La pandemia ha acelerado muchas transiciones que se estaban viviendo en los últimos años y la banca ha dado buena cuenta de ello. Para muestra, el impulso que durante los momentos más difíciles de la crisis sanitaria tuvo el pago con tarjeta. La necesidad de limitar el contacto llevó a que se generalizara este método de pago frente al efectivo. Los datos que se van conociendo a medida que pasan los meses constatan que el uso de la tarjeta sigue ganando fuerza frente al dinero en metálico al tiempo que desaparecen los cajeros automáticos y se multiplican los terminales de pago, conocidos habitualmente como TPV.
En 2021, las operaciones con tarjetas superaron por primera vez la barrera de las 6.000 millones en España, según las estadísticas del Banco de España. Son más del doble de las que se realizaban hace apenas un lustro. Los niveles de récord van camino de pulverizarse también este año, a tenor de los resultados del primer trimestre, en el que se produjo un crecimiento del 27%. En estos tres meses se han realizado más de 1.600 millones de operaciones de pago con tarjeta. La vuelta al consumo y el crecimiento del turismo, a la espera de constatarse el impacto que pueda tener la inflación, están acelerando incluso después de la pandemia este tipo de operaciones.
Es cierto que la vuelta a la normalidad está llevando a un crecimiento general de las operaciones, también en efectivo. En este caso, se toma como referencia las veces que se saca dinero en metálico del cajero. Si bien, el ritmo es muy inferior en este caso frente a las veces que se utiliza el plástico para el consumo. Si el año pasado las compras con tarjetas crecieron un 28%, las retiradas de metálico en los cajeros lo hicieron un 4%. Y este año la diferencia es de un crecimiento del 27% para el plástico frente al 7% del efectivo.
La acción de buscar un cajero para sacar dinero se ha convertido en una cuestión excepcional, especialmente para los consumidores más jóvenes, que han asumido como su método de pago principal el plástico de las tarjetas. La pandemia no ha hecho más que acelerar una tendencia en la que cada vez más comercios permiten realizar compras incluso sin límites para las operaciones más pequeñas.
Sin embargo, para los demás niveles de edad, los cajeros automáticos siguen siendo necesarios para sacar dinero en efectivo o para su operativa con los bancos, toda vez que las ventanillas físicas han limitado su actividad. A comienzos de este año, en pleno debate sobre la inclusión financiera, los bancos aprobaron un decálogo genérico de compromisos para atender a la población de mayor edad. Entre estos puntos situaba la promesa de utilizar los cajeros para mantener el contacto “presencial” y la atención a estos clientes.
Pero, a la vez, la red de cajeros ha mermado sensiblemente en los últimos años. Los bancos han ido buscando fórmulas para ofrecer estos dispositivos fuera de sus oficinas, en estaciones o lugares de mucho tránsito. Pese a ello, los datos muestran cómo han ido desapareciendo los cajeros de España, aunque lo hayan hecho en un porcentaje inferior al número de oficinas bancarias. En marzo de este año había en España 46.473 cajeros. Son 1.200 menos que tres meses antes y el recorte es de 4.000 si se comparan con diciembre de 2019, el último dato previo al estallido de la pandemia.
Al mismo tiempo, el parque de TPV activos en España, los dispositivos que se ponen en comercios para realizar los pagos, se ha disparado. En apenas tres meses han surgido más de 44.000 terminales. Respecto al curso previo a la pandemia, el crecimiento ha sido en más de 310.000. Actualmente hay 2,25 millones de estos dispositivos operando.
El gasto con tarjeta duplica a las retiradas de efectivo
Hasta 2016, estas estadísticas mostraban cómo en España era mayor la cantidad de dinero que se retiraba en los cajeros que la que se gastaba a través de pagos con tarjeta. Entonces, se produjo un sorpasso que no ha parado de ampliarse durante este lustro, acelerándose tras la pandemia. Las operaciones con el dinero de plástico movieron durante el pasado año 195.000 millones de euros. Era un 20% más que el récord que se había alcanzado en 2019, antes de la pandemia. Entre enero y marzo de este año el ritmo es todavía más alto, con un gasto con tarjeta que aumenta un 28% frente al mismo periodo de 2021, hasta los 50.000 millones. En este primer trimestre, las retiradas de los cajeros han movido poco más de la mitad de dinero, unos 26.000 millones
La extensión del pago con tarjeta en multitud de pequeños comercios se aprecia en el aumento de las pequeñas compras. Límites de gasto que en el pasado se imponían en muchas tiendas o en hostelería se convierten hoy en la excepción frente a la generalización de los pagos con tarjeta. Esto se constata en las estadísticas del Banco de España. El pago medio con tarjeta se situó en el primer trimestre de este año en 31 euros, sosteniendo la caída continuada que viven estas operaciones desde 2014. En el caso de las retiradas de efectivo, la media ha seguido una tendencia contraria, al alza, pasando de los 137 euros previos de la pandemia a 174 del pasado mes de marzo.
El pago con tarjeta también se ha visto favorecido por el impulso que ha tenido Bizum. Esta herramienta, nacida en 2016, ha supuesto un cambio en los micropagos y la empresa, participada por todos los grandes bancos españoles, cifra en más de 1.100 millones las operaciones que se han realizado desde entonces. Suman un total de 58.000 millones de euros en transferencias.
Al mismo tiempo que la pandemia ha acelerado los cambios en los hábitos de pago de los hogares se han ido poniendo en marcha medidas regulatorias que limitan cada vez más los pagos en efectivo. El año pasado entró en vigor la ley de lucha contra el fraude que reducía de nuevo el límite para el pago en efectivo entre empresas de 2.500 a 1.000 euros y se mantenía el límite de 2.500 euros para particulares. También se reducía de 15.000 a 10.000 euros los pagos que pueden realizar los extranjeros en España en metálico.
En marzo de este año se alcanzó en España el nivel más alto de tarjetas en circulación. Se llegó a 88,2 millones, unas 200.000 más de las que había al cierre del pasado ejercicio. Es decir, hay 1,8 tarjetas por habitante en España. Crecen especialmente las tarjetas de crédito frente a las de débito. Las tarjetas de crédito están muy vinculadas a los vehículos de préstamo al consumo, una figura en la que la banca ha puesto el foco durante los últimos tiempos para sacar rédito de la mejora de la economía tras la pandemia. Según estas estadísticas, el 55% de las tarjetas en circulación son de débito.