Durante las últimas horas, los protagonistas del conflicto de la ampliación del Canal de Panamá han puesto todas sus cartas encima de la mesa. De las posiciones expresadas se deduce que soluciones rápidas sólo hay una: que todos adelanten dinero para cubrir la sequía financiera y continuar las obras hasta que la autoridad arbitral decida sobre la imputación de los sobrecostes, estimados por el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC) en 1.200 millones de euros.
Es la ecuación por la que trabaja Sacyr y por la que en principio ha apostado el Gobierno español apelando a la ayuda del BCE. Pero resulta que esta solución no es viable por las limitaciones de acceso a financiación adicional por parte de Sacyr y de sus socios. Y no es aceptable para la Autoridad del Canal, ya que implica la intervención de un tercero, la UE. Ante la realidad que evidencian los últimos posicionamientos, lo peor es que el resto de las posibles salidas son malas, al menos para algunos de los actores, o muy malas para todos.
La negativa de la Autoridad del Canal ACP para aceptar la mediación de la UE y la financiación directa del BCE ha dado un vuelco a la llamada ‘solución española’, que impulsan los Ministerios de Fomento y de Exteriores. El departamento que encabeza Ana Pastor ha sondeado a las principales constructoras nacionales, competidoras de Sacyr, en demanda de colaboración. Fuentes conocedoras de los contactos aseguran que tanto Acciona, FCC como ACS han tomado la invitación con reservas, pese a que ACS y FFC en su día pujaron por el canal.
Sin cambiar el esquema
OHL y su propietario, Juan Miguel Villar Mir, han prestado atención a los mensajes que llegan desde el Gobierno con la sugerencia de que tanteen una eventual incorporación al consorcio GUPC. Esta sería la vía alternativa elegida para dotar a Sacyr y a sus socios de solvencia financiera, sin que ello suponga romper el actual esquema de concesión de las obras de ampliación del canal. Curiosamente, OHL no se presentó en su día a la puja por el canal, ya que “era un concurso goloso para las ingenierías, pero difícil y poco rentable para las constructoras”, según una fuente de la empresa.
En este embrollo para Sacyr, o al menos para su actual propiedad y dirección, hay una buena y una mala noticia. La buena es que a estas alturas de desarrollo del proyecto, con el 70% ejecutado y con un largo contencioso legal como alternativa, la continuidad del esquema original de ejecución para el resto de la obra es el que garantiza a todas las partes una inauguración más temprana de las nuevas esclusas y, por tanto, de una minimización de los costes y una aproximación a la obtención de jugosos ingresos.
La mala noticia es que, una vez abierta la caja de los truenos de los problemas de solvencia financiera del consorcio GUPC, sus competidores (a ambos lados del Atlántico) han olido a sangre y no están dispuestos a facilitar una solución de la que no puedan obtener alguna tajada.
La Autoridad del Canal de Panamá (ACP), sea por convencimiento propio o por presiones interesadas de terceros, se ha pronunciado tajantemente contra la mediación de la UE y la intervención directa del BCE, y ha dejado el contencioso en el punto en el que estalló a comienzo de año: frente a frente a la empresa gestora del canal, ACP, al consorcio adjudicatario GUPC, ambos bajo la atenta mirada de la aseguradora Zurich y con el reto de digerir 1.200 millones de euros de sobrecostes declarados.
Solución española o norteamericana
De la parte panameña han arreciado declaraciones que exigen la inmediata ruptura de la concesión con el apremio a GUPC para que devuelva los adelantos que ACP le concedió por contrato por valor de 574 millones de euros. De confirmarse esta exigencia, se provocaría una ruptura fulminante que estancaría en un largo contencioso, pero abriría la puerta a la llamada solución norteamericana para la que trabaja ya sin disimulo Bechtel, el gigante de la ingeniera de EEUU.
En relación con los nuevos derroteros que toma la ‘solución española’, fuentes de OHL han reconocido que el conflicto desatado en Panamá es objeto de un seguimiento detallado por la dirección de la empresa, aunque indican que no están en ninguna operación.
Diversas fuentes conocedoras de la situación recalcan las estrechas relaciones del dueño de OHL y la ministra de Fomento, así como de la amistad del marqués de Villar Mir con el Rey Juan Carlos. A diferencia de lo acontecido en Sacyr por su apuesta por Repsol y otras constructoras como Acciona, que se lanzó a la energía verde, o ACS y su frustrado asalto a Iberdrola, en los años de bonanza y cuando apostaron por la energía para diversificar, la trayectoria del grupo de empresas de OHL ha sido más positiva y con menos riesgo estratégico.
Una carrera brillante
Villar Mir ha entrado en el consejo del Santander, puja y parece que va ganando la partida por Colonial para sumarla a sus posesiones en Inmobiliaria Espacio, ha sustituido a ACS en Abertis de acuerdo con CaixaBank, está inmerso en la operación Canalejas y tiene una participación de primer orden en otro de los proyectos internacionales más emblemáticos de la ‘Marca España’: la construcción del ‘AVE de los peregrinos’ de La Meca a Medina.
La evolución de su grupo en bolsa marca trayectorias opuestas con el resto del sector de la construcción, excepto Ferrovial, que se ha desplomado durante la crisis. Por el contrario, OHL no ha dejado de subir en el mercado y ya capitaliza más de 3.200 millones de euros.
Las fuentes antes mencionadas han señalado que la principal diferencia hoy entre Sacyr y OHL es que, mientras que la primera tiene muy difícil acceder a financiación adicional, OHL está en las mejores condiciones para conseguir los recursos necesarios que se precisan para terminar la obra del canal.
Posible asalto a Sacyr
Las mismas fuentes indican, no obstante, que “no entra dentro de la lógica” que Villar Mir arriesgue su solvencia para concluir las obras del canal sin aprovechar para tomar una importante posición en el accionariado de Sacyr, ya que además está a tiro por la baja capitalización de la constructora que preside Manuel Manrique, poco más de 1.660 millones.
Pese a la delicada situación en la que le ha colocado la aventura panameña, Sacyr tiene importantes activos, tales como el 10% de Repsol o la inmobiliaria Testa, con jugosas propiedades como la torre de la Castellana, la sede de Endesa y otras muchas. La constructora cuenta también con un cuerpo técnico de ingenieros de Sacyr, que es uno de los más reputados del sector.
La espina del AVE a Barcelona
De hecho, Villar Mir seguro que tiene clavada la espina de que fueron los ingenieros de Sacyr, entonces con Luis del Rivero a la cabeza como presidente del grupo, los que tuvieron hace años que sacarle las castañas del fuego para lograr que el AVE llegase a Barcelona, lo que no conseguían los técnicos de OHL tras el derrumbamiento en uno de los túneles de acceso.
Sin embargo, para dar un salto de esta magnitud, Villar Mir tendría que negociar con algunos de los principales accionistas de Sacyr, en especial con Demetrio Carceller, muy ocupado hoy en asuntos judiciales por un turbio asunto de blanqueo de dinero que también afecta a su padre, y enredado en la operación de Pescanova a través de su participada la cervecera Damm.