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Una buena política para Balears

Eurodiputada socialista —
1 de julio de 2022 06:01 h

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Una isla es, por razones geográficas, un sitio peculiar, distinto en muchos sentidos a un territorio continental. A menudo, destacamos aquellos aspectos más románticos: nuestro paisaje, nuestro clima, nuestra gastronomía… Pero en las islas convivimos ciudadanos que, como en cualquier comunidad, tenemos problemas. Muchos son compartidos con quienes viven en otros lugares del país, de Europa o del mundo, pero existen algunos que solamente los vivimos nosotros.

La insularidad genera obstáculos adicionales. El aislamiento por mar supone una desventaja, más aún en un contexto de economía globalizada. Desde Balears, no exigimos más derechos que nadie, pero tampoco menos. Por ello, si queremos una Unión Europea cohesionada, las Islas necesitamos la solidaridad de los demás para superar nuestra desventaja insular. Un buen ejemplo de ello es la necesidad de impulsar una Transición ecológica que sea justa con territorios como el nuestro.

Tras muchas semanas de negociación, estamos muy satisfechos porque el miércoles 22 de junio la última enmienda que registré en el Parlamento Europeo fue ratificada y apoyada por una gran mayoría de la cámara, con apoyo a izquierda y a derecha. Mi enmienda al nuevo Régimen de Comercio de Derechos de Emisión ha fijado la posición de todo el Parlamento Europeo a favor de que las rutas marítimas cubiertas por obligaciones de servicio público, es decir, aquellas que unen puertos continentales con puertos insulares, quedarían excluidas de la “tasa verde”. En otras palabras, que no paguemos más por lo que comemos por el mero hecho de vivir en Balears. 

No sería justo que el coste de vida se encareciera más en una isla que en el continente. No si queremos que la Transición ecológica sea justa. Por ello, es fundamental que la Comisión y el Consejo de la UE escuchen y respeten la voz del Parlamento, al que hemos logrado convencer que, para que la transición siga adelante, debemos evitar las posibles injusticias, y también las territoriales. Mi función en el Europarlamento es representar los intereses de los ciudadanos que me votaron. Y hacer buena política para Balears. En esta votación, lo hemos logrado.  

Las Islas Balears han sido en los últimos años precursoras de la transición ecológica. El gobierno de Francina Armengol ha aprobado tres leyes que son el tridente de la transición ecológica en nuestro archipiélago: la Ley de Cambio Climático, la Ley de Residuos y la Ley de Turismo. Pocos territorios han hecho tanto como el nuestro en los últimos años para acelerar la transición, con proyectos como la primera planta de hidrógeno verde del sur de Europa o la Estrategia Menorca 2030 de la Comisión Europea para llegar al 85% de descarbonización de la isla para entonces.

Nadie nos puede dar lecciones en nuestra ambición por la transición ecológica, pero nadie nos puede dar lecciones tampoco en nuestra ambición de que sea justa. Balears sale ganando con esta enmienda. En una isla dependemos del transporte marítimo y del transporte aéreo para sobrevivir. Nuestra dependencia marítima es especialmente sensible porque es como nos llegan la mayoría de mercancías, alimentos, medicamentos y otros productos básicos. No podíamos permitir que Balears saliera perdiendo. 

La transición ecológica nos plantea muchos retos. Pero si defendemos una transición justa, no podemos dejar que estos retos sean asumidos sobre todo en algunos lugares. Este es el riesgo para las islas europeas si se encareciera el transporte marítimo, porque provocaría un aumento en el coste de vida de las sociedades que viven en ellas. Esta ha sido una buena política para Balears, pero, sin duda, también para el futuro y la cohesión de la Unión Europea.

Una isla es, por razones geográficas, un sitio peculiar, distinto en muchos sentidos a un territorio continental. A menudo, destacamos aquellos aspectos más románticos: nuestro paisaje, nuestro clima, nuestra gastronomía… Pero en las islas convivimos ciudadanos que, como en cualquier comunidad, tenemos problemas. Muchos son compartidos con quienes viven en otros lugares del país, de Europa o del mundo, pero existen algunos que solamente los vivimos nosotros.

La insularidad genera obstáculos adicionales. El aislamiento por mar supone una desventaja, más aún en un contexto de economía globalizada. Desde Balears, no exigimos más derechos que nadie, pero tampoco menos. Por ello, si queremos una Unión Europea cohesionada, las Islas necesitamos la solidaridad de los demás para superar nuestra desventaja insular. Un buen ejemplo de ello es la necesidad de impulsar una Transición ecológica que sea justa con territorios como el nuestro.