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Las subidas de los tipos de interés del BCE han restado 2,5 puntos al crecimiento de España en los últimos tres años

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, y la presidenta de la institución monetaria, Christine Lagarde.

Daniel Yebra

10 de noviembre de 2024 21:45 h

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Las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) han restado 2,5 puntos al crecimiento de España en los últimos tres años, y todavía seguirán golpeando el avance del PIB (Productor Interior Bruto) en 2025. El Banco de España calcula que el daño de la austeridad monetaria a la economía real va a alcanzar cerca de 40.000 millones de euros en total de 2022 a 2025.

Mientras, la institución que lidera José Luis Escrivá señala que el “endurecimiento” de las condiciones de financiación apenas ha rebajado algunas décimas la inflación media de cada año, pero celebra que ha sido “fundamental para anclar las expectativas” sobre las subidas de precios.

El director general de Economía del Banco de España, Ángel Gavilán, incluyó estas conclusiones en una conferencia titulada “Política monetaria: ¿de dónde venimos?, ¿dónde estamos? y ¿a dónde vamos?” que dio este viernes en las 'Jornadas de Alicante sobre economía española'. Según sus cálculos, los incrementos del 'precio' oficial del dinero que el BCE inició en junio de 2022 para luchar contra la inflación restaron medio punto al crecimiento de la actividad económica en 2022, en plena recuperación del shock de la pandemia, algo más de un punto en 2023 y casi otro punto más en 2024, como se puede observar en el gráfico extraído de la presentación del propio Gavilán.

Los bancos centrales asumen el daño a la economía real (a las familias, a las empresas...) como parte de su estrategia para luchar contra la inflación. La austeridad monetaria es efectivamente una forma de asfixiar la demanda de los hogares y la capacidad de invertir de las compañías mediante el encarecimiento de las hipotecas y de los préstamos en general. En el informe anual de 2022, el Banco de España apuntó “los canales de transmisión” de las subidas de los tipos de interés, como se observa en el cuadro. De todo ellos el “efecto sustitución intertemporal”, que se refiere a “la contracción del gasto” por el incremento del 'precio' del dinero ha sido el principal golpe a la economía. El siguiente ha sido “el efecto renta”. O, lo que es lo mismo, “la contracción del gasto” en este caso por “el descenso” de los ingresos de familias o empresas.

Según el propio esquema del Banco de España, las subidas de los tipos de interés seguirán dañando “la demanda” en los próximos meses, aunque en julio de este 2024 el BCE decidiera empezar a desandar la austeridad monetaria con un primer recorte, al que siguió otro en septiembre y otro más en octubre, hasta el 3,25% actual. Estas bajadas no impiden que los tipos de interés estén mucho más altos ahora que hace dos años. Desde 2022, el organismo que preside Christine Lagarde inició una agresiva política de aumentos desde el -0,5% en el que estaba la principal referencia hasta llevarlos al 4% hace algo más de un año.



En este tiempo, la inflación se ha moderado hasta quedarse incluso por debajo del objetivo teórico del 2% principalmente por la caída de los precios de la energía, que fueron los causantes de la crisis tras la invasión rusa de Ucrania junto a los cuellos de botella en el comercio mundial que provocó desde 2021 la salida de la pandemia. Las propias cifras del Banco de España apenas otorgan impacto a la austeridad monetaria.

Eso sí, la institución destaca que la “reacción decidida” de los bancos centrales a escala global “fue fundamental para evitar un desanclaje de las expectativas de inflación a medio plazo que hubiera supuesto, a través de efectos de segunda ronda vía salarios y excedentes [beneficios empresariales], un coste sobre la actividad económica mucho mayor del observado”. Es decir, el Banco de España reitera la tesis de que hubiera sido mucho más empobrecedor un escenario sin austeridad monetaria que como lo ha sido con ella.

Trump es una nueva amenaza

En estos momentos, el BCE está aliviando las condiciones de financiación ante la moderación de la inflación en el conjunto de la eurozona y para insuflar oxígeno a la economía, sobre todo por el estancamiento de Alemania y la debilidad del crecimiento de Francia. También lo está haciendo la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. Aunque allí hay una nueva amenaza, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

En su anterior etapa como presidente de la primera economía del mundo ya ignoró la supuesta independencia de la política monetaria y presionó públicamente a la institución. Además, Trump ha prometido aplicar aranceles generalizados a las importaciones estadounidenses y reducir los impuestos a todo, desde las ganancias corporativas hasta el pago de horas extras. Políticas que son inflacionistas.

Desde nuestro punto de vista (el de España y la eurozona), el BCE está condicionado por la Reserva Federal porque si se abre una gran brecha entre los tipos de la eurozona y de Estados Unidos se podría producir una depreciación del euro respecto al dólar inflacionista (para la eurozona), porque automáticamente las importaciones de petróleo y de otras materias primas o productos que se comercian en dólares se encarecerían por el efecto del tipo de cambio.

La hoja de ruta de Lagarde para los próximos meses es ir decidiendo “reunión a reunión” de su Consejo de Gobierno, y como ha repetido hasta la saciedad, con “dependencia de los datos”. De cara a un futuro más lejano, Gavilán incorporó en su conferencia una dosis de autocrítica: “En los próximos años, las perturbaciones de oferta podrían ser más frecuentes y persistentes que en las últimas décadas —debido, por ejemplo, al cambio climático, a los avances tecnológicos y a los conflictos geopolíticos—, y la economía, a escala global, podría tener una menor capacidad para absorberlas”, dijo. “Esto supondrá un reto para la política monetaria, que deberá profundizar en el análisis de la naturaleza y grado de persistencia de las perturbaciones, y ponderar el 'trade-off' que existe entre actividad e inflación cuando se materializan shocks de oferta –a diferencia de lo que sucede con las perturbaciones de demanda [...]—”, concluyó.

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