1. España es uno de los países del mundo con más paro y sin duda el líder en puestos de trabajo perdidos por cada punto que ha retrocedido el PIB. La recesión no ha sido muy distinta a la del resto de Europa; sus consecuencias sí. El PIB ha caído casi un 3% desde 2007, pero en ese mismo tiempo se han perdido cerca de cuatro millones de puestos de trabajo: el 20% del total.
2. El paro también ha ido por barrios: ha afectado más a los jóvenes, a los trabajadores sin educación universitaria y especialmente a aquellos que tenían un contrato temporal. Durante la crisis, las posibilidades de perder el empleo para los temporales ha sido diez veces mayor que para los indefinidos. Es consecuencia directa de la resaca de la burbuja inmobiliaria, pero también de una regulación disfuncional.
3. La enfermedad del mercado laboral español tiene un nombre: exceso de temporalidad. España es récord de paro, y también el país de Europa con más porcentaje de empleo temporal precario. La media europea, siempre según Eurostat, es del 15%, mientras que España llegó al 34% en el año 2006 (ahora, con la crisis, ha caído hasta el 25%, pero porque los temporales son los primeros que salen despedidos cuando las cosas van mal).
4. La temporalidad no es solo consecuencia de nuestro modelo económico porque los porcentajes son extremadamente altos en todos los sectores, no solo en aquellos que dependen de las “temporadas” como el turismo y la agricultura. Estamos ante un fraude generalizado y consentido: durante décadas se ha permitido a las empresas contratar como temporales a trabajadores con menos derechos y en permanente rotación, que ocupaban un puesto igual de fijo (pero más barato) que el de los demás.
5. Los temporales son los parias de nuestro mercado laboral: cobran menos de media, cuentan con una indemnización por despido sensiblemente menor (entre 8 y 10 días por año trabajado) y tienen más papeletas para ser despedidos en primer lugar. Además, reciben menos formación en el trabajo: para los empresarios son mano de obra barata reemplazable en la que no merece la pena invertir porque rotan, vienen y se van. Es un trabajador en precario que crea una economía precaria, de bajo coste y baja productividad.
6. Este mercado de trabajo dual –con trabajadores de primera, los indefinidos, y de segunda, los temporales– es una de las causas de nuestro terrible paro. España es un país con una economía bulímica: un monstruo que devora trabajadores con baja formación cuando las cosas van bien para después vomitarlos a la misma velocidad cuando llega la crisis. Ningún país europeo generó tanto empleo durante los años buenos y ha sido tan rápido destrozándolos después.
7. Eliminar el exceso de temporalidad y acabar así con la dualidad del empleo en España debería ser la prioridad de cualquier reforma laboral. Sin embargo, no es lo mismo igualar las condiciones de los trabajadores por arriba que por abajo: precarizando aún más todos los contratos y abaratando el despido, como esbozo Zapatero en su primera reforma y ha terminado de rematar Rajoy.
8. La idea del contrato único no es mala per se, pero los detalles sí lo pueden ser y hay modelos teóricos para dar y tomar. Un contrato único puede ser de izquierdas o neoliberal, dependiendo de qué indemnización por despido se establezca –si es o no creciente y a qué velocidad–, de las excepciones que se permitan y de su retroactividad. Hay que leer la letra pequeña, y no solo repudiar o abrazar el titular. Pero es tan ingenuo creer que su simple advenimiento acabará con el paro (y con el cáncer), como pensar que nuestra tasa de desempleo es un inevitable desastre natural que ninguna reforma puede paliar.
9. Cuando la UE habla de contrato único para “flexibilizar” el mercado del trabajo en España, solo queda ponerse en lo peor: en igualar por abajo; en esa devaluación de los trabajadores a falta de una moneda que devaluar. Porque ninguna reforma laboral va a servir para generar empleo en plena recesión. Pero abaratar el despido cuando la economía cae solo provoca lo que hemos visto ya: que el número de parados (con indemnizaciones de saldo) siga aumentando sin cesar.
1. España es uno de los países del mundo con más paro y sin duda el líder en puestos de trabajo perdidos por cada punto que ha retrocedido el PIB. La recesión no ha sido muy distinta a la del resto de Europa; sus consecuencias sí. El PIB ha caído casi un 3% desde 2007, pero en ese mismo tiempo se han perdido cerca de cuatro millones de puestos de trabajo: el 20% del total.
2. El paro también ha ido por barrios: ha afectado más a los jóvenes, a los trabajadores sin educación universitaria y especialmente a aquellos que tenían un contrato temporal. Durante la crisis, las posibilidades de perder el empleo para los temporales ha sido diez veces mayor que para los indefinidos. Es consecuencia directa de la resaca de la burbuja inmobiliaria, pero también de una regulación disfuncional.