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Muchas personas siguen pensando en nuestro país que el agua del grifo es desaconsejable porque su dureza -riqueza en calcio y magnesio- es excesiva y promueve los cálculos renales, hasta el punto de que se abstienen de beberla.
A este respecto, un agua dura potable, según la clasificación de la OMS, posee entre 10 y 500 miligramos de equivalentes de carbonato de calcio por litro. Para la OMS, el umbral de tolerancia habitual, en cuanto al sabor, oscila entre 100 y 300 miligramos, aunque señala que muchos consumidores aceptan sin problemas cifras de hasta 500 mg/litro.
Aguas duras y cálculos; sin evidencia
En este artículo ya explicamos en su día que con los niveles de cal de las aguas españolas, y siempre situándonos en unas cotas razonables que avalen las autoridades sanitarias, no había fomento de los cálculos renales, si bien es cierto que dos de los tipos de cálculos más importantes poseen calcio en su estructura.
Hablamos de los cálculos de cálculos de oxalato cálcico, que tienen que ver con la reacción que el ácido oxálico forma con el calcio, creando una sal insoluble que se deposita en los conductos urinarios, y de los cálculos de fosfato cálcico que se forman en el riñón al dar lugar a una sal insoluble entre el ácido fosfórico y el calcio.
El ácido oxálico se encuentra en numerosos alimentos de origen vegetal, si bien el riñón puede fabricarlo en cantidades considerables. En cuanto al fósforo y el calcio, es obvio que provienen de fuentes externas, como los alimentos y bebidas que los contienen, entre ellos el agua.
No obstante, la razón de que se formen los cálculos parece estar más vinculada a una predisposición genética que a la riqueza mineral de alimentos y bebidas. De este modo, la persona con tendencia genética y metabólica a formar cálculos los padecerá aunque tenga una alimentación equilibrada y, según concluye una revisión de la Organización Mundial de ala Salud (OMS), no existe una relación visible entre consumo de aguas duras y cálculos renales.
En cualquier caso, la organización aconseja a personas que previamente conozcan o padezcan su tendencia a formar cálculos renales abstenerse de consumir aguas excesivamente duras.
El calcio y el magnesio, fundamentales para nuestra salud
Por otro lado, se ha especulado con que las aguas duras no solo no son perjudiciales sino que, muy al contrario, son saludables. El motivo sería precisamente su aporte en calcio y magnesio, dos minerales muy importantes para el cuerpo humano, pero especialmente a partir de los 50 años, cuando su asimilación podría descender progresivamente.
El magnesio es de vital importancia en el músculo a unos determinados niveles para que se regule bien la contracción muscular. También interviene en la transmisión del impulso eléctrico de diversas maneras.
Asimismo, forma parte de numerosas coenzimas con funciones importantes y participa en las reacciones relacionadas con la obtención de adenonsín trifosfato o ATP, la molécula básica de almacenamiento de energía a nivel celular. Y precisamente por ello es fundamental a edades en que el riesgo de infarto aumenta.
Por otro lado, es necesario el concurso del magnesio para que el fósforo y el calcio se fijen bien en huesos y dientes. Es decir que los alimentos ricos en calcio y fósforo pero sin magnesio, no son eficaces para fijar estos minerales. Pero acompañados de un agua dura, que además aporta un plus de calcio, pueden cumplir mejor su función y esto se reflejaría en una mejor salud cardiovascular y una menor incidencia de la osteoporosis en edades avanzadas.
El valor medio diario de magnesio necesario para nuestra buena salud ronda los 400 miligramos. Aunque es una exigencia alta, con una alimentación variada y equilibrada se consigue con facilidad, ya que se trata de un elemento muy abundante en el planeta.
Ahora bien, cubrir esta dosis puede ser difícil si nuestra dieta se basa en comida con bajo perfil nutricional o presenta muchas carencias, así como si nos alejamos demasiado de la dieta mediterránea. A veces, las personas mayores presentan perfiles de desnutrición; ¿puede ser el agua dura un buen suplemento?
Magnesio: evidencias, pero débiles
Hay diversos estudios y revisiones que así lo avalan. En concreto una revisión de estudios epidemiológicos sobre dureza del agua potable y enfermedades cardiovasculares concluye que “la información de estudios epidemiológicos y de otro tipo respalda la hipótesis de que una ingesta baja de magnesio puede aumentar el riesgo de morir y posiblemente desarrollar una enfermedad cardiovascular o un accidente cerebrovascular”.
“Por lo tanto”, prosigue el informe, “no eliminar el magnesio del agua potable o, en ciertas situaciones, aumentar la ingesta de magnesio del agua puede ser beneficioso, especialmente para las poblaciones con una ingesta dietética insuficiente del mineral”.
No obstante, la OMS es cauta al respecto y en su revisión Efecto de la dureza del agua sobre la mortalidad cardiovascular: un enfoque de series temporales ecológicas avisa que “es posible que los estudios de series temporales ecológicas de poblaciones expuestas a cambios en la dureza del agua potable no puedan proporcionar evidencia concluyente sobre los vínculos entre la dureza del agua y la mortalidad cardiovascular, a menos que se estudien poblaciones muy grandes”.
Aguas duras, calcio y osteoporosis
Por otro lado, un estudio del Hospital Clínica de Barcelona de 2008 concluía que el consumo de aguas duras podía tener efectos preventivos frente a la osteoporosis. Además, el estudio español de las aguas del grifo Intake of calcium, magnesium and sodium through water: health implications, también de 2008, concluía: “En algunas ocasiones, el agua puede incluso aportar el aporte mínimo recomendado de Ca(2+) y Mg(2+)”.
Así también lo certifica otro estudio estatal titulado The calcium concentration of public drinking waters and bottled mineral waters in Spain and its contribution to satisfying nutritional needs, que apoya que el consumo de agua del grifo en muchas ciudades españolas puede suplementar una insuficiente ingesta de calcio en los alimentos.
En todo caso, queda fuera de duda que, salvo en casos muy concretos entre los que están personas con tendencia a los cálculos sobradamente acreditada o bien aguas muy altas en sodio, el agua del grifo no es perjudicial para la salud.
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