En marzo de 2020, Carlos salió de su oficina con el ordenador bajo el brazo y los papeles en los que estaba trabajando. Los casos de coronavirus se disparaban en España en la que se titularía después como “la primera ola” del virus. Porque le siguieron hasta cinco más, de momento. “Entonces pensábamos que el teletrabajo iba a ser un periodo mucho más corto”, recuerda el trabajador, investigador en un organismo público, que al final ha estado año y medio trabajando desde su casa. Este septiembre vuelve a la oficina, donde pondrá cara a algunos compañeros nuevos a los que todavía no conoce. “Antes de la pandemia no teletrabajábamos, salvo alguna excepción, y ahora podemos elegir algunos días para trabajar desde casa”, explica el joven, que prefiere guardar su anonimato.
Los jefes de Carlos han optado por el momento por lo que se conoce como fórmula “híbrida”, que combina teletrabajo y trabajo presencial. La norma volverá a ser acudir a la oficina, pero los empleados pueden solicitar varios días de trabajo a distancia si lo desean. “Han adaptado el programa en el que pedimos las vacaciones y ahora se pueden pedir los días por ahí, ya de manera formal”, cuenta. Carlos pedirá, “en línea con los compañeros”, trabajar desde casa “dos o tres días”.
“El teletrabajo tiene cosas buenas, ahorras mucho tiempo de transporte, te puedes organizar mejor y te quita muchas interrupciones de la oficina. Estás más centrado en lo tuyo y te cunde más. Pero también tiene contras, como no ver a los compañeros, la sensación de aislamiento y para algunas cosas es más ágil y productivo hablar a la cara. Por eso, me gustaría tener las dos opciones”, argumenta.
Silvia (nombre ficticio) también abandonó su centro de trabajo al inicio de la pandemia y ahora volverá a pisarlo este septiembre. Por el momento, con trabajo presencial solo dos días a la semana. Su empresa ha implantado una nueva organización de puestos de trabajo rotatorios, con la que se ha reducido el aforo en la oficina, con más distancias, y los empleados se alternarán en los sitios disponibles.
“Se me hace raro volver después de tanto tiempo. Entras en una inercia de trabajar en casa y ahora cuesta pensar en salir cada día temprano, tomar el transporte público, volver a casa a las mil...”, reflexiona Silvia, que en realidad cree que muchos días echa más horas teletrabajando desde casa que cuando estaba en la oficina. “Era más fácil cortar al terminar la jornada, ahora cuesta más desconectar, el trabajo inunda un poco todo”, valora.
Por otro lado, la trabajadora echa de menos ver a sus compañeros, tanto en lo personal como en lo profesional. “Que si tienes una duda y quieres comentar algo, saber otra opinión de lo que estás haciendo, puedas hablar con alguien que está a tu lado, no tener que escribir por un chat, que a veces no lo haces por no molestar”, afirma. En estos meses, su trabajo ha sido más individualizado y reconoce que se ha alimentado menos del conocimiento colectivo de sus colegas que en el pasado.
Unos días en casa y otros en la oficina
El modelo híbrido o “mixto” es una de las tendencias que se extenderán en septiembre entre las empresas que han mantenido hasta la fecha el trabajo a distancia, por completo o bastante extendido, debido a la pandemia. Después de que se implantara la medida de manera forzosa y masiva con el estallido del coronavirus en España, algunas compañías fueron revirtiendo la medida cuando pasó “lo peor”. Otras, ante las sucesivas olas del virus, han optado por mantener de manera significativa el teletrabajo estos meses. Dado el gran avance en la vacunación, la 'vuelta al curso' de 2021 se plantea como un nuevo intento de regreso a una mayor normalidad en muchas oficinas.
“Aunque el ritmo de vacunación es muy extenso hay que recordar que no se ha llegado a la meta prevista del 70% y hay nuevas variantes que complican las cosas”, recuerda Andreu Cruañas, presidente de Asempleo y miembro del comité ejecutivo de la patronal CEOE. Estos motivos explican también cierta “prudencia en el regreso”, añade Cruañas, con algunas empresas que preveían el retorno tras el verano, pero que de momento van a esperar a ver cómo comienza septiembre.
Es el caso de Jesús (nombre ficticio), trabajador en el sector de la banca. “En mi empresa se lo están tomando con precaución. Por el momento nos han dicho que seguimos igual, sabemos que vamos a volver a las oficinas, pero nos han dicho que no se van a precipitar”, explica. En su caso, después de “tres o cuatro” meses de teletrabajo todos los días, la empresa implantó un sistema por turnos: formó grupos burbuja y teletrabajan dos semanas y una van a la oficina. “Si alguno enferma, no se contagia toda la oficina y hay ese margen de dos semanas en casa para que dieran los síntomas”, relata.
Pero en general, en las organizaciones empresariales sí detectan la tendencia a un “modelo mixto” de trabajo presencial y desde casa en los próximos meses, en los que “todavía el teletrabajo estará marcado por una motivación sanitaria, no propiamente de organización del trabajo”, puntualiza Andreu Cruañas. “Aún no ha terminado esta situación extraordinaria por la pandemia y creemos que durará unos meses. En junio del año pasado la gran discusión era si habría segunda ola. Ahora discutimos si habrá sexta ola y si será necesaria una tercera vacunación. Esto no ha acabado”, reflexiona el representante empresarial.
Además de la cautela por la situación sanitaria, en algunas compañías han visto el teletrabajo fruto de la pandemia como una opción muy rentable para sus bolsillos. “El teletrabajo mal entendido, sin compensar gastos ni dar material a los trabajadores como exige la legislación”, matiza Cristina Estévez, secretaria de Política Institucional y Políticas Territoriales de UGT. La Ley de Trabajo a Distancia aprobada el año pasado exceptuó parte de las nuevas exigencias para las empresas que lo aplicaran como medida de contención de la pandemia, pero gran parte de las compañías se lo han tomado como una vía libre para no sufragar los costes laborales y dejar que recaigan en el empleado.
Redefinir el teletrabajo en la era post-covid
Jesús confía en que el banco le permita teletrabajar más de un día a la semana, su situación antes de la COVID. En este aspecto, no hay ganas de volver a la normalidad prepandemia. “El teletrabajo te da más flexibilidad y en mi caso me ayuda a conciliar con el niño. Tengo la guardería a diez minutos de mi casa, puedo llevarle un momento y volver. Además, valoro el tiempo que ahorro en el desplazamiento a la oficina. Esa hora para ir y otra para volver, dos horas que se te van al día. Cuando teletrabajas, si a las 6 de la tarde terminas, ya estás en casa”, sostiene el trabajador.
El presidente de Asempleo y miembro de la CEOE considera que, pasada la pandemia, habría que “revisar” la Ley de Teletrabajo y las condiciones de trabajo a distancia que se están acordando en la actualidad. Antes el trabajo a distancia “era una opción, pero hemos podido comprobar hasta dónde es posible implantarlo en esta situación extrema. Ahora se trata de ver cómo se pactan unas condiciones entre la empresa y el trabajador para hallar el mayor beneficio mutuo. Un win-win”, sostiene.
Jesús cree que la pandemia ha acabado con uno de los mayores miedos de los empresarios a esta fórmula de trabajo: la pérdida de control. “Se puede controlar perfectamente si la gente trabaja o no, aunque no esté en la oficina. Se pueden medir resultados”, considera. Aunque, a veces, el rechazo perdura aun sin razones concretas. Según una encuesta de Adecco, excluidas las empresas cuya naturaleza no permite el trabajo a distancia, un 51,7% de las compañías aseguraban que no facilitarán a sus empleados la posibilidad de trabajar en remoto una vez termine la crisis sanitaria, frente a un 48,2% que sí está dispuesta a ofrecer esa posibilidad. Hay que recordar que antes del coronavirus, el teletrabajo en España era residual. Sobre los motivos para no permitirlo, la respuesta más seleccionada –por una de cada cuatro empresas preguntadas– fue “no sabe, no contesta”.
En UGT sostienen que el teletrabajo “bien regulado”, combinado con atención presencial, “es una oportunidad para el trabajador”. Cristina Estévez considera necesario acabar con algunas características del teletrabajo fruto de la pandemia, como la improvisación, la falta de prevención de riesgos laborales y de compensación de gastos. “Hay trabajadores que quieren volver a las oficinas porque echan muchísimas horas desde casa, con jornadas brutales e incluso una menor sensación de conciliación real. Eso tiene que acabar, garantizando la desconexión de los trabajadores”, destaca.
Para saber cómo será el teletrabajo post-pandemia haría falta “una bola de cristal”, se ríe Eva Rimbau, experta en teletrabajo y profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. La docente considera que aún es pronto para saberlo y que la situación se irá definiendo con el control de la pandemia. “Habrá más teletrabajo que antes, eso seguro, pero no sabemos cuánto, es pronto para sacar conclusiones”, considera.
Rimbau recomienda a las empresas que huyan de la dicotomía “volver a la oficina o quedarnos en casa” y apuesten por una mayor flexibilidad, que combine ambas opciones. “Lo ideal es buscar lo mejor de los dos mundos, el teletrabajo puede ser muy bueno, suele ser valorado por los trabajadores. Las empresas que hacen una reflexión y revisan su organización, sus procesos, y los adaptan son las que sacarán algo positivo del trabajo a distancia”, apunta. Respecto al teletrabajo, la pandemia ha dejado al menos algo de lo que muchos trabajadores no se quieren desprender.