El retorno del consumo privado (y cómo el INE lo dejó sin registrar)

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En artículos anteriores analizábamos cómo el PIB por la vía de la producción y de las rentas ha sido infraestimado en estos últimos años. Lo mismo se observa desde la perspectiva del gasto y, en particular, en el consumo e inversión de los hogares. Mostraremos cómo la débil recuperación en la compra de bienes y servicios para uso personal que apuntan las series del INE no guarda relación con uno de los mejores indicadores que existen en este ámbito: el IVA. De esta forma, argumentaremos que la economía española protagonizó una recuperación más intensa en 2021 impulsada por el gasto de las familias. Es una conclusión relevante porque descarta la idea de que la plena recuperación del turismo extranjero fuese decisiva para el sostenimiento de la economía española.

El PIB por la vía del gasto mide la suma del consumo, la inversión y las exportaciones netas. En el primer ámbito, lo más importante son los bienes y servicios que compran los hogares, como los alimentos, el alquiler de la vivienda, la ropa o el ocio. A ello se añade el consumo que provee directamente el Estado en servicios como sanidad, educación o seguridad. En la inversión se contabiliza la adquisición de activos destinados a la producción (la vivienda, infraestructuras o maquinaria). Por último, las exportaciones netas son la parte más pequeña del PIB y registran las ventas (exportaciones) al resto del mundo menos las compras (importaciones). Desde esta perspectiva, el turismo forma parte de las exportaciones netas. El gasto de los turistas extranjeros en nuestro país se considera como una exportación y, por analogía, cuando vamos de vacaciones al extranjero realizamos una importación.

El gráfico representa el PIB (sin ajustar por la inflación) en estos últimos años. A primera vista se comprueba cómo la crisis más reciente ha producido una situación muy distinta a la vivida en España en los años de 2008 a 2013. En aquel momento, la fuerte caída en la inversión, especialmente en vivienda e infraestructuras, marcó la dura recesión que se vivió. En cambio, el grueso de la caída en 2020 se debe al descalabro en el consumo de los hogares y del turismo. El gasto de ambos grupos –que podemos llamar consumo interior por analogía con el PIB– se redujo en más de un 15% y después solo se recuperó de forma parcial en 2021.

Para entender mejor esta situación, el INE detalla el consumo interior de forma similar a las cuentas que cualquier hogar hace a final de mes. Desde esta óptica, grosso modo, el consumo personal se divide en dos grandes bloques: las partidas con una demanda casi invariable (alimentación, vivienda, salud y educación) y el gasto más influido por el ciclo económico (ocio, viajes, compra de electrodomésticos o coches). Curiosamente, en los años anteriores a la pandemia ambas partidas tenían un peso parecido (es decir, se repartían casi al 50%). En 2020, el segundo tipo de gasto protagonizó un desplome sin precedentes debido a las medidas de confinamiento y a la incertidumbre que existía sobre el futuro económico. En la recuperación de 2021, las series oficiales del INE apuntan a un aumento muy tenue de estas formas de gasto. Estaríamos en teoría muy lejos de los niveles previos a la pandemia.

Al igual que hacíamos en el anterior artículo, estas estimaciones también se pueden contrastar con los datos del IVA. Al estimar el PIB por la vía de la producción, argumentábamos que el valor añadido (medido como diferencia entre ventas menos compras) era una buena forma de aproximar la actividad económica en sectores como la industria, la construcción o los servicios de ocio. En el gasto, seguimos una lógica ligeramente distinta. Como el IVA es un impuesto que busca gravar el consumo final de los hogares, el valor añadido en términos agregados es también un excelente indicador del consumo personal.

En la práctica, la comparación solo se puede hacer después de practicar una serie de pequeños ajustes que detallamos en la nota metodológica al final de este artículo. Estos cálculos buscan reflejar fundamentalmente que no todas las formas de consumo personal están sujetas a IVA. Asimismo, ajustamos los datos de la Agencia Tributaria para tener en cuenta la inversión en vivienda y las diferencias en la cobertura del territorio nacional (i.e. la estadística fiscal no recoge País Vasco, Navarra y Canarias). En cada paso hemos seguido un criterio conservador, de forma que cualquier cambio difícilmente altera el resultado final.

El gráfico adjunto refleja estos dos indicadores sobre el consumo sujeto a IVA, uno aproximado con las series del PIB y el otro de acuerdo con la Agencia Tributaria. La comparación la hacemos desde que empiezan los registros en 1995, para así ilustrar la enorme similitud en los niveles y tendencias. Hasta el año 2019, el consumo sujeto a IVA, según Hacienda, era de una magnitud muy próxima al estimado por el INE. La diferencia, como reflejo del fraude fiscal, era aproximadamente un 12% del volumen y decrecía de forma progresiva desde 2015. Esta reducción, que puede explicarse por diversas causas, no afecta a que las tasas de variación anual fuesen muy parecidas y apenas se desviaran por un margen muy estrecho (entre un 1% y un 2%). En pocas palabras, si uno quiere saber qué hace el consumidor en España, el IVA aporta una perspectiva muy completa.

La sorpresa viene entonces en 2021, cuando el consumo declarado a la Agencia Tributaria sobrepasa al recogido por el INE. La diferencia no es pequeña se mire en términos absolutos (45 mil millones) o relativos (un 10% más en nivel). Es una anomalía tan grande como la que señalábamos sobre los salarios en otro artículo. ¡Los consumidores en España están adquiriendo más bienes y servicios de los que registra la estadística oficial! Este cálculo no es una mera anomalía estadística, sino que está respaldado por millones de transacciones que generan el pago final de este impuesto.

Solo así se entiende que en 2021 (y también 2022) se hayan registrado máximos históricos en la recaudación del IVA cuando el consumo, según el INE, no ha recuperado los niveles de 2019.

Esta anomalía, más pronto que tarde, va a terminar generando muchas preguntas más allá de nuestras fronteras. La razón estriba en que el IVA es una pieza clave en la Unión Europea dado que, indirectamente, financia parte del presupuesto común. La Comisión Europea elabora por ello un informe anual sobre el fraude en el IVA en cada país siguiendo unos cálculos parecidos a la que hemos presentado antes. En su caso, no miden el gasto sujeto a IVA, sino la diferencia entre una hipotética recaudación perfecta (es decir, sin fraude alguno) y la efectiva. El informe más reciente, referido a 2020, indica que España tiene uno de los niveles más bajos de fraude en el IVA (un 4,7%). Solo Holanda, Finlandia, Suecia, Estonia y Letonia tienen una menor brecha. Lo más curioso vendrá cuando se hagan las estimaciones de 2021. Si el INE no cambia sus cifras sobre el consumo, estamos seguros de que España saldrá como un país con brecha negativa, es decir, que recauda más IVA del que teóricamente podría. Sería una distinción única, jamás alcanzada por ningún país de la Unión.

La deficiente medición del consumo por parte del INE es un misterio que no podemos resolver, aunque sí podemos aportar una pista. Sabemos que el INE calcula primero, cada trimestre, el consumo en base a diversos indicadores. Tiempo después, corrige estas cifras cuando elabora la contabilidad anual con registros más completos y detallados. En un ámbito tan importante como el consumo personal, el INE ha utilizado tradicionalmente la Encuesta de Presupuestos Familiares para refinar sus estimaciones. Este procedimiento descansa sobre la presunción de que no hay mejor alternativa que preguntar directamente a una amplia muestra de hogares cuáles fueron sus gastos. Este método ha podido ser efectivo en el pasado, pero claramente no está pensado para una situación anómala como la pandemia, cuando la Encuesta de Presupuestos Familiares no pudo realizarse de forma presencial. A cambio, el INE tuvo que recabar la información por teléfono y, además, hizo una serie de ajustes por “métodos estadísticos”. El problema fundamental estriba en que si la encuesta de estos dos años está sesgada (porque la muestra elegida no es representativa, o por las dificultades para obtener respuesta de los entrevistados), el PIB también lo va a estar.

Nuestra sospecha es que aquí está la principal base del error del INE, probablemente porque no está recabando la información de los hogares con mayor renta. Para ilustrarlo basta comprobar un gasto cada vez más importante: los alquileres. En las cifras del PIB se recogen el total de pagos por alquileres, es decir, el efecto combinado del número de casas alquiladas por su precio. Los alquileres según esta serie han descendido un 7% entre 2019 y 2021, una magnitud sorprendente, pero que curiosamente es parecida a la recogida en la Encuesta de Presupuestos Familiares (un descenso del 5,2%). El problema es que esto es imposible de cuadrar con la variación en los precios del alquiler que el propio INE calcula en el IPC (un incremento del 1,7% en estos años). Por si se lo estaban preguntando, Hacienda también tiene un registro muy completo. Los alquileres declarados por los propietarios de viviendas a efectos del IRPF no han caído, sino que han crecido ligeramente (un 0,4%). Como se ve, tener un PIB fiable es decisivo por sus implicaciones para millones de inquilinos y para determinar el sentido de las políticas públicas.

El problema de los alquileres nos conecta al último aspecto a revisar en el PIB: la inversión inmobiliaria. Como apuntábamos antes, la inversión durante estos años se ha sostenido en mejores términos que en la crisis de 2008. Sin embargo, si se indaga en las cifras del INE, se comprueba que la compra de vivienda nueva y otros activos inmobiliarios (oficinas, infraestructuras, etc.) ha tenido, según el INE, un mal comportamiento durante estos años, acumulando en total una caída de casi el 7%. La razón de esta mala evolución se debe de nuevo, probablemente, al error del INE al estimar la actividad en la construcción usando la estadística del Ministerio de Transportes. Según sus series, el sector ha pasado dos años de caída ininterrumpida. Por el contrario, si acudimos a los datos declarados (a Hacienda o a la Central de Balances del Banco de España) sobre ventas, empleo y beneficios por parte de las empresas constructoras, la conclusión es la opuesta. Con vistas a aportar una prueba adicional de esta enorme brecha, en el gráfico final comparamos dos indicadores de la inversión en vivienda: la serie oficial del INE y las ventas de vivienda nueva según el IVA. Las diferencias hablan de nuevo por sí solas. Los datos fiscales indican que solo hubo una pequeña caída en 2020 y desde entonces la compra de viviendas nuevas continúa una marcha ascendente. Por el contrario, según el INE, la inversión en vivienda entró en barrena en 2021 y todavía no ha recuperado los niveles previos a la pandemia. Paradójicamente, la propia estadística del INE sobre transmisiones de propiedad indica que las compras de vivienda nueva experimentaron un boom en 2021, superando en un 22% los niveles registrados en 2019.

Nuestra propuesta final de revisión del PIB obliga por tanto a revaluar varias partidas: el gasto de los hogares sujeto al IVA, los alquileres y la inversión inmobiliaria. Por el contrario, en las otras partidas del PIB (el consumo público, la inversión en otros activos, las exportaciones netas) no cuestionamos la fiabilidad de las series oficiales. El resultado queda resumido en la tabla final. En relación con las anteriores estimaciones, hay una diferencia ligeramente superior con respecto al PIB oficial del INE (un 7% más, en lugar de un 5% estimados en los otros artículos). Pero incluso si se tomase este último escenario, la conclusión fundamental sigue siendo la misma. La economía española se habría recuperado en 2021 del shock sufrido en el año anterior con una sorprendente rapidez y sin que hubiese sido necesario recuperar los niveles de gasto de los turistas extranjeros (que en 2021 se situaron a menos de la mitad que en 2019). La recuperación del consumo de los hogares ha sido el motor fundamental que permitió a España superar la crisis de la pandemia.

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Nota metodológica

Los datos utilizados en este trabajo proceden de la comparación entre la Contabilidad Nacional de España, elaborada por el INE, y diversas estadísticas de la Agencia Tributaria. La comparación en la estimación del PIB por la vía del gasto se focaliza en dos grandes partidas: el consumo interior de los hogares y la inversión inmobiliaria.

El consumo interior es el consumo realizado en el territorio nacional, bien por los hogares residentes o por turistas de otros países. El INE proporciona el detalle de estas partidas de gasto, sobre las cuales computamos un gasto sujeto a IVA después de deducir los alquileres (reales e imputados), los servicios médicos y hospitalarios, la educación, los servicios financieros y de seguro, el servicio doméstico y los narcóticos (drogas). Posteriormente, calculamos el gasto realizado en territorio IVA bajo control de la Agencia Tributaria, descontando la parte correspondiente a País Vasco, Navarra y Canarias de acuerdo con la Contabilidad Regional de España.

La comparación con los datos tributarios se realiza a partir del fichero de Impuestos devengados y bases imponibles de la Agencia Tributaria. En dicha estadística, la base imponible a efectos del IVA se define en primer lugar como la suma del valor añadido y el saldo neto importador. Del total de la base imponible, utilizamos solo el gasto final sujeto correspondiente a bienes y servicios de los hogares. Finalmente, a este componente le añadimos la parte correspondiente de la recaudación del IVA para reflejar las compras a precios de adquisición.

En el ámbito de la inversión, nuestro análisis se focaliza en la inversión inmobiliaria, es decir, aquella destinada a la adquisición de viviendas, otros edificios y construcciones. La inversión inmobiliaria ha sido estimada a partir de las ventas declaradas por las empresas constructoras e inmobiliarias, de acuerdo con la Estadística de Resultados económicos y tributarios en el Impuesto sobre el Valor Añadido. Después, la inversión en vivienda ha sido estimada con la compra de vivienda nueva realizada por los hogares, según aparece consignada en el fichero de Impuestos devengados y bases imponibles al que nos hemos referido. La inversión en otros edificios y construcciones se obtiene como residuo.