Mucho se habla en cada verano acerca de la necesidad de protegerse contra los efectos nocivos del sol. Pese a la abundancia de datos y recomendaciones, sin embargo, con frecuencia aparecen dudas o se dan por sabidas cosas que no siempre están del todo claras. Algo así sucede con las gorras y los sombreros. Siempre se mencionan entre las prendas necesarias para cuidarse del sol, pero surge la pregunta: ¿todas las gorras son efectivas para protegerse de los rayos UVA?
En primer lugar, conviene tener en cuenta que, como explica una guía de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), “cada vez existe mayor evidencia de que la mejor forma de protegerse es evitando la luz del sol y usando ropa adecuada para minimizar esa exposición”. Esos cuidados resultan mucho más valiosos que el uso de cremas y protectores solares, los cuales constituyen “una segunda y no muy buena opción”, aunque “son mejores que nada”.
Las gorras y los sombreros forman parte, como decíamos, de esa ropa adecuada. Y todos ellos protegen en algún grado. Pero hay muchos tipos de gorras y sombreros, y cada uno ofrece una protección diferente. Por tal motivo, conviene conocer los alcances de cada modelo para saber cómo de seguros vamos con ellas y qué otras precauciones debemos tomar.
Gorras, sombreros y sombras
La mejor protección la ofrecen los sombreros que proyectan una sombra que cubre toda la cara de manera uniforme, y de ser posible, también el cuello. Es decir, los de ala ancha. En el caso de los sombreros de ala pequeña y las gorras, la cobertura es mucho más limitada, pues solo llegan al cuero cabelludo y parte de la cara.
De todos modos, la visera de las gorras tipo béisbol también resulta valiosa, no solo para cuidar la piel sino también los ojos. Según la dermatóloga Magdalena de Troya, citada en otro documento de la AEDV, la visera reduce hasta en un 50% la radiación solar que llega hasta los globos oculares. Esto equivale a una protección muy valiosa, pero que de todos modos debe ser complementada con el uso de gafas de sol.
Y no, por supuesto, gafas compradas en la calle o en cualquier bazar, sino que deben estar homologadas. Por tal motivo, si se va a usar una gorra con visera, hay que procurar usarla de forma correcta, es decir, con la visera hacia adelante. No hacia atrás, por mucho que así lo indiquen ciertas modas bastante comunes sobre todo entre los niños, adolescentes y no tanto.
La boina, por su parte (conocida en inglés como flat cap), también revitalizada en los últimos años por la moda -en este caso, la de los hípsters-, si bien cuenta con una pequeña visera, ofrece una protección muy baja contra el sol. En cambio, sombreros como los tejanos o de vaqueros, pamelas, panamás, boonie o de safari, el sombrero cordobés y el canotier veneciano brindan una sombra más amplia y, por lo tanto, una mayor protección.
El material también es importante
No son la forma y el tamaño los únicos datos que se deben considerar al pensar en la protección que brindan gorras y sombreros. También hay otros factores importantes, como el material del que estén elaborados. Cuanto más cerrado sea el tejido de la tela, más grande será su capacidad de bloquear el paso de los rayos solares.
La tela con un mayor índice de protección solar es la de los vaqueros, que tiene 100 FPU (factor de protección ultravioleta), según señala la AEDV. Eso quiere decir que apenas una centésima parte de la radiación solar atraviesa la ropa. También las prendas de lana o poliéster ofrecen un índice elevado.
En cambio, las más ligeras, de algodón, lino o acetato, son mucho menos efectivas. Las camisetas de algodón tienen solo 12 FPU. Y menos aún si están mojadas, debido a que el agua dispersa los rayos del sol y facilita su paso al otro lado de la tela. En este caso, se reduce a 8 FPU, lo que quiere decir que el 12,5% de la radiación llega a la piel.
En consecuencia, las gorras o sombreros diseñados con una tela de tejido apretado serán las que mayor protección proporcionen. La tecnología, además, ha permitido desarrollar prendas que incrementan su capacidad de bloquear los rayos solares. Muchas gorras y sombreros incluyen en su etiquetado el factor de protección ultravioleta que proporcionan.
También el color de los tejidos ejerce su influencia. Está comprobado que las gorras de colores oscuros protegen más que las prendas blancas o de colores claros. Y otro factor a tener en cuenta es el envejecimiento de las prendas: cuando los tejidos se gastan, su entramado se abre, lo cual posibilita que los rayos UV los atraviesen con mayor facilidad. Es decir, su poder antisolar se reduce.
¿Ayuda el pelo a protegerse del sol?
Un estudio publicado en 2015 por expertos de la Universidad de Málaga comprobó que el cabello representa “una barrera contra la radiación ultravioleta”. La capacidad protectora de esa barrera es mayor cuanto más grande es la densidad de la cabellera, el grosor del pelo y la presencia de melanina, es decir, cuanto más oscuro sea.
Por eso, para las personas calvas o con poco pelo, el uso de gorra o sombrero resulta todavía más importante. En sus conclusiones, los autores de la investigación -la primera que cuantificó el factor de protección solar ofrecido por el pelo- señalan que “el cabello debe ser reconocido como una barrera solar importante en la prevención de los cánceres de piel inducidos por los rayos UV”.
Un dato más. Es cierto que el sol representa mayores riesgos en las horas centrales del día. Pero fuera de esas horas el sol está más bajo y, por lo tanto, sus rayos se cuelan con mayor facilidad por debajo de las viseras o las alas de los sombreros. Por eso es fundamental, también en esos momentos, cuidarse de la exposición excesiva y usar gafas para el sol y filtros de protección solar.
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