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¿Qué más hace falta para retirar al rey emérito cualquier honor?

2 de marzo de 2021 22:36 h

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Artículo 4.1: “Los miembros de la Familia Real no aceptarán préstamos sin interés o con interés inferior al normal del mercado, ni regalos de dinero”. 

Esta normativa sobre los regalos a la familia real se aprobó en enero de 2015, a iniciativa del rey Felipe de Borbón. También obliga a su padre, que sigue siendo rey emérito y está dentro de la definición oficial de “Familia Real” –una categoría en la que las infantas Elena y Cristina, tras lo ocurrido con Urdangarin, ya no están–.

En su momento, hace seis años, la Casa Real vendió esta autorregulación como parte del compromiso del nuevo jefe del Estado con la transparencia, la ética y la ejemplaridad; como una prueba de que el nuevo reinado no iba a ser como el anterior.

¿Sigue en vigor esta normativa o era pura propaganda? ¿Tiene alguna intención el rey Felipe VI de hacer cumplir ese código ético al que se comprometió? 

Hoy es obvio que el rey emérito jamás cumplió esta normativa. La sigue incumpliendo hoy. No solo porque siguió aceptando “regalos de dinero” en estos últimos años: a través de esas tarjetas de crédito en negro que le pagaba un millonario mexicano. Sino porque, en el mejor de los casos, Juan Carlos de Borbón ha contado con un “préstamo en condiciones ventajosas” para regularizar ante Hacienda esos 8 millones de euros que gastó en vuelos en jets privados entre 2009 y 2018. Un supuesto regalo –el pago de esos aviones– que, en su momento, no declaró. 

La explicación oficial sobre todo lo ocurrido con estos vuelos y la regularización de este dinero ante Hacienda es tan increíble que ofende a la inteligencia. 

Se supone que esa fundación llamada Zagatka –donde el rey padre y el rey hijo aparecían como beneficiarios– es en realidad propiedad de su primo lejano, Álvaro de Orleans. Un curioso filántropo que decidió poner en marcha una fundación opaca  en un paraíso fiscal “con el específico objetivo de ser de asistencia para familias reales, especialmente la española”, según su rocambolesca explicación. Y para cumplir este excéntrico fin, el primo se dedicó a pagar todos los vuelos en jet privado que usaban el rey y su amante, Corinna Larsen. 

No hay otra familia real beneficiada por Zagatka. No hay apenas otros gastos que no sean los de Juan Carlos de Borbón en este entramado offshore. Los ingresos de Zagatka también parecen depender del rey –como esa presunta comisión por la venta del Banco Zaragozano a Barclays Bank en 2003–. Pero en este cuento fantasioso hay que creerse que ese dinero a nombre de esa fundación era del primo, y no de quien lo gastaba, que era Juan Carlos de Borbón. 

Supongamos que esos 8 millones que el rey emérito empleó en vuelos en jet privado –solo en sus ratos de ocio, los vuelos oficiales en los Falcon del Ejército los pagábamos entre todos los españoles– son un regalo de su primo. Un regalo que el rey no declaró: porque le habría obligado a pagar un 40% de esa donación. 

Ahora ha pagado 4,3 millones de euros para regularizar esta cuestión. Y para conseguir esa fortuna, según publicó El País, el rey ha pedido préstamos a varios empresarios. 

Se supone que el rey emérito no tiene ingresos: su hijo le quitó el único sueldo que en teoría tenía. Se supone también que no esconde más patrimonio en paraísos fiscales: que solo guardaba en Suiza esos 65 millones de euros que regaló a su amante –de no ser así, la regularización no sería válida porque solo lo es si se paga por todo lo defraudado–. Se supone que tiene 83 años, y que la esperanza de vida del ser humano es la que es. 

¿Alguien que espere cobrar le prestaría más de cuatro millones de euros a un octogenario sin patrimonio ni ingresos?

Es evidente que no. Así que estamos ante lo que parece un préstamo en régimen de simulación. Ante un presunto nuevo fraude fiscal: ante un nuevo regalo que se camufla de otra cosa para no pagar a Hacienda el 40% de impuestos que tocaría por la donación.

Es un presunto fraude para tapar el fraude anterior.

Dentro de unos meses, el rey Juan Carlos podría pedir ‘prestado’ otro par de millones a sus amigos para regularizar la regularización que acaba de realizar. Y así hasta el infinito, y más allá.

“Don Juan Carlos de Borbón, padre del Rey Don Felipe VI, continuará vitaliciamente en el uso con carácter honorífico del título de Rey, con tratamiento de Majestad y honores análogos a los establecidos para el Heredero de la Corona, Príncipe o Princesa de Asturias”, dice el decreto en el que se aprobó su abdicación.

¿Qué más hace falta para retirar a Juan Carlos de Borbón cualquier honor? ¿Qué más hace falta para que el Congreso ponga en marcha una comisión de investigación? ¿Qué más hace falta para que la Agencia Tributaria abra al menos una inspección?

Artículo 4.1: “Los miembros de la Familia Real no aceptarán préstamos sin interés o con interés inferior al normal del mercado, ni regalos de dinero”. 

Esta normativa sobre los regalos a la familia real se aprobó en enero de 2015, a iniciativa del rey Felipe de Borbón. También obliga a su padre, que sigue siendo rey emérito y está dentro de la definición oficial de “Familia Real” –una categoría en la que las infantas Elena y Cristina, tras lo ocurrido con Urdangarin, ya no están–.