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Muchas personas experimentan el llamado estrés postvacacional postpandemial: una sensación de falta de energía, desmotivación o tristeza al tener que reincorporarse al trabajo después de las vacaciones. Es el llamado síndrome postvacacional, un problema que este año se exacerba por el regreso -en numerosos casos- al trabajo presencial.
No está reconocido como una enfermedad: no aparece en los manuales ni en las clasificaciones oficiales de trastornos mentales. Por eso, muchos expertos consideran que llamarlo “síndrome” es erróneo, parte de una tendencia a patologizar (e incluso a medicalizar) ciertas dificultades. Prefieren hablar de estrés o depresión postvacacional.
El caso es que, más allá de las denominaciones, este problema debido al cambio de rutinas existe. Y sus síntomas -tanto físicos como psicológicos- dan lugar a muchas consultas médicas y psicológicas en esta época del año.
Cómo se manifiesta el estrés postvacacional
Algunos de los síntomas físicos son: cansancio, somnolencia, falta de apetito, taquicardia, dolores musculares, molestias estomacales e insomnio. Los psicológicos, por su parte, incluyen falta de interés, indiferencia, nerviosismo, inquietud, irritabilidad y tristeza.
Las estadísticas señalan que, en general, dos de cada cinco personas padecen este problema en cada vuelta al trabajo. Una cifra que coincide con los resultados de una encuesta reciente, según la cual casi el 40% de la población siente ansiedad por tener que volver a la actividad presencial.
De las 1.005 personas encuestadas por la aplicación Ekilu -especializada en alimentación y bienestar- al 78% sus empresas empleadoras les exigen volver a trabajar de forma presencial, sin posibilidad de elegir. Eso genera que, a los factores de riesgo de ansiedad habituales en esta época, se sumen algunos más.
Por un lado, se añaden las preocupaciones relacionadas con los cuidados necesarios para evitar los contagios de COVID-19 (distancia, uso de mascarillas, etc.). Por el otro, las posibles dificultades para conciliar la vida laboral y la familiar, o para mantener una buena calidad en la alimentación al tener que volver a la oficina.
Las personas más propensas a pasarlo mal tras las vacaciones
¿Quiénes son más propensos a padecer este “síndrome”? Por un lado, el riesgo depende sobre todo de tres variables, como apunta Juan García Bouza, psicólogo del Centro Aesthesis, con sede en Madrid: las características del entorno laboral, la personalidad del trabajador y la forma en la que gestione la transición de una etapa a la otra.
En lo relacionado con el entorno laboral, está claro que las personas que tienen más riesgo de padecer de depresión postvacacional son las más disconformes o desencantadas con sus empleos, las que sufren algún tipo de acoso laboral o las que tienen problemas de agotamiento o “burnout”.
Con respecto a los rasgos personales, este problema suele afectar más a las personas menores de 45 años, muchas de las cuales están criando a sus hijos y además tienen expectativas elevadas en cuanto a su rendimiento y su futuro laboral.
Otro rasgo de las personas más expuestas -apunta un documento de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC)- es que “realizan una ruptura brusca del ritmo vacacional”. Es decir, vuelven de viaje con muy poca antelación (a menudo, el día anterior) a su reincorporación al trabajo.
¿Qué hacer para evitar el síndrome postvacacional postpandemial?
A continuación, algunos consejos de especialistas.
1. Tener un periodo de adaptación
La SemFYC destaca la necesidad de “planificar al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación a la incorporación al trabajo”. Lo ideal en esos días es haber retornado del lugar adonde se haya viajado y estar de regreso en casa.
Además de volver al entorno habitual, hay que tratar de regresar -de forma gradual- a acostarse y levantarse en los horarios normales de los días de trabajo. Y también limitar las siestas. El objetivo es que las diferencias no sean tan notorias de un día para el siguiente.
2. Comenzar poco a poco
Al volver al trabajo, lo aconsejable es darse tiempo para incorporarse a la rutina sin sobrecargarse de tareas ni esfuerzos. Si es posible, conviene no volver al trabajo un lunes: si se empieza un miércoles o un jueves, la primera semana será “más breve”. El fin de semana llegará pronto para dar un respiro.
Lo mismo sucede con las actividades propias del trabajo. La psicóloga Júlia Pascual recomienda “planificar objetivos realistas y empezar por el más pequeño”. De ese modo, se evita la tendencia a sobrecargarse de tareas o adquirir un ritmo frenético nada más regresar de las vacaciones.
3. Dar importancia a lo positivo
Es fácil que los aspectos negativos empañen la mirada e impidan ver el lado bueno de las cosas. Volver al trabajo implica tener un empleo, haber gozado de vacaciones, en muchos casos haber viajado, tener una familia, etc. Esto ayuda también a evitar una actitud permanente de queja y malestar, que solo enfatiza los sentimientos perjudiciales.
“Fíjate en lo bueno” y “agradece lo que tienes”, recomienda la psicóloga Mireia Navarro Vera, directora del centro El Teu Espai, con sede en Santa Coloma de Gramanetââ, Barcelona. Eso ayuda a observar la propia situación en perspectiva y con mayor claridad.
Por otra parte, también puede ser positivo el reencuentro con los compañeros, asumir nuevos retos profesionales, etc. En palabras de Juan García Bouza, “buscar motivación en la vuelta a la rutina laboral la hará más llevadera”.
4. Seguir haciendo planes gratificantes
Volver al trabajo no significa que ya no puedan planificarse salidas o actividades de ocio hasta las siguientes vacaciones. Salir a tomar algo en una terraza, a cenar fuera o simplemente a dar un paseo son actividades que se pueden pensar también en los días de trabajo.
Y, por supuesto, también se pueden planear pequeños viajes de fin de semana. De hecho, si la rutina laboral permite estos momentos de distensión, el contraste entre el tiempo de trabajo y el de vacaciones será menor no solo ahora sino también en el futuro, año tras año.
5. Hacer deporte
Las energías renovadas durante las vacaciones pueden ser el aliciente necesario para retomar -o aumentar- el ejercicio físico. Entre otros beneficios, el deporte mejora el humor y ayuda a tener un descanso más placentero. En el mismo sentido, también puede ser útil apuntarse a algún curso o asumir alguna actividad nueva.
6. Aceptar las sensaciones negativas y recordar que pasarán
García Bouza recomienda “no exagerar, pero tampoco huir de las emociones desagradables”. En todo caso, lo más saludable es aceptar lo normal de sentir algo de pena por el hecho de que el periodo de descanso haya terminado y se haya reanudado el trabajo.
“Lo importante -añade el psicólogo- es gestionar esas sensaciones de forma adecuada, valorarlas de manera objetiva, y tratar de mitigar las emociones negativas con estímulos positivos y una adaptación progresiva al cambio”.
En el mismo sentido, Mireia Navarro Vera recuerda que el síndrome postvacacional por lo general dura una o dos semanas: “Después estarás al 100% y sin darte cuenta volverán de nuevo las vacaciones”.
Si después de esas dos primeras semanas los síntomas se mantienen, entonces puede ser necesario acudir en busca de ayuda profesional, porque tal vez exista un problema más profundo y más importante que la mera vuelta al trabajo. En ese caso, la consulta con un psicólogo puede resultar de gran ayuda.
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