Espacio para la reflexión y el análisis a cargo de parlamentarios europeos españoles.
Construyendo la ciudadanía alimentaria
El Comisario de Acción por el Clima, Miguel Ángel Arias Cañete y su discípula Isabel García Tejerina, actual Ministra de Agricultura, han dicho esta semana que precisamente la agricultura es clave para la lucha contra el cambio climático. Sin que sirva de precedente, estoy completamente de acuerdo.
Pero más allá de un eslogan estupendo (que parece copiado de nuestros propios discursos) habría que contestar a una serie de cuestiones que tienen que ver sobre todo con qué tipo de modelo necesitamos en nuestro país y, más importante aún, qué tipo de iniciativas necesitan los agricultores, las ganaderas y las personas que viven en las zonas rurales para llevar a cabo actividades sostenibles y viables económica y socialmente hablando. Porque no sólo es clave la agricultura. Son claves las personas, los pueblos y sus territorios.
No es de recibo auspiciar la implantación de la Macrogranja de Noviercas vendiéndola como un proyecto creador de empleo cuando en este país cierran, al menos, 80 explotaciones lácteas al día. Cuando este país sigue siendo deficitario en leche y no sabemos dónde encajar todos nuestros excedentes porque falta apoyo y respaldo suficiente por parte de las Administraciones públicas para apostar por la industria de transformación local y donde los precios se vean, ahora sí, atravesados por criterios de sostenibilidad que reflejen las externalidades ambientales y sociales.
Porque para tener visión de presente y de futuro no basta con eslóganes vacíos. Hay que ser conscientes de que los recursos naturales son finitos y es precisamente el planeta el que nos está poniendo en alerta. Ya no da más de sí. Debemos cambiar la forma de producir, de consumir y también de alimentarnos.
La apuesta del Gobierno del Partido Popular es clara. Prefiere continuar con la sobre explotación de los recursos naturales por encima de nuestras posibilidades y con el empleo precario en las zonas rurales, vendido además de manera cínica e irresponsable como si proyectos similares al de la macrogranja de Noviercas fuesen la solución a la despoblación cuando son justamente la causa de ella. Y es que el Partido Popular es amigo de dejar que nos invadan productos foráneos copando un mercado que ya maltrata lo suficiente a nuestros productores.
Pero es que si hablamos del clima, como han querido hacer el Comisario de los papeles de Panamá y su discípula, la evidencia se hace magnánima. Lo hemos dicho muchas veces: el actual sistema agroalimentario mundial es el tercer mayor causante de gases de efecto invernadero, sólo por debajo de Estados Unidos y de China. Es evidente que en la Cumbre del Clima a celebrar en Bonn el próximo mes de noviembre tiene que estar la agricultura pero sobre todo debería estar presente un debate mucho más trascendental, responsable e histórico: cómo producimos la comida que necesitamos para alimentarnos a nivel mundial.
Un debate tan importante que debiera ser lo más participativo, inclusivo, profundo y honesto posible. Un debate democrático y abierto a toda la ciudadanía. Porque tanto los productores como los consumidores forman parte de una cadena indivisible que es interdependiente. Si los consumidores tienen derecho a una información veraz de qué es lo que compran y, por tanto, consumen, los productores tienen derecho a recibir precios justos por cuidar y trabajar la tierra. Un legado que hemos heredado y que en herencia dejaremos.
Y es que no sólo es clave la agricultura. Es vital la construcción de una ciudadanía alimentaria. Una ciudadanía consciente, empoderada, informada y con instrumentos democráticos que le permitan decidir sobre sus sistemas alimentarios. Esta es la diferencia entre ellos y nosotros.
El Comisario de Acción por el Clima, Miguel Ángel Arias Cañete y su discípula Isabel García Tejerina, actual Ministra de Agricultura, han dicho esta semana que precisamente la agricultura es clave para la lucha contra el cambio climático. Sin que sirva de precedente, estoy completamente de acuerdo.
Pero más allá de un eslogan estupendo (que parece copiado de nuestros propios discursos) habría que contestar a una serie de cuestiones que tienen que ver sobre todo con qué tipo de modelo necesitamos en nuestro país y, más importante aún, qué tipo de iniciativas necesitan los agricultores, las ganaderas y las personas que viven en las zonas rurales para llevar a cabo actividades sostenibles y viables económica y socialmente hablando. Porque no sólo es clave la agricultura. Son claves las personas, los pueblos y sus territorios.