“Esta es una campaña excepcional por lo baja”. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, asumió así que este año hay un serio problema con el aceite de oliva. A pesar de que la cosecha aún está en sus primeros compases, el sector ya sabe que va a ser la segunda peor de lo que va de siglo XXI.
“Este año, la campaña de la aceituna es mala”, reconoce sin ambages Cristóbal Cano, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) en Jaén. “Lo es porque se han juntado la sequía, las olas de calor, la mala floración y ahora un mes de octubre en el que apenas ha llovido”, enumera Cano, también olivarero.
Si se cumplen las previsiones del Ministerio de Agricultura, se alcanzarán las 800.000 toneladas. Una cifra que está muy lejos de la habitual, 1,4 millones de toneladas anuales; y aún más de los 1,8 millones que se alcanzaron hace tres años.
La consecuencia de esta caída de la producción es que los precios, previsiblemente, seguirán escalando. De hecho, ya están subiendo por la espiral inflacionista. Hasta septiembre, el alza supera el 14% en comparación con el año anterior, según los últimos precios publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y eso puede ir a más. “Es muy difícil, con una cosecha corta y altos precios, evitar que los precios se vayan hacia arriba”, reconoció Luis Planas hace unos días en Córdoba.
La campaña, en sus primeros días
La realidad es que las previsiones negativas, tanto del Ministerio como de los olivareros, llegan cuando la campaña acaba de echar a andar. “La cosecha del olivo empieza a primeros de noviembre y puede ir hasta febrero, aunque en algunas zonas ya ha empezado la recolección de los aceites tempranos, los que tienen condiciones organolépticas mejores, como el virgen extra de máxima calidad”, explica el secretario general de UPA Jaén. “Pero ya sabemos que va a ser una campaña mala”, añade. “En el campo, la aceituna ya muestra que hay una reducción tremenda, en secano y en regadío. A nosotros nos falta un mes para empezar y la aceituna no la podemos pintar”, añade.
“Llevamos tres años de sequía seguidos. A eso se suma una gestión de la cuenca del Guadalquivir equivocada, porque se ha desperdiciado agua en riegos que no generan empleo, y a eso se suman los costes energéticos, que son de tal calibre que nos limitan mucho poder regar con normalidad”, explica Juan Luis Ávila, responsable de Olivar de COAG.
La situación de sequía no es solo de España. Ha sido una mala cosecha en toda la cuenca mediterránea, de forma que tampoco se podrá importar más aceite de los países vecinos. España, según indican desde el sector, produce cerca del 50% de todo el aceite de oliva mundial y lo que aquí ocurre provoca un efecto cascada. Se exporta más de la mitad de todo lo que se produce y, al mismo tiempo, se importan alrededor de 200.000 toneladas.
“Tenemos que asegurar que las 575.000 toneladas que consumimos en España, como el millón de toneladas que exportamos al exterior, nuestros clientes, españoles o extranjeros, puedan tener abastecimiento”, aseguró Planas. “Esta es mi mayor preocupación, conseguir que el abastecimiento y la comercialización de 1,6 millón de toneladas podamos hacerla con la producción más el stock de enlace, que en estos momentos está en 582.000 toneladas”.
No es que esta sea una situación nueva para los olivareros. En 2012, la cosecha fue aún peor que la prevista para este año. Entonces se quedó en 600.000 toneladas. La diferencia, apuntan, es que este año sus bolsillos y ahorros llegan mermados por el impacto en costes de la subida del precio de la luz –que en algunos casos se ha triplicado– y porque la sequía y los embalses vacíos no permiten regar, más aún en semanas clave para salvar la cosecha. “En 2012 estábamos en una situación muy distinta, porque ese año podíamos regar, porque había agua embalsada y porque el precio de la energía no era como ahora”, indican desde COAG. “Un año malo se puede aguantar, porque adaptas los recursos, tienes menos ingresos pero intentas compensar. Este año hay poca solución, solo podemos apretarnos el cinturón”, apunta el secretario general de UPA Jaén.
Y ante menos oferta, precios al alza
El sector lanza un doble mensaje. Por un lado, que la cosecha es estrecha, los costes están disparados –sobre todo electricidad, fitosanitarios y fertilizantes– y difícilmente cubren gastos. Por otro, avisan de que esta situación puede generar un efecto llamada, que provoque nuevas subidas de precios antes de tiempo. “Lo que está claro es que se va a comercializar menos aceite, porque hay menos disponibilidad”, indica el responsable de UPA de cara al aceite de oliva que los consumidores comprarán a partir de los próximos meses. “Se puede hacer daño al mercado, porque ahora mismo son especulaciones”, recalca.
Los datos que publica el Ministerio de Agricultura indican que los precios que ahora mismo se cobran en origen son los más altos de los últimos años pero, aun así, no dan para cubrir los costes que afrontan los productores. A 10 de octubre, el aceite de oliva virgen extra de menos de 0,8 grados está en 412,21 euros por cada 100 kilogramos. Un precio que es un 4% superior al de la semana previa, según los datos del Informe Semanal de Coyuntura que publica el citado Ministerio.
“Con el precio actual, no cubrimos. Estamos vendiendo a 4 euros [por litro] y para cubrirlos tendríamos que estar en 7 u 8 euros. Eso sería lo razonable, pero no tenemos los kilos [de aceite] para multiplicar, porque no hay cosecha”, argumenta Juan Luis Ávila. “El consumo medio de aceite de oliva de una familia son 40 litros al año. Si el precio sube un euro, serían 40 euros al año” por familia, justifica el responsable de COAG.
El trasfondo es una llamada a los fabricantes y distribuidores para que no aprovechen para subir sus márgenes. “La distribución, cuando hemos tenido los precios en origen por los suelos, no los bajó en la misma proporción. Ahora les llamamos a la responsabilidad”, reclama Cristóbal Cano. “Cuando nosotros hemos subido los precios 70 céntimos, ellos subieron 2 euros”, critica Juan Luis Ávila.
El segundo bloque de peticiones se dirige al Ministerio que encabeza Planas y a la reunión prevista para este miércoles de la mesa del sector olivar. “Ya hemos pedido una batería de medidas. Desde UPA pedimos que se mejore el seguro agrario, para que cuando haya campañas como esta haya una cobertura con la que minimizar el impacto de los ingresos”. No es la única petición de esta organización. También una reducción del IVA de los fertilizantes y fitosanitarios y que los regantes puedan ahorrar en la factura eléctrica contratando una tarifa cuando hay riego y otra diferente cuando no lo hay. Y hay peticiones para las comunidades autónomas. “Necesitamos planes de empleo, porque se van a perder cinco millones de jornales”, indica UPA.
“El Ministerio es consciente de todo esto. Tiene que empezar a poner en práctica medidas efectivas, reales”, indica el responsable de Olivar de COAG. Entre ellas, apunta a una moratoria en el pago del IBI y de las cuotas de la seguridad social, una bajada fiscal que vaya acorde a la evolución de la cosecha. “No hace falta que creen más mesas”, en referencia a la del regadío, aprobada hace unos días. “Eso solo es una patada hacia delante”.
Campañas cortas en cítricos, cereales y aceite de girasol
El aceite de oliva no va ser el único producto donde, por las cortas cosechas, se verán tensiones de precios. “También va a haber campañas cortas, probablemente, en cítricos, y lo está siendo en los cereales”, reconoció Luis Planas. Una situación que, asumió, “implica una subida de precios. Tenemos que conseguir una estabilidad”.
Y también en otro tipo de aceite, el de girasol, a pesar de que se ha plantado más que en otros años para paliar la pérdida de importaciones procedentes de Ucrania como consecuencia de la guerra.
Este año, la superficie cultivada de girasol ha aumentado un 36%, hasta más de 874.000 hectáreas, según los datos publicados por la Asociación Española del Girasol (AEG). Sin embargo, aunque se haya plantado más, la cosecha va a ser menor, lo que puede derivar en una subida de precios de hasta el 40%, según la citada organización. El motivo, de nuevo, el impacto en los cultivos de la sequía y de las olas de calor de este verano, según indican las organizaciones agrarias. También, que la falta de girasol ucraniano deriva en que haya más demanda de este producto.
“Estamos en guerra, digámoslo claro. Estamos lejos del escenario bélico, pero las consecuencias económicas y sociales se están notando”, justificó Planas ante los medios en unas jornadas organizadas por FICA-UGT.