El retorno del turismo alemán a Baleares: entre el oxígeno económico y el temor a un rebrote del coronavirus
El turismo alemán, principal mercado emisor en Baleares, vuelve a pisar el suelo del que, en el país germano, muchos consideran su decimoséptimo Bundesland. El archipiélago se ha convertido en la primera Comunidad Autónoma en abrirse al turismo extranjero desde que se decretó el estado de alarma y sobre él están volcadas todas las miradas, nacionales e internacionales. Al menos, hasta que el próximo lunes España levante los controles de sus fronteras y dé la bienvenida, de nuevo, al turismo procedente de los países del espacio Schengen.
La decisión del Gobierno de adelantar la apertura (inicialmente prevista para el 1 de julio) ha desdibujado, sin embargo, una prueba piloto con la que el Ejecutivo balear buscaba un doble golpe de efecto: testar los protocolos de seguridad que regirán una vez desbloqueadas las fronteras y, con ello, postular a Baleares como territorio ideal del retorno a la 'nueva normalidad'. Las islas ganan ahora solo una semana respecto al pistoletazo de salida 'oficial'. Aun así, los hoteleros quieren aprovechar la ventaja competitiva que supone, como destino turístico mediterráneo, recibir a los primeros viajeros de esta temporada alta.
No en vano, se muestran optimistas respecto a los efectos que comportará esta prueba a la hora de recuperar la confianza de los turistas: subrayan, en declaraciones a eldiario.es, que la medida supondrá un desahogo para el sector después de tres meses de confinamiento y, sobre todo, se convertirá en la antesala de la reactivación del que, con una aportación que roza el 36% del PIB, es el principal motor económico de Baleares, duramente golpeado por el impacto de la actual crisis sanitaria.
“La iniciativa está permitiendo que mucha gente ponga el ojo en la Playa de Palma [foco principal de esta experiencia piloto y destino predilecto del turismo alemán, que representa aproximadamente el 70% de quienes se alojan en la zona] y en Baleares”, subraya la presidenta de la Asociación de Hoteleros de la Playa de Palma, Isabel Vidal, quien destaca, por encima de todo, la importancia de “empezar a generar confianza y que el efecto contagio anime a abrir al resto de establecimientos”.
Y es que, inmersos hasta hace apenas unos meses en el debate sobre la consecución de un modelo turístico más sostenible para las islas, los hoteleros de Mallorca aguardan ahora la temporada con una preocupación de distinto cariz, la que se cierne sobre las previsiones a raíz de los embates de la pandemia. En este sentido, Vidal señala, sobre la reactivación de las reservas de cara a la temporada de verano, que, por el momento, “se está presenciando un incremento muy tímido: hay quienes dicen que han percibido un ligero aumento y hay otros que todavía no lo han notado”.
No obstante, confía en que la Playa de Palma despierte poco a poco del letargo del confinamiento, que ha provocado que, por primera vez, una de las zonas turísticas de referencia de las islas se haya visto clausurada al turismo. “Pasamos de contar con varios hoteles que antes del estado de alarma ya habían comenzado la temporada a tener que echar el cierre y despedir a los clientes que ya se alojaban en ellos”, apostilla Vidal.
En esta línea, fuentes de Riu Hotels, cadena que ha reabierto dos de sus establecimientos hoteleros, el Riu Concordia y el Riu Bravo –los primeros hoteles que la compañía ha puesto en marcha para recibir a los primeros clientes de la temporada–, afirman que el plan piloto “nos muestra que de alguna forma teníamos que empezar”. “Teníamos la sensación de que debía reactivarse todo. Esperamos que, con las medidas de sanidad y seguridad establecidas, la gente pierda el miedo a viajar. De momento está yendo muy bien: los turistas están muy contentos, disfrutando de una Mallorca como hacía treinta años que no se veía. Las playas parecen el Caribe”.
“Baleares no sería Baleares sin el turismo”
Es más, desde Riu se muestran tajantes a la hora de destacar cómo Baleares, a pesar de constituir, junto a Canarias, uno de los territorios en los que la incidencia del coronavirus ha sido menor, es la región “donde más ha sufrido la economía. La economía es concéntrica y en el centro está el turismo. De alguna forma todo está interrelacionado y, durante estos meses, todo el mundo ha notado que el motor fallaba. Por muchos debates que hagamos sobre el modelo turístico, el modelo es el que es, la economía es la que es y Baleares no sería Baleares sin el turismo”.
Respecto a las reservas de cara al verano, recalcan que el ritmo de las mismas “es bueno”. “Queremos intentar demostrar que Baleares puede ser un destino seguro. Tenemos 17 protocolos que forman parte de un manual integral, el más completo que un hotel puede ofrecer en la era post-coronavirus, y lo compartimos con las demás cadenas. De nada me sirve no tener ningún caso de coronavirus si el hotel de al lado sí los tiene. Cada vez que un cliente entra en el hotel se le tiene que tomar la temperatura con cámaras térmicas, deben respetar la distancia de seguridad... Antes de abrir nos preguntábamos si sería engorroso para los clientes, pero la interacción que hemos tenido con ellos es muy buena”, abundan.
También la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) y la Agrupación de Cadenas Hoteleras (ACH) de Baleares ven con buenos ojos que los indicadores sanitarios de Baleares y Alemania hayan permitido la puesta en marcha de este plan y la apertura generalizada de las fronteras, como enfatiza la presidenta de la FEHM, María Frontera.
No en vano, tanto la FEHM como la ACH destacan que el programa piloto está permitiendo poner en valor los atributos de seguridad sanitaria de las islas así como la profesionalidad de los agentes encargados de la implementación de estos protocolos, lo que, aseveran, permite demostrar que “los turistas pueden disfrutar de sus vacaciones esta temporada porque estamos preparados para cuidar de ellos”.
Los hoteleros no son los únicos en pronunciarse sobre un plan que, a juicio del consultor turístico Manuel Ferrer, gran conocedor del mercado económico balear y de su proyección internacional, “es bueno, desde el punto de vista del marketing, si todo se desarrolla bien”. No obstante, lamenta que “vamos muy por detrás de Grecia, Italia o Portugal por las decisiones del gobierno de no abrir antes las fronteras”.
Sin embargo, su visión sobre cómo se prevé la temporada estival contrasta con la del sector hotelero: “Soy pesimista. Creo este será un verano y un año de fuertes pérdidas. La pandemia es un hecho sobrevenido, eso es cierto, pero a mí me gusta opinar comparando lo que hacen diferentes países y, en esa comparación, España queda muy mal parada. Sufrirá más que otros países en los próximos meses”, manifiesta Ferrer, fundador de Olea Consultancy.
El confinamiento, “una catástrofe económica”
Augura que, en el caso de Baleares, el confinamiento y el parón del turismo supondrán “una catástrofe económica” para el archipiélago debido a su supeditación al sector. “Las islas dependen absolutamente del turismo, especialmente del internacional. Y mucho más de lo que indican los datos. La estadística revela que el 35% del PIB de Baleares proviene del turismo, pero en ese porcentaje no está incluido, por ejemplo, el hospital que vive de los turistas, el abogado, la panadería o la tienda de moda. Si lo sumáramos todo, estaríamos por encima del 50%”.
De hecho, para otro de los sectores que cada año aguarda con impaciencia la llegada de la temporada alta, el de los taxistas, la puesta en marcha de la prueba piloto supone un claro alivio. Uno de los conductores que estos días ha recogido a varios de los visitantes llegados a Mallorca comenta, exultante, que “ya no son tantas las horas de tertulia que pasamos en las paradas. Se acabó el circular solo un día de cada cinco”.
Mientras tanto, algunos de los grandes restaurantes turísticos de la ciudad, como el mesón Ca'n Pedro, se han preparado a conciencia mediante la instalación de arcos de seguridad que rocían a los turistas de desinfectante y que han sustituido a la Catedral de Palma como escenario de fondo para sus fotografías. Se ha invertido en medios, pero también en amabilidad: tantos meses en casa han servido para amasar sonrisas.
El programa piloto, sin embargo, no las tiene todas consigo. Lo desaprueban, principalmente, desde una oferta complementaria que considera que la medida únicamente beneficiará a los hoteleros encargados de acoger a estos primeros turistas. Basta asomarse momentáneamente a la Playa de Palma para comprobar el contraste: mientras los hoteles son un hervidero constante de turistas, numerosos bares, comercios y oficinas de 'rent a car' continúan con el cerrojo echado.
Críticas al programa piloto
En este sentido, una de las entidades más críticas con la puesta en marcha de la prueba piloto, la Asociación Ciutat de S'Arenal, intenta explicar una situación que, asevera, no es nueva. Su presidente, Biel Barceló, señala que el plan es “una tomadura de pelo pensada exclusivamente para el sector hotelero. No hay que dejar de lado que los turistas vienen en régimen de todo incluido y hay negocios que están recogiendo las migajas”. A su juicio, esta es una semana durante la cual Baleares “no será una referencia. Lo será cuando todos podamos abrir en igualdad de condiciones”, proclama.
Biel Barceló lanza una reflexión: “Dar prioridad a una nacionalidad, la alemana, les va bien a los hoteleros y a la oferta de ocio exclusiva para ellos. Pero si son incapaces de vislumbrar otros escenarios volveremos a la misma situación que teníamos antes de la pandemia: todo incluido, masificación y, a partir de julio, botellones”.
Al respecto, recalca que, aunque el principal turista que visita Baleares es alemán, el archipiélago “debe reinventarse”. “Para la Playa de Palma es necesario el turismo porque la infraestructura que tenemos es la que es, pero debe ser bienvenido venga de Alemania, Suiza o del resto de España”. Por otro lado, recrimina que los datos sobre la incidencia del coronavirus en Alemania durante los últimos días “no son como se quieren presentar: nos dicen que vienen turistas alemanes porque la situación epidemiológica de allí es similar a la de las islas, pero realmente, a día de hoy, la tasa en Alemania es superior. Se está experimentando con nosotros porque, queramos o no, el riesgo sigue existiendo”.
Los propios turistas, sin embargo, tienen claro que si se han desplazado a Mallorca es porque en la isla se sienten “seguros”. De hecho, ya el primer día de su estancia caminaban ufanos por el centro de Palma. “Casi no nos creemos que por fin hayamos podido hacer este viaje”, afirma Karl, quien, junto a su mujer, Emma, permanecerá cinco días en Mallorca, alojados en uno de los establecimientos hoteleros de la Playa de Palma.
“Mallorca es segura y, de hecho, esa es la sensación que se percibe en Alemania. Por eso estamos aquí”, inciden. A su llegada, recorrieron el pasillo de honor con que les recibieron empleados del hotel y fotógrafos, en una escena que recordaba a épocas pasadas y que más de uno ha comparado con 'Bienvenido, Mr. Marshall'. Es el mismo americano que inspiró, hace ya muchos años, aquel enorme e irónico grafiti con el que la muralla de Palma recibió la visita de Clinton: “Vaya una mierda de plan Marshall”. Ahora se vuelven a ver pintadas por la ciudad, menos irónicas pero igual de categóricas: “Mallorca no es un laboratorio”, rezan, mientras los turistas recién llegados a la isla pasean ajenos a las mismas.
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