Alimentos y acné: los prohibidos y los que nos ayudan a evitarlo
Casi todos sufrimos acné en algún momento de la vida. Sobre todo en la adolescencia, etapa en la cual -según los estudios al respecto- el problema afecta a más del 90% de las personas. Otros trabajos destacan que persiste en la adultez en entre el 12% y 14% de los casos.
El acné se define como un proceso inflamatorio que afecta a la unidad pilo-sebácea: hay un aumento en la producción de grasa que tapona el folículo (es decir, la pequeña cavidad en la que crece un pelo), y sobre ellos aparecen pústulas: los característicos granos.
Tales granos aparecen, por lo general, en la cara. A menudo, también en el pecho y la espalda. No tiene consecuencias que comprometan la salud física más allá del aspecto estético. Pero esto último es fundamental, debido a sus implicaciones psicológicas y sociales. Sobre todo, por la etapa de la vida en la que suele tener mayor prevalencia.
“El acné puede hacer infeliz al adolescente que se ve incapaz de mantener una vida social en un momento crucial de la vida”, explica la ‘Guía para pacientes con acné’ de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
El documento añade que muchas personas de esa edad con acné “optan por encerrarse en casa y renuncian a llevar una vida de relación con sus compañeros”. Por eso, al analizar cada caso, se deben tener muy presentes los rasgos de ansiedad en los adolescentes y jóvenes. Y también los rasgos depresivos en los adultos.
Factores de riesgo de acné
El acné está relacionado con múltiples elementos, además de la edad. Entre los principales factores de riesgo se encuentran el sobrepeso y la obesidad, los antecedentes familiares y ciertos tipos de piel. Así lo afirma un estudio publicado hace dos años por la revista ‘Nature’.
¿Y qué sucede con la alimentación? Tradicionalmente se ha atribuido a ciertas comidas la capacidad de provocar o empeorar el acné. Pero durante muchos años la ciencia había desestimado esas versiones, pues no se consideraba que hubiera evidencia sólida para avalarlas.
Hace alrededor de una década, sin embargo, se produjo un “resurgimiento” de esas hipótesis -según explicaba por entonces un metaanálisis sobre la cuestión- “en base a la observación de los efectos que ejercen algunos constituyentes de la dieta occidental” en el desarrollo de esta patología.
En el periodo de poco más de una década transcurrido entre 2009 y 2020 se publicaron más artículos científicos sobre la relación entre el acné y la dieta que en todo el medio siglo anterior. Así lo indica una revisión de 53 estudios, elaborado por investigadores de la Universidad de Catania, en Italia, y publicado el año pasado.
Este trabajo asegura que -si bien siguen siendo necesarios más estudios para elucidar las causas específicas- existen “varios factores dietéticos asociados con el acné”, así como otros que tienen capacidades “protectoras” contra este mal. Ambos grupos de alimentos se detallan a continuación.
Alimentos más perjudiciales
- Entre los alimentos que más favorecen la aparición de acné se encuentran los de elevado índice glucémico. Es decir, aquellos que con mayor rapidez aumentan el nivel de azúcar (glucosa) en la sangre. Pan blanco, puré de patatas, zanahorias cocidas, miel, cereales procesados y arroz blanco son ejemplos de esos productos.
- Un concepto parecido pero no igual es el de carga glucémica. También mide el impacto de cada alimento sobre la glucosa en sangre, pero tiene en cuenta la cantidad de hidratos de carbono incluidos en ese producto. Algunos de los alimentos con carga glucémica más alta son las pasas, las galletas de trigo no integrales y los macarrones.
- Si la dieta tiene un alto contenido de esos grupos de alimentos -y también otros como bebidas azucaradas o energéticas-, se genera en el organismo un exceso de insulina que propicia el acné. Además, por supuesto, del aumento de peso (como ya se ha mencionado, factor de riesgo del acné), inflamación y la aparición de diabetes.
- Los lácteos constituyen otro grupo de alimentos que elevan el riesgo. En este caso, debido a que son ricos en estrógenos, andrógenos, IGF-1 (una hormona que regula los efectos de la hormona del crecimiento) y hormona del crecimiento bovino. Estos componentes, según los investigadores, favorecen el acné.
- El chocolate es otro de los productos que pueden causar -o empeorar- el acné. Se realizaron pruebas específicas para determinar si el desencadenante radicaba en el chocolate mismo o bien si podía tratarse de la leche o el azúcar añadidos. En efecto, fue el chocolate.
- Por último, el análisis determinó que las grasas saturadas derivadas del exceso de comida rápida, frituras y carnes rojas también son perjudiciales en relación con el acné.
La dieta para prevenir el acné
En el extremo opuesto -para prevenir o al menos para reducir el riesgo de acné- se encuentran, siempre según la investigación de los científicos italianos, varios de los productos típicos de la dieta mediterránea.
- Por un lado, verduras de hoja y frutas enteras.
- Por el otro, productos que incluyen ácidos grasos omega, desde vegetales como aguacate, nueces y semillas de lino.
- También pescados azules, como el atún, la caballa y el salmón.
- Y también se ha asociado con una menor influencia de acné el alto consumo de alimentos ricos en fibra como cereales integrales
- Como grasa antiinflamatoria se recomienda el aceite de oliva.
En definitiva, la dieta en general aconsejada como la más saludable es también la más beneficiosa en relación con el acné.
Más allá de estas conclusiones, siempre conviene recordar que el acné se debe a múltiples factores y la alimentación por sí sola no basta para evitarlo. Por eso, la citada guía de la AEDV recomienda, en cada caso concreto, interrogar si existe un consumo elevado de alguno de los productos que propician el problema y, “si existen transgresiones dietéticas, normalizarlas”.
Y además de la alimentación y de los otros factores de riesgo mencionados, existen otros posibles desencadenantes del acné, sobre todo en personas adultas. La guía menciona desde medicamentos, infecciones y trastornos hormonales hasta el estrés y la ansiedad, que también pueden manifestarse de esta forma.
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