Las caras del pluriempleo en España: “El tiempo libre es, para muchos, un lujo que no se pueden permitir”
En España hay 448.200 personas pluriempleadas, es decir, que combinan dos o más trabajos al mes, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE. “Como han bajado tanto las condiciones laborales tienes que tener otro empleo para poder llegar a fin de mes”, explica a eldiario.es Lola Santillana, secretaria de Empleo, Cualificación Profesional y Migraciones de CCOO.
El casi medio millón de personas en España con más de un empleo supone un 2,3% del total de ocupados. Se trata de una cifra mucho menor comparado con países como Islandia, con un 12,1%, Noruega, con un 8,5%, o Dinamarca, con 8,4%. Lola Santillana no cree que se pueda equiparar la situación laboral en España con estos países europeos. “Las condiciones en España están muy por debajo de las condiciones medias que hay en países europeos, desde salariales a la conciliación, convenios colectivos, horarios,...”, critica.
“No hay condiciones comparables. Desde luego lo que no es comparable es el nivel de economía sumergida”, coincide Mari Carmen Barrera, secretaria de Políticas Sociales, Empleo y Seguridad Social de la UGT. Sin embargo, Barrera defiende que el pluriempleo “está ligado también a que haya mucha actividad en la economía” y que no tiene por qué significar un bajo salario necesariamente.
Luis García Tojar, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, explica que no todo el pluriempleo tiene la misma calidad. “Existe un pluriempleo de clase alta, de alta cualificación y alta remuneración y otro de clase baja. Para unos pluriemplearse es una opción y para otros, una obligación”, subraya García Tojar, que describe la situación nacional.
“España tiene uno de los mercados más defectuosos de la Unión Europea, como consecuencia de la escasez de materias primas y de una economía volcada desde hace décadas al sector servicios y a la especulación”, afirma.
Los fines de semana
–Si pudieras, ¿tendrías menos trabajos?
–Sí, obviamente. No por agobio de tiempo, sino porque el curro de entre semana no me hace feliz.
Sara Rimoldi tiene 25 años y dos empleos. El primero y principal, de lunes a viernes, es en un despacho de una procuradora en Madrid. El segundo, los fines de semana, es en Formula GT Experience, una empresa catalana que vende experiencias con coches de alta gama. Además, estudia Osteopatía. En el despacho está contratada por 36,5 horas a la semana. En los eventos de fin de semana trabaja 12 horas lo sábados, aunque si le toca viajar, tiene que irse el viernes. “No son todos los fines de semana, pero sí la mayoría”, explica.
Hace dos años y medio que trabaja en el despacho y año y medio que compagina ambos. “El dinero me venía bien, porque me estoy pagando yo la carrera y el año que viene quiero empezar otra más”, cuenta. En el despacho cobra 821,25 euros. Lo dice así, con los céntimos exactos. En los eventos del fin de semana cobra 90 euros al día si son en Madrid, y 140 cuando tiene que desplazarse.
–¿No te agobia no tener tiempo?
–Siempre he pensado que la gente que dice que no tiene tiempo es la que más lo pierde.
Sara no está del todo conforme con su situación, pero no por estar trabajando unas 48 horas a la semana (sin contar desplazamientos), ni por el empleo de fin de semana, que le encanta, o por estar viviendo con sus padres, sino porque no le gusta el trabajo entre semana: “Hay muy mal ambiente, horrible, pero es el que me da de comer”.
Luis García Tojar explica el nivel de satisfacción que hay entre algunos pluriempleados, a pesar del elevado número de horas que invierten en el empleo. “Los trabajadores han bajado sus expectativas respecto del empleo como consecuencia de la crisis. Hace quince años la expresión 'mileurista' fue acuñada con carácter peyorativo para referirse a los límites de la integración laboral de los jóvenes. Hoy es la aspiración de muchos de ellos', afirma el sociólogo.
Mientras el porcentaje de pluriempleados hombres se mantiene bastante estable, independientemente del estado civil y los hijos –entre un 2,5% y un 2,8%–, en las mujeres el porcentaje casi se duplica entre las solteras sin hijos, con un 4,3%, respecto a las que viven en pareja, con un 2,4%.
“La tasa de desempleo en mujeres sigue siendo muy superior a la de los hombres. Cuando desciende el desempleo, como ahora, desciende en los hombres y no en las mujeres”, explica Lola Santillana.
“No hay medidas de conciliación y de igualdad en las empresas”, critica la secretaria de empleo de CCOO. “Eso hace que una mujer tenga que luchar más por mantener su puesto y por entrar en el mercado de trabajo y, si no tiene cargas, tiene que trabajar más porque todos los informes siguen diciendo que las mujeres estamos subrepresentadas y que los esfuerzos tienen que ser mayores para el reconocimiento del trabajo”, sentencia.
La conciliación
–Si pudieras, ¿tendrías menos trabajos?
–Por supuesto. Sin ningún tipo de duda. Tendría un solo trabajo, pero que también me permitiese disponer de cierto tiempo libre, de tiempo con mis hijos y de tiempo propio.
Nuria López tiene 42 años y vive en Terrassa (Barcelona). Es licenciada en Psicología, tiene una hija de ocho y uno de cinco. En el caso de Nuria, el problema no es el exceso de horas. Tiene cuatro empleos, –todos relacionados con la psicología– y está a punto de empezar dos nuevos proyectos en mayo. Trabaja en una consulta de psicología general en Àptima, centro del Hospital Universitario de Terrassa; en el servicio de Unidad de Cirugía Bariátrica, del mismo hospital, pero en Sant Cugat, haciendo seguimientos de las personas que se operan por obesidad; en un centro médico donde hace evaluación y reconocimiento de diversa índole –permisos de conducción, tenencia de armas,...– en Rubí; y colabora, además, con los centros de la clínica Dorsia, uno en Terrassa y el otro en Barcelona.
Con todo ello, no trabaja más de 10-12 horas semanales y gana unos 1.000 euros fijos a los que se suma lo cobrado en la consulta y la unidad de cirugía, que dependen de la demanda de pacientes. En la unidad de cirugía, por ejemplo, ha visto cinco pacientes en los últimos ocho meses.
“Durante la semana dispongo de tiempo libre”, explica Nuria. Eligió esta fórmula para poder estar con sus hijos. Su hija, Arlet, de ocho años, tiene alergia a la proteína de la leche. “Es de riesgo vital. Vamos con su medicación a todos lados”, cuenta. “Si tuviera otro tipo de horario, tendría que contratar a alguien para que estuviera haciendo lo que hago yo”, sopesa.
“Puedo hacerlo porque vivo en pareja y es un planteamiento que hicimos: uno apostaba la conciliación y el otro, por la carrera laboral. Llegamos a final de mes por eso, si no, sería imposible”. Su marido, Toni, es responsable de un departamento de marketing en la empresa de seguros. “Trabaja muchísimas horas. No tiene un horario establecido y tiene que viajar. Se va de casa a las 8 de la mañana y vuelve entre las ocho y las nueve y media de la noche”.
En España, la mayor parte de los pluriempleados cuentan con un segundo trabajo como asalariados. La brecha entre las mujeres que tiene un empleo secundario por cuenta propia y uno asalariado es mucho mayor que con los hombres. 48.500 mujeres en España son autónomas en su ocupación secundaria, frente a los 92.300 de los hombres. En cuanto a los asalariados en el segundo trabajo, hay 129.100 hombres frente a 176.200 mujeres.
Si bien son pocas horas, Nuria explica el desgaste que conlleva trabajar en tantos lugares distintos. “A nivel psicológico tiene efectos porque necesitas de una organización brutal. A mí, que no soy una persona despistada, me ha ocurrido equivocarme en los horarios y pensar que tenía que ir por la tarde a un trabajo de por la mañana”, admite.
“Luego, tienes que hacer cambio de chip a diario. Cuando realizas un único trabajo estableces una dinámica y una rutina, de esta manera no puedo establecer ninguna dinámica. Finalmente, tienes que batallar mucho las condiciones laborales, porque el empresario tiende a ajustar mucho tus condiciones o no te quiere contratar porque son pocas horas”, se queja.
El “hambre de trabajo”
–¿Tu pareja también trabaja a este ritmo?
–Mi pareja no trabaja porque tiene un tema de nervios. Ella no tiene la ambición que yo tengo. No tiene hambre de trabajo.
Miquel no se llama 'Miquel', pero elige este nombre porque prefiere mantener el anonimato. Miquel habla a gran velocidad y con energía. Tiene 44 años y vive en Montgat, en la provincia de Badalona. “Llevo la contabilidad de cinco empresas”, explica con entusiasmo. “Con el tema de la crisis, bajó la facturación y la faena, y esto, de alguna manera, ha propiciado que nos quede más tiempo libre”.
Habla de 'tiempo libre' como quien tiene algo de lo que hay que deshacerse rápidamente. Aunque admite que en estos momentos está al límite de productividad. “Estoy en tantos sitios que me hago un lío. Ya no puedo abarcar más”, confiesa.
Por la mañana se despierta a las 6.15h. El horario del primer empleo es de 9h a 14h, aunque él va antes. “El horario real es de 8h a 14h, porque adelanto trabajo. Era el empleo principal, pero con la crisis y tal redujeron los sueldos”. Por la tarde, va a “dos o tres más” y los otros los hace por internet. Llega a casa a las 19.30h o 20h, aproximadamente.
–¿Dónde comes?
–Como en la mesa, como hace todo el mundo ahora.
“Cuando salgo de la primera empresa ya sé lo que tengo que hacer en la próxima. Tardo como un cuarto de hora caminando. A la siguiente, tardo unos 10 minutos andando rápido”, prosigue. A pesar del entusiasmo, admite la dificultad de compaginar tantos trabajos: “Recibo emails de cuatro o cinco empresas, te llaman al móvil cuatro o cinco empresas, te llaman en agosto. Al final acabas trabajando todos los días y como te gusta...”.
Miquel tiene la nueva lógica empresarial muy impregnada en su discurso. “Tú no puedes llegar si trabajas ocho horas de lunes a viernes”, afirma. Según datos de la última EPA, una de cada cinco personas en activo han trabajado al menos un domingo al mes.
“El fin de semana adelanto trabajo por las mañanas. Para mí todos los días son iguales, hago dos tres horas por la mañana. Cuando ella está durmiendo yo estoy trabajando”. Su mujer no trabaja “por un tema de nervios” y porque “no tiene hambre de trabajo”, dice. “Tiene 30 y pico y cuando va a buscar trabajo, le ponen pegas por si va a tener hijos. Lo que hacemos es que yo me dedico al trabajo y ella se dedica a la casa”, agrega.
Ahora tiene cuatro contratos indefinidos y un último que está en trámites. Haciendo un cálculo según lo que relata, Miquel trabaja más de 60 horas semanales. Con todo, no llega a los 3.000 euros al mes, asegura. “Es cuestión de lo que quiera cada uno. Hay que mirar para el futuro, pensando en que son trabajos estables”.
Lola Santillana explica que, tras la crisis, los nuevos empleos que se crean reúnen todas las condiciones de precariedad: rotación, temporalidad, tiempo parcial,... “Hace que la gente tienda a tener más empleos para llegar a fin de mes”, subraya.
Desde 2004, el pluriempleo se mantiene entre el 2% y el 3% del total de ocupados en España. En 2011 y 2012 se dan los puntos más bajos, de los últimos años, con un 1,9% en el tercer trimestre. “En época de recesión, de quien primero se desprenden las empresas es de los que tienen contratos temporales. Hay una bajada de la tasa de temporalidad en los años de crisis, porque no se produce empleo. Lo mismo ocurre con el pluriempleo”, agrega Santillana. A partir de 2012, el porcentaje de personas con más de un trabajo va subiendo levemente. El último dato, de 2,3% en el cuarto trimestre de 2018, es idéntico a los últimos tres años.
Miquel insiste con el discurso del esfuerzo personal. “Si no eres proactivo te quedas atrás. Hay que estar preparado para todo. Es la forma de ser de cada uno, hay gente que no quiere responsabilidades, que quiere tener un horario, salir temprano…”.
Aunque admite que si pudiera elegir, estaría en una sola empresa, “por nervios y por todo, sí. Lo que pasa es que con la crisis ya no sé qué es mejor, si estar en una empresa o en más”, dice ante la inseguridad laboral. “Estoy contento, no me puedo quejar, porque tengo un trabajo y están contando conmigo, pero tú tienes que ser ambicioso, tener hambre de trabajo”.
“Lo del hambre de trabajo ya es un clásico”, explica García Tojar. “En la sociedad individualizada, lo social es invisible y sus coerciones se disfrazan de decisiones personales. El tiempo libres es, para muchos, un lujo que no se pueden permitir”, afirma el sociólogo.
Las pluriempleadas invisibles
–¿Llegas a fin de mes?
–Yo no sé cómo llego. Pago las compras, el alquiler... Mi marido se encarga de las pagas del colegio, del dentista. Vamos repartiéndonos las deudas.
Filomena también elige su nombre. Ella no quiere ocultar su identidad porque adelante trabajo de otras empresas en su empleo principal, sino porque sus trabajos secundarios son en negro. Forma parte de ese porcentaje de trabajadores que no aparecen en la estadística.
“El pluriempleo se ve si hay alta en la Seguridad Social. El problema es que la economía sumergida en nuestro país es muy elevada, por tanto no se sabe cuánto pluriempleo hay”, afirma Santillana.
Filomena que no se llama Filomena tiene 34 años, vive en una casa en Menorca, con sus tres hijas y su marido. Hace 14 años que vino de Bolivia y 13 años que trabaja de camarera de piso en la misma empresa limpiando apartamentos. Es fija discontinua, por lo que tiene este trabajo solo seis meses al año, de abril a octubre. “Los otros seis meses me meto al paro o al subsidio, pero con el subsidio no te da para nada”. El subsidio que le dan es de 430 euros, pero de alquiler paga 500. “Luz y agua aparte”, aclara.
Ahora acaba de empezar la temporada. “La rutina cada día es limpiar, limpiar, limpiar”. Filomena trabaja de 7h a 15h, aunque todavía no sabe qué días libra. Generalmente, a los fijos discontinuos de más antigüedad les ofrecen elegir entre un día o dos libres a la semana.
Trabaja también limpiando dos casas dos veces por semana: seis horas a la semana, en total. Además, todos los días, a las seis de la mañana, va a bañar a un anciano. Tarda una hora, hora y media. A veces va un rato antes, para poder llegar al trabajo de camarera de piso. “Tengo que correr al bus”, dice. Se despierta a las 4.40h de la mañana y a las 21h ya está durmiendo.
–Si pudieras, ¿tendrías menos trabajos?
–No llegaría.
–Pero, si pudieras llegar a fin de mes con uno solo, ¿lo preferirías?
–Sí.
En invierno, de lunes a sábado va un par de horas a limpiar y a hacer compañía a una mujer mayor. “En un par de horas se hace magia: haces de psicóloga, le hablas,... tomamos el café, un poco de limpieza”. Ahora, con el trabajo de verano, no le es posible, pero suele pasarse por la tarde a visitarla, porque han entablado una buena relación.
Su marido también “hace la temporada”, como dicen en las islas. Trabaja en cocina. En invierno se queda sin trabajo. “A veces pilla obras”, dice ella. “A veces no pilla nada”, agrega.
A pesar de la situación, Filomena mantiene el buen humor. “Ya estoy acostumbrada. Emocionalmente me gusta, porque cambias de panorama”, dice sobre tener otros empleos además del de camarera de piso. “Es diferente, a veces ellos te cuentan, a veces conversan, es una ayuda psicológica mutua”, dice sobre el cuidado de ancianos.
En la ocupación principal cobra 1.050 euros al mes. “No llego ni a los 1.100”, dice. La familia del anciano le paga 150 euros al mes y en las casas, 10 euros la hora: 60 a la semana. En total, en verano trabaja más de 50 horas semanales. Llegan a fin de mes como pueden. “Son tres niñas. Una va al dentista para ponerse los brackets, la otra tenía que ponerse, pero hemos decidido que el año que viene”.
Desde CCOO, Lola Santillana aboga por cambiar la Reforma Laboral de 2012 y apostar a la reinserción de los parados de larga duración, más que por la vía del pluriempleo. Frente al medio millón de personas pluriempleadas en España, hay 1.780.200 parados que no encontraron trabajo en el último año, un 52% del total en 2018. También en este sector, en el otro extremo del pluriempleo, la mayoría son mujeres.
“Deberían centrarse en mejorar las condiciones de los y las trabajadoras para que no tuviera que haber pluriempleo. Hay que repartir el trabajo entre todas y todos”, insiste Santillana.