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Propaganda para agradar a los ultras

Que Interior anuncie a la prensa una operación policial antes de que termine no es sólo un grave error, propio de Mortadelo y Filemón. Es también la demostración práctica de cuál es la prioridad para el ministro Fernández y el Ejecutivo de Rajoy: primero la propaganda, después las detenciones. Era urgente entrar en el Telediario, no se podía esperar. La chapuza es sintomática y apunta a que este “golpe a ETA” es una respuesta política, destinada a agradar al desorientado votante ultra del PP.

Las detenciones de hace unas horas las ordena Eloy Velasco, un juez de la Audiencia Nacional más que cercano al Partido Popular; trabajó durante ocho años como director general de Justicia en la Generalitat Valenciana que presidía Eduardo Zaplana. Los detenidos no son ningún comando armado, aunque las fotos de guardias civiles con metralletas puedan despistar: son los abogados de los presos de ETA, que organizaron el acto de este sábado. No acaba de quedar claro por qué una reunión que el fiscal no pidió prohibir es, cuatro días después, materia suficiente para una espectacular operación policial. Confiemos en que el juez lo pueda argumentar y esto no acabe en otro ridículo internacional. No sería la primera vez que un “histórico golpe a ETA” acaba con todos en la calle a los pocos días.

El Partido Popular se está comiendo hoy todos los sapos de ayer. Está pagando desde el Gobierno las irresponsabilidades que cometieron durante la oposición. Convencieron a una parte de su electorado de que España estaba de “rodillas ante ETA” y ahora es Rajoy el presidente que ve cómo los etarras están saliendo de prisión. Pedían a Zapatero que retorciese el Estado de derecho y ahora son ellos los que tienen que explicar por qué los expresos de ETA pueden reunirse, o por qué no se pueden incumplir las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Lo peor del irresponsable comportamiento del PP de hace unos años es que ha provocado en una parte de la sociedad la sensación de que ETA ha ganado, cuando es justo al revés. La banda terrorista ha sido derrotada y no ha conseguido ni una sola de sus pretensiones. Ni una. ¿Poder defender sus ideas desde la política? Eso no es una victoria sino el común denominador de cualquier democracia. Su violencia no ha servido de nada y no han logrado nada a cambio, ni siquiera esa mínima “paz por presos” que todos los Gobiernos anteriores –también el de Aznar– estuvieron dispuestos a firmar.

La imagen de este sábado del asesino de Yoyes, Kubati, admitiendo “el sufrimiento generado” es el reconocimiento de esa derrota. Han perdido en todos los frentes, salvo en la imaginación de Jaime Mayor Oreja y otros más.

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Relacionada: La venganza y la cobardía del Gobierno en el fin de ETA, por Iñigo Sáenz de Ugarte. Muy de acuerdo con él.

Que Interior anuncie a la prensa una operación policial antes de que termine no es sólo un grave error, propio de Mortadelo y Filemón. Es también la demostración práctica de cuál es la prioridad para el ministro Fernández y el Ejecutivo de Rajoy: primero la propaganda, después las detenciones. Era urgente entrar en el Telediario, no se podía esperar. La chapuza es sintomática y apunta a que este “golpe a ETA” es una respuesta política, destinada a agradar al desorientado votante ultra del PP.

Las detenciones de hace unas horas las ordena Eloy Velasco, un juez de la Audiencia Nacional más que cercano al Partido Popular; trabajó durante ocho años como director general de Justicia en la Generalitat Valenciana que presidía Eduardo Zaplana. Los detenidos no son ningún comando armado, aunque las fotos de guardias civiles con metralletas puedan despistar: son los abogados de los presos de ETA, que organizaron el acto de este sábado. No acaba de quedar claro por qué una reunión que el fiscal no pidió prohibir es, cuatro días después, materia suficiente para una espectacular operación policial. Confiemos en que el juez lo pueda argumentar y esto no acabe en otro ridículo internacional. No sería la primera vez que un “histórico golpe a ETA” acaba con todos en la calle a los pocos días.