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Quien más quien menos has tenido la tentación, en un momento u otro, de no poder resistirse a comer sin mesura un paquete de galletas o una bolsa de patatas. “Soy adicto al chocolate”, “necesito mi dosis de azúcar” o “no puedo parar de comer helado” son algunas de las expresiones que solemos usar cuando nos referimos a ciertos comportamientos alimentarios.
¿Quiere decir esto que tenemos adicción a la comida, sobre todo si lo hacemos con alimentos ricos en calorías, solo por placer, y aunque sea de manera fugaz? La respuesta no es clara, o al menos es discutida.
Y es que aún no hay un consenso claro sobre la validez del concepto de adicción a la comida y si algunas personas que luchan por controlar su ingesta excesiva de alimentos pueden considerarse adictos a la comida o hablamos más de una ingesta compulsiva.
¿Podemos ser adictos a la comida?
Son muchas las cosas que activan las vías cerebrales diseñadas para liberar dopamina, la hormona del placer, como la música. En este caso, sin embargo, no preocupa que esta se convierta en adictiva. La comida es gratificante, pero no hay evidencia de que sea una sustancia químicamente activa.
La adicción a la comida no es un diagnóstico médico oficial, aunque los comportamientos alimentarios adictivos se han relacionado con afecciones médicas como la obesidad y el trastorno por atracón.
Tampoco existe consenso en la comunidad científica. Una investigación publicada en Neuroscience and Biobehavioral Reviews defiende más el concepto de “adicción al comer” que “adicción a la comida”. Esto significa que se trata de un trastorno que guarda más similitudes psicológicas y fisiológicas con las adicciones comportamentales que con la adicción a sustancias.
Según esta investigación, la comida no es la que debe entenderse como sustancia que activa el sistema de recompensa, sino que es el vínculo que se establece entre las señales de hambre y saciedad con el sistema de recompensa lo que sí permite hablar de adicción. Por ejemplo, no está demostrado que el azúcar crea adicción.
Una cosa es que una persona se sienta “adicta” porque se siente descontrolada frente a ciertos alimentos y otra que una sustancia alimenticia sea fisiológicamente adictiva. En muchos casos se habla más de un hábito que de una verdadera adicción, un concepto que se usa para describir más un hábito alimentario compulsivo.
Adicción y comida, una relación controvertida
En la otra cara de la moneda hay investigaciones que sostienen que la comida sí puede ser adictiva. Hacen referencia a los alimentos ultraprocesados, que desencadenan la liberación de la dopamina, al igual que otras sustancias adictivas.
En las personas que están más predispuestas a la adicción, estos químicos pueden dominar otras señales del cerebro que dicen que están llenos o satisfechos, lo que lleva a comer en exceso, sobre todo alimentos con alto contenido en edulcorantes e ingredientes refinados.
El término adicción a la comida sugiere que las personas pueden experimentar reacciones de tipo adictivo a la comida, similares a las que se observan con las sustancias clásicas de abuso.
Tanto es así que en la década de 2010 una investigación de la Universidad de Yale daba con la escala de adicción a los alimentos de Yale. Para los expertos, comer alimentos “adictivos” desencadena respuestas cerebrales que se asemejan mucho a las respuestas al alcohol u otras drogas.
En esta escala se pide a la persona que califique la frecuencia con la que experimenta ciertas relaciones “no saludables” con los alimentos. Se basa en las medidas de adicción descritas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales IV para drogas, con la propuesta de que, en algunas circunstancias, las personas se comportan con la comida como lo hacen con las drogas.
A diferencia del alcohol y el tabaco, la comida es una sustancia de la que no podemos abstenernos. ¿Cuándo se considera que cruzamos una línea hacia el consumo y la adicción? Según este Manual de Diagnóstico, alguien se diagnostica como alcohólico cuando en un periodo de 12 meses aparecen síntomas de abstinencia cuando reduce o elimina el alcohol; bebe más alcohol de lo que pretendía; tiene un deseo continuo de reducir la cantidad; pasa mucho tiempo bebiendo o recuperándose; renuncia a actividades importantes o continúa consumiendo aunque sepa que conlleva problemas.
¿Cómo se pueden aplicar estos criterios a la comida? Aunque reconocen que, por ejemplo, los alimentos ultraprocesados no desencadenan intoxicación y no causan síntomas de abstinencia física que pongan en peligro la vida, algunas personas son propensas a consumirlos de manera compulsiva incluso si hay consecuencias negativas importantes.
También existen los cuestionarios de antojos de alimentos, una de las medidas usadas para evaluar la frecuencia e intensidad de la adicción a la comida (aunque también se discute que puedan indicar niveles patológicamente elevados de este tipo de antojos). Sí ha demostrado, con la selección de 15 ítems, un poder predictivo para establecer criterios de adicción a la comida.
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