Diez costumbres veraniegas que engordan (aunque no quieras reconocerlo)

Foto: Diluvi

Jordi Sabaté

El verano es un tiempo laxo y permisivo donde el calor marca la pauta de muchos de nuestros hábitos; también de los alimentarios. Sin embargo, algunos de ellos, si los convertimos en costumbre por pereza, comodidad o simplemente porque nos gustan, pueden alterar nuestra proporción de azúcar en sangre y, por tanto, de grasa corporal, aunque sea solo temporalmente. 

En consecuencia, notaremos que los tirantes del bikini nos dejan marca y la elástica del hawaiano nos dibuja en la tripa una banda con más geometrías que una calle de pueblo en Corpus. Este artículo no pretende estigmatizar las siguientes costumbres, varias de ellas de gran valor culinario y organiléptico, pero sí desea prevenir contra su conversión en norma cotidiana, ya que engordan. Y sí: “todo lo que nos gusta es ilegal, inmoral, o engorda”, como decían pata Negra.

1. La cerveza a todas horas

El calor aprieta a partir de julio y una siente todo el rato que se deshidrata, que necesita frescor por dentro y por fuera, y qué mejor que una buena cerveza. Y así pasan las horas, entre botellín y botellín, sin abusar pero con cierta regularidad. La cerveza está considerada un alimento por su aporte nutritivo y su alto poder calórico; no es una simple suma de agua y sabores y por lo tanto si bebemos mucha, estamos metiendo muchas calorías dentro. Está muy rica, pero sé consciente que engorda. 

2. La limonada de botella

Somos de los que piensa, como el capitán Haddock, que el agua es para los peces. Comemos con vino en las demás estaciones, pero el blanco y el rosado no nos gustan y en verano hace demasiado calor para el tinto. Así que nos decidimos por la famosa 'clara/shandy' o directamente por la Fanta de limón sin cerveza. En todo caso es dicha bebida es la clásica azucarada nada recomendable, al menos como costumbre, que nos dispara la glucosa en sangre y nos lleva a acumular grasa. Definitivamente engorda.

3. Los fritos

Nos encantan las rabas de calamar o de pollo, unas patatas bravas con su buena salsa, las romanas, la merluza rebozada, las tortitas de camarón, el cazón en adobo y tantas otras 'delicatessen' salidas de la freidora. Nadie niega que apetecen y que con un chorrito de limón son un orgasmo, pero que sepamos que engordan. 

4. Los zumos 

Podemos pensar que los zumos de fruta son una buena alternativa a la cerveza o la Fanta, pero cuidado, porque engordan. Tanto si son naturales como si no, contienen un alto nivel de azúcar y carecen de fibra vegetal cuando están tamizados, por lo que engordan cuando los hacemos costumbre. ¿Por qué no los sustituimos por una pieza de fruta, como cortes de melón o sandía que al menos tienen algo de fibra?

5. El gazpacho como si fuera agua

Si bebes gazpacho de 'tretabrik' debes saber que con cada vaso (250 mililitros) ingieres 1,5 gramos de sal, casi 10 gramos de hidratos de carbono y siete gramos de azúcares. Si te limitas a este vaso, bien, pero si eres de los que gusta repetir, esos porcentajes de duplican. Si vas a por el litro entero, los cuatriplicas.

Si el gazpacho te lo haces tú con la receta del abuela, el suegro, la cuñada, etc., fíjate en que le metes pan, aceite de oliva, sal y seguramente lo cuelas para que no queden grumos. Total que le quitas la fibra y conviertes al gazpacho en un producto de un poder calórico a tener en cuenta; que por lago se le llama sopa fría. Si te bebes un litro a día, engorda. 

6. Los helados y los polos

Para postre ese sorbete o ese mantecado que tanto apetece; en el paseo de media tarde, un polo para refrescar: azúcar y más azúcar, además de estabilizantes a base de grasas hidrogenadas en en caso de los helados mantecados. Engordan por un tubo.

7. La tortilla de patatas fría

Fría es un delicia y nos soluciona la cena o la comida en la oficina en un periquete. Además, se lleva fácil a la playa o la piscina y es limpia de comer, sin generar demasiadas molestias. Las hay que incluso la echamos en el gazpacho a dados como tropezón. Cuidado con convertirla en normal, porque a parte de una gozada, también es una bomba calórica. 

 

8. Las ensaladas de pasta o arroz

Solución fresca para los niños a medio día, cuando sabemos que inmediatamente después de comer saldrán disparados de nuevo hacia la playa, el campo de fútbol, la bicicleta, etc. Pero nosotros, que no quemamos comparativamente la mitad de energía que ellos, también cogemos la costumbre de comer ensalada de pasta o arroz tres o cuatro veces por semana. Que sepas que si no la acompañas de un ejercicio medianamente intenso, las ensaladas de marras engordan.

9. Los snacks

Hay esas patatas fritas que acompañan a la cerveza del aperitivo, esas tortitas de maíz, ese queso expandido en forma de conos... Todos los snacks engordan que es un escándalo. Si eres de los de vermú o tercio/mediana a medio día para pasar el sofoco, apuesta por los encurtidos: anchoas, boquerones, cebollas encurtidas, incluso aceitunas y por supuesto la legendaria gilda. Porque, además, quitan mejor la sed que los snacks de bolsa. 

10. Los gin tonic

Por fin llega la noche y tras un día de trabajo, acostar a los niños o “porque estamos de vacaciones, joder”, no regalamos cada noche un gin tonic. Los alcoholes destilados sumados a una bebida azucarada artificialmente como la tónica, engordan mogollón. Ah, y de propina te añado la ensaladilla rusa...

Ahí lo dejo: tú decides entre placer y cintura

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