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“Quita, impago, negociación... Hay que aceptar ese escenario para Grecia y el mercado lo asume”

El fracaso de la última votación en el Parlamento griego, que ha precipitado la convocatoria de elecciones anticipadas para el 25 de enero, disparó el lunes el diferencial del bono griego a 10 años más de cien puntos básicos, hasta el 9,8%, mientras la bolsa helena caía un 3,6% al cierre, tras llegar a desplomarse cerca del 12% hasta mínimos de dos años. Desde España, Javier Flores, responsable del Servicio de Estudios y Análisis de la Asociación Europea de Inversores Profesionales (Asinver), no cree que el previsible cambio de gobierno en ese país y la llegada al poder del partido izquierdista Syriza, que lidera los sondeos de opinión, “vayan a significar un cambio radical hasta el punto de llegar al escenario de hace unos meses, cuando se planteaba la ruptura del euro”.

¿Era esperable lo que ha sucedido en Grecia?

Se está sobreactuando por parte del mercado. La situación que hay sobre la mesa no es ninguna sorpresa. Las tendencias de opinión de la sociedad griega se conocían, y también la incapacidad de los partidos de la coalición de gobierno para llegar a un acuerdo y la condicionalidad de las ayudas del FMI y de Bruselas a cierta ruta de reformas en el país. Dicho esto, no creo que el escenario de cambio de gobierno y la llegada de Syriza vayan a significar un cambio radical hasta el punto de llegar al escenario de hace unos meses, cuando se planteaba la ruptura del euro. Los planteamientos de Syriza hoy parecen menos radicales que hace unos trimestres.

¿Qué cree que ocurrirá si gobiernan?

Posiblemente se producirá, por un lado, una matización de las posturas dialécticas de Syriza en un escenario de poder. Y por otro, también una matización de las posturas de los acreedores de Grecia, FMI e instancias europeas, más acorde con la situación económica del país en ese momento. Va a suponer mayor volatilidad en los mercados y ciertos titulares grandilocuentes en los medios de comunicación, pero no estamos donde estábamos hace dos años, no hay riesgo de ruptura del euro. Parece legítimo que, si quienes están en el poder son incapaces de encontrar una salida a la situación, los griegos permitan dar esa oportunidad a otros.

El FMI ha suspendido las negociaciones sobre el último tramo del rescate a Grecia hasta que se forme un nuevo Gobierno. ¿No es lo lógico?

Esas ayudas siempre han estado condicionadas a determinadas reformas, así que es una perogrullada que se suspenda el diálogo hasta conocer quién es el interlocutor. Por otro lado, hasta cierto punto, esa condicionalidad de las ayudas no es exhaustiva, no se llega al detalle; se exigen ciertas reformas, pero sin concretar el cómo. Así que hay cierta posibilidad de maniobra, aunque es cierto que es menor para un país como Grecia. Por último, es evidente que el FMI nunca da un cheque en blanco cuando concede un rescate.

¿Cuál es el escenario más probable si gobierna Syriza?

Se habla de reestructuración, quita, impago, negociación... Hay que aceptar ese escenario, y eso el mercado lo tiene asumido aunque no lo verbalice. Grecia, por la evolución y el tamaño de su economía y por su estructura fiscal, es incapaz de soportar una deuda que es inmanejable. Eso que en Argentina o Venezuela se traduciría directamente en un impago a los acreedores, en el caso de Grecia, al ser un país integrado en la eurozona, significa necesariamente una transferencia de riqueza desde determinados Estados centrales a los Estados periféricos de la UE. Posiblemente ese es el debate que abra Syriza.

Algunos hablan de Syriza como del “Podemos español”. ¿Ve paralelismos en la situación?

Hay que salvar mucho las distancias. En España hemos seguido una ruta diferente a la de Grecia; es verdad que también tenemos una situación tremenda de déficit fiscal y de deuda, pero posiblemente no se deba a una incapacidad de la economía española para volver a una situación de equilibrio, sino por la proximidad de las elecciones, que hacen que España vaya a seguir incumpliendo sus objetivos. No hay compromiso político porque se ha fiado todo a una eventual recuperación que permita pasar de puntillas sobre la situación.