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El pinchazo de las exportaciones pone en duda la fortaleza de la recuperación

La recuperación, si se entiende así la subida estadística del PIB que se registrará este año, no hará pie en el crecimiento de las exportaciones. Lo que se prometía como el maná de la mejora de la economía española, las ventas al exterior, se ha desinflado después de que durante los peores años de la crisis emitiera esperanzadoras señales. En junio, el último dato conocido este lunes, las ventas entraron ya en terreno negativo (-1,2%), tal y como apuntaba la desaceleración de los meses precedentes. El dato esfuma ya la mejora del primer semestre que sitúa el brío exportador en una estancada variación del 0,5%.

El parón en el ritmo exportador se contrarresta con el aumento de las importaciones que crecieron en un 5,4% en junio (y un 5,3% en el primer semestre). Al comprar más de lo que se vende al exterior, el saldo arroja un déficit comercial de más de 11.800 millones de euros, duplicando la cifra del mismo periodo de 2013. Lejos todavía de las cifras récord de los años de bonanza, cuando España llegó a acumular déficit próximos a los 100.000 millones de euros en el mismo periodo del año, no es una buena noticia en tanto en cuanto esta brecha se tiene que financiar con deuda externa. En un momento en el que todas las medidas de austeridad están orientadas a reducir el tamaño de la deuda pública, el tamaño de la deuda privada es el elefante en la habitación que nadie sabe cómo afrontar.

Las causas que han hecho darse la vuelta a los buenos datos de déficit comercial son múltiples y, en algunos casos, pueden llegar a tener incluso una interpretación positiva. El brío con el que han mejorado las importaciones es señal de una recuperación de la demanda interna, un elemento clave para marcar el terreno de la recuperación económica. Desde 2009, las importaciones se habían retraído con una positiva reacción de las ventas al exterior con las que España había mejorado cuota frente algunos de sus competidores. La combinación perfecta para que el saldo negativo con el exterior marcara en el primer semestre de 2013 mínimos del último lustro.

Mejora de las importaciones... con trampa

Sin embargo, desde el Instituto Flor de Lemus, el servicio de estudios de la Universidad Carlos III de Madrid, advertían ya en su último informe del mes pasado de que esta tendencia estaba muy animada por las ayudas a las compras de automóviles que facilita el Estado a cargo de los planes PIVE. Estos expertos recuerdan que “las ayudas a la compra de vehículos se transmiten con fuerza a las importaciones, porque en nuestro país el porcentaje de coches fabricados en el extranjero que se vende mensualmente supera el 60% del mercado, habiendo llegado al 70% en el periodo previo a la crisis”. Los españoles compran más, sí, pero con ayudas del Estado.

Solo en junio las importaciones de automóviles se incrementaron un 18%, y suponen ya más del 12% de lo que se compra al exterior. La buena noticia es que la compra de bienes de equipo también mejora en un 11%, y estas compras emiten una señal de mejora en el sector industrial que está renovando su maquinaria. Con todo, la energía sigue siendo el producto que España importa de forma más masiva, seguido de los productos químicos.

Por la parte de las exportaciones, la debilidad viene de muchos frentes abiertos que nacen no solo de la encrucijada en la que se sitúa la economía española, sino la mundial. Así, el principal cliente de España, el vecino francés, cae un 6% en junio y un 2% en el semestre, dejando claro como la debilidad de su economía afecta con fuerza los socios del euro. Portugal, otro de los principales clientes de productos españoles, también reduce sus compras en junio, aunque mantiene el terreno positivo en la primera mitad del año.

Además, las exportaciones ceden porque bajan los precios de los productos que se venden, ya que el volumen sigue al alza. El economista José Carlos Díez cree que es una “estrategia defensiva” que están adoptando las empresas ante la creciente debilidad de la demanda externa. “Bajan los precios para que no caigan las ventas”, apuntala Díez que teme que esta caída de los precios exportadores sea un síntoma más de la temida deflación. Tal y como recuerda este experto, las importaciones también han bajado su precio por la reducción de los precios de la energía, el principal producto que compra fuera España.

Respecto a la caída en los precios de la exportación, el profesor de la Universidad de Málaga Alberto Montero recuerda que España tiene un problema de estructura productiva que lleva a competir en una gama media donde el precio es decisivo. “Por eso al final competimos vía precio”, concluye.

Además, este experto cree que la debilidad de las exportaciones confirma que la panacea que se prometía gracias a la moderación de los salarios (como principal vía para ganar competitividad) no se ha producido. “Han querido compensar por la vía de los salarios nuestro problema de estructura productiva”, lamenta Montero. “Queremos ser Alemania pero sin inversión”, afirma, y recuerda que los buenos datos de déficit comercial de los años anteriores se basaban en “hundir la demanda interna”.

Objetivo: descalabrar el euro

Para Díez, hay que bajar el precio del euro para conseguir una mejora de las ventas al exterior y no seguir haciendo hincapié en el descenso de los salarios que es un arma de doble filo que merma el consumo interno. Sin embargo, Montero es escéptico con que el Banco Central Europeo vaya a sacar el famoso “bazoka” con el tamaño que requiere la economía. Por ahora, el mercado descuenta que en otoño la entidad con sede en Fráncfort comience el programa de compra de deuda que podría llegar a bajar algo la cotización del euro. Pero ese “algo” puede no ser suficiente. “Las medidas de política monetaria tienen que estar acompañadas de un plan de empleo e inversiones”, señala Díez, algo que por el momento ni está, ni se le espera.

Para añadir incertidumbre a este panorama, el veto de Rusia a las compras europeas y el efecto de las sanciones en la economía mundial empeorarán con seguridad las cifras de déficit comercial en los próximos meses. Así las cosas, la contribución del sector exterior en el PIB puede terminar incluso siendo negativa, algo que choca frontalmente con los anuncio del Gobierno de revisión al alza de las previsiones económicas que se basaban fundamentalmente, en optimistas crecimientos de las exportaciones superiores al 5% en este año.