en su toma de posesión como ministro, acudió en bicicleta al Palacio Bellevue, sede de la Presidencia alemana. Eligió ese medio de transporte “porque soy más rápido” y “porque es sano”, explicó al Bild.
A la espera de ver si Özdemir, probablemente el vegetariano más famoso que tiene el nuevo Gobierno que lidera el socialdemócrata Olaf Scholz, logra cambiar los hábitos alimenticios de los alemanes, de momento lo que ha logrado ha sido ponerse en contra a las grandes cadenas de supermercados en un país con firmas prácticamente todopoderosas como Lidl, Aldi, Kaufland, Rewe o Edeka.
Mercado saturado
En el saturado mercado de la distribución de alimentos en Alemania, la competencia se basa en buena medida en el mejor precio, “el más bajo”, según una célebre y criticada campaña de la cadena de supermercados Edeka. Precisamente a esta forma de entender el negocio iba dirigida la crítica a los “precios basura” de Özdemir.
Pero las grandes enseñas no han tardado en organizar su defensa. La cadena Kaufland, que mueve un volumen de negocio de 23.500 millones de euros y da trabajo a unas 139.000 personas, se ha escudado en que sus precios están puestos en función de “la oferta y la demanda” y a la competencia. Así lo explicaba en las páginas económicas del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En ese mismo periódico, desde Aldi también se han defendido apuntando que su prioridad es ofrecer “la mejor calidad posible al mejor precio”. Que Aldi base tradicionalmente su negocio en la venta de productos con precios rebajados se debe, según sus explicaciones, a su capacidad de hacer grandes pedidos a los productores. Ese poder, en realidad, es atribuible a cualquiera de las poderosas cadenas de supermercados alemanas.
“Podemos ofrecer nuestros productos tan baratos porque, como empresa especializada en descuentos, compramos en grandes cantidades. Podemos recurrir a estructuras muy ajustadas y tenemos una gama selecta de productos”, han explicado en Aldi.
Se da la circunstancia de que empresas como la propia Aldi se han comprometido, a partir de 2025, a eliminar sus existencias procedentes de granjas cuyos productos están registrados como originarios de animales criados en interior. Así se quiere dar prioridad a productos cárnicos procedentes de animales criados en exteriores o con etiquetas “premium” o “ecológicas”. Medidas parecidas van a ser implementadas en Kaufland.
Pero esos productos “premium” o “ecológicos”, claro está, resultan más caros. Y aquí viene otra advertencia de Özdemir a los sectores concernidos por su ministerio. “Los alimentos no deben ser un producto de lujo”, según el ministro de Agricultura alemán.
Y es que preocupa qué puede pasar con los productos básicos como los de la alimentación en un contexto de precios al alza en toda Europa. Según reveló el pasado jueves el Instituto Alemán de Estadística, en diciembre, la inflación en el país se situó en el 5,7%, tras el pico del 6% alcanzado en noviembre.
Esa preocupación por posibles tensiones inflacionistas ya la han expresado desde la institución que reúne en Alemania a organizaciones de cuidados a los más desfavorecidos, la Asociación Paritaria.
Su presidente, Ulrich Schneider, ha lamentado que Özdemir haya puesto el foco en los precios a la hora de defender su visión de la agricultura y la ganadería. “El hecho es que la necesaria transformación ecológica debe ir de la mano con una buena política social”, ha recordado Schneider al ministro de Los Verdes.