Estos son los medicamentos comunes que no deberíamos mezclar nunca

Medicamentos

Marta Chavarrías

10 de noviembre de 2022 07:00 h

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Una de cada cuatro personas ha combinado, en algún momento de su vida, algún fármaco sin consultar al médico, según la Agencia Europea del Medicamento (AEM). Se trata de una práctica, junto con la automedicación, que puede conllevar riesgos porque los fármacos pueden producir efectos secundarios peligrosos. 

Según el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF), en los países industrializados las reacciones adversas a los medicamentos se sitúan entre la cuarta y la sexta causa de muerte. Hasta un tercio de estas reacciones adversas podrían deberse a interacciones entre medicamentos.

Qué es una interacción entre medicamentos

Una interacción de medicamentos es cuando se produce un cambio en la manera en la que un medicamento actúa en el cuerpo cuando se toma con otros fármacos, alimentos o suplementos.

En España, las interacciones entre fármacos provocan el 5-15% de las hospitalizaciones en la población anciana y más del 45% de los reingresos hospitalarios. El cuerpo procesa cada medicamento de manera distinta, y cuando algunos se toman juntos, puede cambiar la forma en la que afectan al cuerpo, lo que se denomina interacción medicamentosa.

Cuando esto ocurre, puede suceder que el medicamento no funcione como está indicado. Puede pasar que el fármaco deje de funcionar, se vuelva menos efectivo o, por el contrario, los efectos sean más fuertes. Por ejemplo, tomar un medicamento para tos y uno para ayudarnos a dormir podría hacer que los dos medicamentos se afecten entre sí.

Combinaciones de medicamentos que no deberíamos hacer

Aunque no todos los medicamentos tienen interacciones, el riesgo aumenta con el número de medicamentos que se toman. Así, el riesgo de interacción es del 15% si se toman dos medicamentos; del 40% si se toman cinco medicamentos; y del 80% si se toman siete medicamentos.

Las interacciones, como ya hemos comentado, incluyen no solo efectos secundarios, también puede ocurrir que se potencien los efectos, que se anulen mutuamente o se altere la concentración de otro medicamento.

Por ejemplo, tomar varios sedantes, relajantes musculares, ansiolíticos, antihistamínicos o somníferos puede aumentar la fatiga y hacer que ciertas actividades, como conducir, sean más peligrosas. Algunas de las combinaciones más problemáticas son:

  • Anticoagulantes y aspirina: combinar estos dos medicamentos puede aumentar el riesgo de sangrado. Los anticoagulantes forman una categoría de fármacos que debe usarse con la máxima precaución; su dosificación es delicada y debe ser supervisada por un médico ya que suele tratarse de un medicamento que a menudo se toma durante un periodo prolongado. La aspirina es uno de los fármacos más importantes que aumenta el efecto anticoagulante y que debemos evitar si tomamos anticoagulantes.
  • Relajantes musculares y ansiolíticos: los relajantes musculares suelen usarse para el tratamiento de dolores musculares o contracturas, pero tienen una serie de contraindicaciones que deben tenerse en cuenta. La mezcla con ansiolíticos o ciertos tipos de analgésicos puede causar daños irreversibles en el sistema nervioso, ya que los relajantes musculares actúan sobre la médula espinal y, por tanto, afectan al sistema nervioso. Los síntomas que pueden provocar son de tipo neurológico, como mareos o vómitos e incluso visión borrosa o pérdida de reflejos.
  • Antialérgicos y benzodiacepinas: mezclar estos dos fármacos provoca un aumento recíproco del efecto. En concreto, los antialérgicos como doxilamina y las benzodiacepinas, fármacos usados contra la ansiedad, aumentan recíprocamente sus efectos sedantes.
  • Antibióticos y anticonceptivos: los anticonceptivos, o píldoras anticonceptivas, actúan impidiendo que se produzca la ovulación y evitan que se produzca el embarazo. Pero si se toman ciertos antibióticos, la efectividad de estos contraconceptivos puede verse alterada, sobre todo si se toman rifamicinas como la rifampicina o la rifabutina. Por tanto, es recomendable tener precauciones especiales cuando se combina cualquier antibiótico con un anticonceptivo hormonal.
  • Betabloqueantes e insulina: las personas con un tratamiento para la diabetes deben tener en cuenta que muchos de los medicamentos (con o sin receta) indicados para las afecciones más comunes pueden interferir con su trastorno, con un impacto importante en sus niveles de glucosa en sangre. Los betabloqueantes son medicamentos que alteran la acción o secreción de la insulina, con una acción antagónica y posible hiperglucemia. También los diuréticos, esteroides o estrógenos pueden tener efectos similares.
  • Antidepresivos y analgésicos: para las personas que toman algún antidepresivo, las opciones analgésicas son limitadas. Cuando se toman juntos el riesgo de sangrado gastrointestinal aumenta de forma considerable. 
  • Paracetamol con el antibiótico flucloxacilina: el uso de ambos medicamentos aumenta el riesgo de acidosis metabólica con alto desequilibrio aniónico (HAGMA), sobre todo en pacientes con factores de riesgo como insuficiencia renal grave o desnutrición, así como aquellas personas que usan dosis máximas diarias de paracetamol, advierte la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

Como acabamos de ver, no se recomienda combinar dos fármacos que pertenecen a la misma familia, es decir, que tienen propiedades comunes, salvo indicación médica que sí lo aconseje. 

Cómo evitar estas interacciones

Cuando las interacciones están establecidas, pueden leerse en las instrucciones de cada medicamento. En este caso, es importante respetar las restricciones, sobre todo porque el riesgo aumenta con el número de medicamentos tomados de forma simultánea.

Además de consultar el prospecto, es necesario especificar los medicamentos que estamos tomando a nuestro farmacéutico o al médico. 

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