Los dos motivos por los que es mejor no probar la masa cruda de las galletas

Masa de galletas

Marta Chavarrías

22 de noviembre de 2020 21:54 h

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La elaboración de galletas, bizcochos o base para pizzas en casa lleva aparejado el ritual de probar la masa cruda antes de cocerla en el horno. Es algo muy tentador hacer esto. Pero, ¿supera el riesgo de contaminación bacteriana e intoxicación alimentaria este placer? Te explicamos por qué es mejor que no lo hagas.

El riesgo no viene solo de los huevos

En una receta típica de galletas los protagonistas son dos: el huevo y la harina crudos. Los riesgos del huevo crudo son ya bastante conocidos. La mayoría de las preparaciones que se usan para elaborar dulces en casa contienen huevos crudos no pasteurizados que pueden estar contaminados con la bacteria Salmonella sp.

El riesgo de contraer esta bacteria por culpa del huevo crudo es la principal razón para evitar comer masa de bizcochos y pasteles cruda. Algunas bacterias pueden permanecer en la cáscara y, cuando se rompe, estas pueden contaminar los alimentos en los que se añade el huevo. Las recomendaciones de seguridad alimentaria alientan a cocinar los huevos hasta que la clara y la yema estén firmes para matar cualquier bacteria. 

Pero no es el único. A diferencia del huevo, la harina cruda es un alimento raramente asociado a casos de intoxicaciones alimentarias. Pero en 2016 la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) recomendaba no consumir masa cruda por el riesgo que puede conllevar la harina cruda. 

La advertencia se produjo entonces en respuesta a un brote de E.coli tras detectar un lote de harina contaminado. Para los expertos, la harina es un producto agrícola en el que pueden entrar patógenos durante el proceso de cultivo, a través de desechos animales, por ejemplo, que pueden permanecer incluso después del proceso de molienda (algo similar ocurre con los productos vegetales crudos). 

Entonces, ¿por qué la advertencia se centra solo en la harina y no en los productos agrícolas? Uno de los principales motivos que explica esto es precisamente por el hecho de que la harina no suele asociarse a riesgo alimentario, aunque este sea bajo, lo que favorece la relajación de ciertas medidas de prevención. Pero debe tenerse en cuenta que, a pesar de que se procesa (molienda y blanqueamiento), estos pasos no incluyen mecanismo para matar bacterias dañinas. 

Y aunque no se ha documentado que la harina sea un medio importante de crecimiento de organismos patógenos y bacterianos gracias a su poca actividad de agua, es importante señalar que esta baja actividad solo es un mecanismo de inhibición del crecimiento, pero no es efectivo al 100%. Se sabe desde hace décadas que la harina de trigo puede tener tasas de contaminación por E.coli y Salmonella

Además, y según un estudio publicado en The New England Journal of Medicine, la bacteria E.coli no se distribuye uniformemente en una bolsa de harina, por lo que incluso una muestra de una pequeña cantidad podría suponer un riesgo. Desafortunadamente, tampoco se puede saber si un alimento está contaminado con E.coli solo por su apariencia, olor o sabor. 

Cómo puedes reducir el riesgo

La cocción completa es la mejor manera de matar patógenos en la harina y los huevos. Y esto significa no probar la masa antes de ponerla en el horno. El tiempo y la alta temperatura de un horneado típico son suficientes para matar tanto la bacteria E.coli como Salmonella. Panes, galletas, pasteles o bizcochos deben estar completamente cocidos antes de consumir. 

Esto también incluye las mezclas procesadas envasadas para brownies o mezclas para pasteles, aunque en la mayoría de los casos estas preparaciones se elaboran con huevos pasteurizados y la harina ha sido tratada térmicamente.

Otras pautas que dan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades estadounidense (CDC) son: 

  • Lavarte las manos: amasar con las manos te las deja sucias, lo que podría ser un problema si está contaminada. Lávatelas con agua y jabón después de tocar la harina cruda y antes de tocar cualquier otro alimento o utensilio.
  • Lavar bien las superficies: la harina es ligera y en polvo, lo que facilita que se esparza por la encimera de la cocina. Es importante evitar que cualquier alimento crudo entre en contacto con tablas de cortar, platos y otras superficies espolvoreadas con harina. Deben lavarse con agua caliente y jabón. 
  • Seguir las instrucciones del fabricante: debemos prestar atención a información como las temperaturas de conservación y cocción adecuadas y el tiempo especificado. 

Como dicen los expertos, es mejor no arriesgarse y esperar a que se apague el temporizador del horno porque, una vez horneadas, las galletas o bizcochos no suponen ningún riesgo.

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