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Un cambio de última hora allana la aprobación del TTIP de la UE con Canadá

Manifestantes contra el TTIP y el TiSA en Berlín. Foto: cc Cornelia Reetz vía Flickr

Pablo García

Bruselas —

El acuerdo de libre comercio e inversión entre la Unión Europea y Canadá entrará en vigor este año. Globalmente conocido como CETA por sus siglas en inglés, esta semana la comisaria de Comercio Internacional, la sueca Cecilia Malmström, ha proclamado que el CETA seguramente estará listo para entrar en vigor en otoño cuando pase el escollo definitivo, la votación en el Parlamento Europeo.

Antes del anuncio de Malmström la Comisión Europea anunció un cambio en el controvertido sistema de arbitraje inversor-estado, igualmente conocido por sus siglas en inglés ISDS y que incorpora una serie de mejoras y un cambio de nombre (Investment Court System, ICS). La comisaria reconoció igualmente que todavía no puede asegurar si el CETA será un tratado mixto, lo que permitiría a los 28 estados miembros ratificarlo en sus parlamentos nacionales e incluso someterlos a referéndum.

El CETA se empezó a negociar en 2009 en Ottawa, y siete años después parece ver la luz. Su discusión ha tenido menor impacto que el tratado que negocian la UE y EEUU, el TTIP. Según un alto funcionario comunitario que pide el anonimato, “es normal que los europeos estén más atentos a un acuerdo de libre comercio e inversión que afectará a sus vidas con un país de más de 300 millones que con otro país de 33 millones”. El texto del acuerdo puede leerse aquí.

El cambio ‘in extremis’ del tribunal de arbitraje ha evitado por lo pronto que el Parlamento Europeo tumbe la medida y parece un guiño a los eurodiputados socialistas del S&D, que siempre han declarado estar en contra del ISDS si éste no incluye una lista cerrada de “jueces independientes”.

Pero el nuevo ICS del CETA, al igual que el del TTIP, no incluye una lista cerrada de jueces independientes, sino “un tribunal permanente que dirima disputas institucionales con jueces nombrados previamente por EEUU y Canadá” y un “mecanismo de apelación”. El problema es que en el TTIP y el CETA los árbitros no serán jueces de carrera, sino personalidades reconocidas en el mundo del arbitraje internacional que perfectamente pueden proceder del sector privado, admiten en la Comisión Europea.

“El mandato que yo tengo de los estados miembros es el de introducir un nuevo sistema en el TTIP para que en las futuras negociaciones podamos contar con una corte multilateral permanente”, anunció Malsmtröm en su comparecencia a principios de semana. “Es en el CETA donde veremos lo que pasará después con el TTIP”, añadió.

Los socialistas aún no se han pronunciado en bloque. Los socialistas franceses, que han votado no al informe de opinión del TTIP, rechazan igualmente el ICS, “un ISDS edulcorado, un arbitraje privado estilo Canada Dry”, ironizan en un comunicado. “El riesgo de impedir a los países mantener públicos los sectores que desean defender de las garras de la liberalización es grande”, señalan.

También en Canadá

La oposición a la corte de arbitraje no solo se da en Europa. “Los anti-CETA canadienses conocen la pésima experiencia de su país con el sistema de arbitraje inversor-estado del NAFTA”, como ha señalado el columnista canadiense Thomas Walkom, sorprendido por la creciente oposición en Europa: “Ha sido el espectro del TTIP con Estados Unidos lo que ha despertado las primeras críticas en Europa. Si las firmas canadienses desafían la ley europea, ¿cómo no lo van a hacer las norteamericanas?”, se pregunta.

Johaness Kleis, portavoz de la asociación de consumidores europeos (BEUC) y favorable a un acuerdo de libre comercio con garantías, cree que los tribunales de arbitraje en los acuerdos de libre comercio son prescindibles: “No hay necesidad de un sistema de arbitraje privado que dará más privilegios a los inversores extranjeros, independientemente de si son de la UE, de EEUU o de Canadá”, dice.

Hay quien ve mucho secretismo en los seis años de negociación entre Canadá y la UE. “El acuerdo con Canadá es en estos momentos más preocupante que el TTIP no solo por su presumible inminente aprobación sino por su contenido, de un calado más duro y agresivo”, carga la profesora de Derecho de la Universidad de Valencia, Adoración Guamán, muy crítica con este tipo de acuerdos.

“La UE pretende aprobar en 2016 un tratado cuya negociación se ha realizado en la más completa opacidad, aunque de aprobarse el CETA se convertirá en el segundo tratado comercial más ambicioso que tiene hasta el momento la Unión”, agrega Guamán.

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