Laisser faire frente al refuerzo de las medidas de contención para prevenir una nueva ola de coronavirus. Son la cara y la cruz de una misma moneda en lo que a la gestión del COVID se refiere: la primera, encarnada por Comunidades Autónomas que, como Madrid, han flexibilizado al máximo sus restricciones en aras a equilibrar la balanza salud/economía, y la segunda, integrada por las regiones, entre las que se incluye Baleares, que han reforzado y mantenido las limitaciones una vez finalizado el estado de alarma con la seguridad sanitaria como objetivo principal.
Desde el archipiélago balear, que hace un año se postulaba como territorio ideal del retorno a la “nueva normalidad” fruto de su trabajo para frenar la pandemia y se convertía en la primera autonomía en abrirse al turismo internacional, lamentan, al igual que los otros territorios nacionales con mejores cifras epidemiológicas, que la Comunidad Autónoma haya sido incluida en el veto del Ejecutivo de Boris Johnson a pesar del esfuerzo realizado durante los últimos meses, Semana Santa incluida –con viajes entonces únicamente permitidos entre islas–, y las reducidas cifras de contagios actuales.
La reciente decisión de Reino Unido, principal mercado emisor de turistas hacia España –con un 21,6% del total de visitantes en 2019 y un gasto total de 17.985 millones de euros, de acuerdo con los datos manejados por Turespaña– y segundo de Baleares –con 3,7 millones de visitantes previos a la crisis de la COVID–, ha supuesto un duro mazazo para las islas, que desde principios de este año veían en la desescalada británica un acicate de cara a allanar el camino hacia la ansiada reactivación turística.
Las reacciones y los cruces de acusaciones no se han hecho esperar, con el foco puesto en el Madrid de Isabel Díaz Ayuso, cuyo modelo de gestión consideran responsable último de que el Gobierno británico haya colocado a España en el color ámbar de su semáforo de viajes internacionales –lo que supone que los viajeros que regresen a Inglaterra desde España deberán cumplir cuarentena y hacerse una prueba PCR–. Y así lo han proclamado esta semana la presidenta balear, Francina Armengol, el portavoz del Ejecutivo isleño y conseller de Turismo y Modelo Económico, Iago Negueruela, y, desde el Gobierno central, la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya.
Negueruela amplía, incluso, el significado y el alcance de sus palabras. En declaraciones a elDiario.es, recrimina el modo en que Ayuso ha articulado su estrategia de reclamo de cara al exterior así como las imágenes de calles aglomeradas en distintas ciudades que han circulado tras el levantamiento del estado de alarma. “Se trata de una imagen que no es la deseable en un momento en que nos jugamos la apertura al turismo en España”, lamenta el portavoz balear, quien va más allá en sus críticas hacia la política de la presidenta madrileña: “No es bueno asociar Madrid a España. Madrid es Madrid y ya está”, subraya en clara alusión a uno de los principales mensajes sobre los que se ha apoyado Ayuso en los últimos meses, principalmente en campaña electoral.
“Cuando lanzas un mensaje a la población hay que ser muy responsable. La imagen exterior de España se ha visto perjudicada y nos está costando muchísimo esfuerzo recuperarla. Y nosotros hemos aplicado restricciones muy duras”, subraya el considerado hombre fuerte del Gobierno de Armengol, encargado en Baleares de capear la crisis desatada por la pandemia y de lidiar en primera persona con las pretensiones del sector turístico, principal motor económico de las islas.
El conseller insiste en que, “por mucho que Baleares y Comunidad Valenciana tiremos hacia abajo, todos tenemos que ser corresponsables, no solo los que estamos aplicando restricciones más duras. Es un esfuerzo que debería ser compensado por otras autonomías que deberían tener en cuenta que abrirte internacionalmente al turismo también es importante para Madrid”. Y, con los datos regionalizados en la mano, pulsa la fibra de la equiparación: “Si se analizaran los datos de España por regiones, Baleares estaría abierta a media Europa y Madrid no. Y eso no es argumentable ni admite la opinión contraria de nadie porque es la realidad. Por eso Madrid no está abierta a Alemania y Baleares sí, al igual que a Holanda desde hace más de una semana”.
Los números hablan por sí solos. Mientras la incidencia de contagios durante los últimos 14 días se mantiene en 371 en el País Vasco y en 277 en Madrid, permaneciendo en riesgo extremo de transmisión del virus, en el archipiélago la cifra se sitúa en los 55,9, convirtiéndose, tan sólo por detrás de Ceuta y la Comunidad Valenciana, en la tercera región con los números más bajos de acumulación de casos. A nivel nacional, el número de casos es de es de 173,7. A todo ello, se suma la capacidad de secuenciación genómica para identificar variantes de coronavirus, otro de los principales factores que Reino Unido ha valorado y que en Baleares cuenta con uno de los centros hospitalarios, el de Son Espases, que más muestras ha analizado al respecto.
No en vano, Baleares se mostraba esta semana en Berlín como “destino seguro” gracias a la baja incidencia de COVID–19 y a los controles sanitarios que prevé seguir manteniendo. En esta línea, Negueruela hace valer el potencial de las islas en el país germano, primer mercado emisor de Baleares: “Somos el único destino de Europa que está recuperando turismo alemán”. Y prosigue, lanzando un nuevo dardo al Gobierno madrileño: “A alguien que ahora mismo vuelva de Madrid a Alemania se le exigirá cuarentena, a nosotros, no. Y eso también es gestionar la imagen exterior”.
El portavoz del Govern balear aleja cualquier atisbo de politización en sus afirmaciones sobre Madrid y subraya, a vueltas con Reino Unido, que la incidencia ha sido el factor determinante a la hora de colocar a España en ámbar y, en este sentido, “en la incidencia de España incide la de Madrid, guste más o guste menos. Es un dato objetivo. Las de Euskadi y Aragón también han influido, pero el peso poblacional de la Comunidad de Madrid nos lastra”. Pese a ello, se muestra optimista, confiado en que “en cuanto nos abran en verde seremos uno de sus principales destinos porque somos muy seguros y ellos lo saben. Esperemos que lo hagan lo antes posible”.
Precisamente, el ministro británico de Transportes, Grant Shapps, ofrecía el miércoles un hálito de esperanza: “Aunque el número de países en la lista verde es inicialmente bajo, anticipo que crecerá con el tiempo a medida que la situación mejora a nivel mundial, lo que significa más oportunidades para la apertura de los viajes internacionales”. “El riesgo de los países se vigilará de cerca de manera continua y las listas se actualizarán cada tres semanas”, anunciaba Shapps.
En línea de lo manifestado por Negueruela, Francina Armengol incidía el jueves vía Twitter en que “si Madrid estuviera en la incidencia sanitaria que está Baleares, o toda la media de España, para no hablar sólo de Madrid, ya estaríamos abiertos a Reino Unido”. El viernes obtenía respuesta por parte de Ayuso, quien recriminaba a la presidenta balear que “no está ni para hablar ni para dar lecciones a los demás”, al acusarla de “arruinar a muchísimas familias”. “Lo que no puede ser es que si vienen muchos turistas franceses es culpa mía y si no vienen turistas británicos es culpa mía”, aseveraba.
Lo cierto es que, desde hace varios meses, Madrid y Baleares han seguido estrategias opuestas a la hora de gestionar el impacto de la pandemia. La voz de Armengol se dejó sentir desde el principio de la crisis sanitaria para reclamar durante la primera ola el cierre de los aeropuertos, mantener el cierre de los bares y continuar con el toque de queda una vez concluido el estado de alarma, no sin la voz de protesta de restauradores y hoteleros. Las cifras económicas, sin embargo, difieren de la buena marcha sanitaria, entre otras cosas por la gran dependencia de las islas del turismo tanto nacional como internacional: el PIB balear se desplomó un 27% en 2020 (frente a un –13,6% en el caso de Madrid) y la tasa de paro se situó en el 18,9% en las islas en el primer trimestre de 2021 (frente al 10,5% en la Comunidad Autónoma madrileña). A pesar de las diferentes estrategias para lidiar con la pandemia, Madrid es la tercera comunidad con las peores cifras económicas tras los archipiélagos balear y canario.
Respuesta de Ayuso
La presidenta de la Comunidad de Madrid en funciones, Isabel Díaz Ayuso, contestó en 'Espejo Público' de Antena 3 a la presidenta del Govern balear que no está “ni para hablar ni para dar lecciones a los demás” cuando “han arruinado a muchísimas familias”. Si ofrecer ningún dato ni cifra alguna, Ayuso señaló que lo que sucede es que “este PSOE, que se ha vuelto el más puritano de España, no hace otra cosa más que ”insultar“ y estigmatizar a Madrid ”con las cañas y los toros“.
“Desde luego, lo que no puede ser es que si vienen muchos turistas franceses es culpa mía y si no vienen turistas británicos es culpa mía. ¿Pero qué se piensan que es Madrid? ¿Por qué tantos ciudadanos de todos los rincones vienen a vivir aquí? Otras autonomías han llegado a tener unas incidencias muchísimo peores que las de Madrid en la segunda y en la tercera ola”, declaró la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Mientras tanto, los hoteleros de Mallorca consideran que, en estos momentos, el objetivo primordial pasa por aminorar los niveles de incidencia del coronavirus, intensificar la campaña de vacunación antes de junio, levantar las restricciones temporales de movilidad que operan entre España y Reino Unido y lograr un tratamiento diferenciado respecto al territorio peninsular, además de transitar desde las pruebas PCR a los test de antígenos transitar de las pruebas PCR como fórmulas que ayuden a recuperar una temporada turística que, admiten, se están iniciando mucho más tarde de lo habitual.
Negueruela, sin embargo, transmite calma. Subraya que en zonas como la Playa de Palma, destino predilecto del turismo alemán, ya hay numerosos hoteles abiertos debido al incremento del tráfico aéreo con el país germano, lo que representa una ventaja respecto a otros países competidores como Grecia, Turquía y Túnez, vetados en estos momentos por Alemania. Respecto a Reino Unido, precisa que lo que los británicos están haciendo es retener demanda. “Para ellos estamos igual de cerrados que Italia, Grecia, Turquía y Túnez. Cuando Inglaterra nos abra entraremos todos a competir en igualdad”. No ve en Portugal, abierta al turismo británico, un competidor “fuerte”: “No tiene la capacidad de absorber toda la demanda inglesa”, sentencia.