La ciudad inglesa de Leicester está viviendo una temporada negra a nivel deportivo. Donde la temporada pasada hubo alegría por una gesta impensable, ahora apenas queda temor por la dirección, cuesta abajo y sin frenos, que ha tomado el Leicester City: el vigente rey de la Primer League solamente tiene un punto de margen respecto al descenso.
Claudio Ranieri, que se alzó con el premio The Best 2016 al mejor entrenador, ha cambiado su célebre gabardina negra para enfundarse un jersey a rayas horizontales granates y verde caqui para perturbar las pesadillas de los 'foxes'. El 'dilly-ding, dilly-dong' - expresión usada frecuentemente por el técnico romano para que sus jugadores no se desconcentren - es el grito de la pelea por la permanencia. Y, encima, con la Champions League de por medio mermando las energías del Leicester.
Los pésimos resultados cosechados en la competición regular han propiciado que la directiva del Leicester haya empezado a construir una guillotina bien afilada en caso de tener que tomar una decisión drástica respecto al futuro del equipo y, sobre todo, del entrenador romano, que fue el máximo responsable de la construcción de un equipo campeón a partir de una materia prima destinada a luchar por objetivos menos ambiciosos.
Los números del Leicester no dejan lugar a dudas de su descalabro: las 23 victorias y 3 derrotas de la pasada campaña han dado paso a 5 triunfos y 13 partidos perdidos a mitad de temporada. Los jugadores franquicia del conjunto 'fox' tampoco están sobresaliendo: Jamie Vardy no marca, Riyad Mahrez ni anota ni asiste y Wes Morgan lo mismo de lo mismo.
Adiós a las hamburguesas
La desaparecida prosperidad del Leicester sirvió como aval a Ranieri para permitir una serie de lujos a su plantilla impropios de deportistas de élite. El técnico italiano comenzó a motivar a sus jugadores, entre otros procedimientos, a base de pizza y hamburguesas. A mejores resultados, más comida rápida. La fórmula dio resultado y al Leicester le pusieron la corona. Ahora la regia dieta se ha convertido en un problema y Ranieri ha querido reconducir la alimentación de sus jugadores para hacer lo propio con la temporada. Se acabaron las hamburguesas para los 'foxes'.