Bisfenol A, ¿por qué la EFSA propone reducir la ingesta diaria?

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Marta Chavarrías

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Ya hace años que las investigaciones que se realizan sobre el bisfenol A y sus efectos en la salud humana están impulsando regulaciones cada vez más estrictas en la Unión Europea. 

Esta sustancia química industrial se usa para fabricar plásticos como el policarbonato y ciertas resinas epoxi, un tipo de material rígido y transparente con numerosas aplicaciones en muchos objetos cotidianos (gafas de sol, CD o juguetes). Uno de los usos más extendidos es el de la fabricación de envases destinados a alimentos y bebidas, como botellas de agua o latas de alimentos.

Ahora, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) tiene previsto reevaluar los riesgos de esta sustancia en los alimentos después de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea confirmara en 2019 que el producto químico debe figurar como una “sustancia extremadamente preocupante” por sus efectos hormonales. 

El Tribunal confirmaba entonces una decisión de la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) para identificar las sustancias que se han usado en la fabricación de productos plásticos.

¿Por qué el uso de bisfenol A genera preocupación?

Desde hace años, su uso ha generado controversia ya que puede migrar en pequeñas cantidades a los alimentos y bebidas que almacenan. Porque el bisfenol A puede filtrarse, en determinadas condiciones de calor y humedad, en los alimentos desde los revestimientos internos de resina epoxi de los alimentos enlatados, recipientes para almacenar alimentos, botellas de agua y biberones (su uso en biberones ya está prohibido en la UE).

Y esta migración, cuyo grado de filtración depende sobre todo de la temperatura del líquido o de la botella (por tanto, del uso que se hace de ellos), nos expone a las personas a una sustancia que actúa como disruptor endocrino, es decir, cambia la forma en la que funcionan las hormonas de nuestro cuerpo, imitando nuestras propias hormonas naturales. 

La Agencia de Protección Ambiental (EPA) señala que el BPA puede imitar las hormonas del cuerpo e interferir con la producción, la respuesta o la acción de las hormonas naturales. 

En la UE, el bisfenol A está clasificado como una sustancia que:

  • Causa efectos tóxicos en nuestra capacidad de reproducción.
  • Puede causar irritación respiratoria.
  • Provoca lesiones oculares graves.
  • Puede causar alergias en la piel.

Por tanto, y aunque su uso en materiales plásticos destinados a entrar en contacto con alimentos está autorizado, tiene un límite de migración específica de 0,05 mg por kilo de alimentos.

¿Qué dice ahora la EFSA?

En 2015, la EFSA establecía una Ingesta Diaria Tolerable (IDT, que es la estimación de la cantidad de una sustancia que puede ingerirse cada día durante toda la vida de una persona sin un riesgo apreciable) de 4 microgramos por kilo de peso corporal al día. 

Pero en su proyecto de reevaluación del BPA realizado en diciembre de 2021, el Panel de Expertos en Materiales en contacto con alimentos, enzimas y auxiliares de procesamiento de la EFSA propone reducir de manera considerable esta cifra a los 0,04 nanogramos por kilo de peso corporal al día. 

Esta disminución de la IDT de un orden 100.000 veces menor es fruto de la evaluación de varios estudios publicados entre los años 2013 y 2018 sobre los efectos adversos del BPA en el sistema inmunológico. 

La nueva propuesta, basada por tanto en años de evidencia científica de los efectos del bisfenol A en la salud de las personas, es tan bajo que casi prohibiría su uso en cualquier producto que entre en contacto con alimentos. 

En estudios con animales, los expertos han observado un aumento en el número de células “T-helper”, un tipo de glóbulos blancos que ejecutan un papel clave en los mecanismos inmunitarios celulares que, cuando se elevan, pueden estar relacionados con el desarrollo de inflamación pulmonar alérgica. 

Tras comparar la nueva Ingesta Diaria Tolerable con las estimaciones de la exposición de los consumidores al BPA en los alimentos, la EFSA concluye que las personas de todos los grupos de edad con una exposición media y elevada a la sustancia superan la nueva IDT, “un motivo de inquietud en materia de salud”, admiten los expertos.

La propuesta de la EFSA es para aplicar a los materiales en contacto con alimentos ya que se cree, por ejemplo, que los alimentos enlatados son responsables del 50% de la exposición dietética a esta sustancia. Aunque las personas también podemos exponernos a través del aire y el polvo.

De aprobarse las nuevas directrices que ha propuesto ahora la EFSA, que se encuentran en un periodo de consulta pública hasta principios de febrero de 2022, las pautas serían de las más estrictas aprobadas hasta ahora.

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