El Tour en Andar en bici
La redacción de 'Andar en bici' comenta las vicisitudes de la carrera ciclista más importante del calendario internacional.
La percepción desde los siete años fraudulentos de Lance Armstrong y siguiendo por la etapa de control total del Sky-Ineos es que el Tour de Francia había sido una carrera cerrada y guionizada. El mejor corredor tenía el mejor equipo y le llevaban en volandas al último puerto, donde, por orden, los gregarios -mejores que muchos rivales- iban haciendo su trabajo hasta el remate final del líder de turno. El Giro y la Vuelta, con formatos muy distintos entre sí, habían permitido más alternativas. Pero, en 2022, el Tour ha vuelto.
La ascensión al Galibier, con los ataques a dúo contra el entonces líder Tadej PogaÄar, posibilitaron un nuevo reinado, el de Jonas Vingegaard. Ese régimen del Jumbo-Visma se ha mantenido, con un Wout van Aert sobresaliente con la túnica verde, pero no a costa del espectáculo. PogaÄar, posiblemente el mejor corredor pero sin equipo -literalmente, no le quedan casi escuderos-, se ha enfrentado al equipo total, a la mejor versión de un equipo histórico de los Países Bajos no exento de un pasado oscuro de dopaje y que quiere ganar su cuarta Vuelta a España consecutiva en apenas unas semanas con Primož RogliÄ.
Los Pirineos han ofrecido dos etapas cortas -en el pasado los kilometrajes conjuntos de ambas darían para una sola jornada- pero muy atractivas. En la primera, Vingegaard se soldó a la rueda del UAE y solamente cedió cuatro segundos en cuatro puertos. En la segunda ha habido fugas más grandes que el pelotón y pugnas soterradas para diferentes puestos y clasificaciones secundarias, entre las que sobresale la batalla entre el FDJ -en bloque- contra el Arkea y Nairo Quintana.
Además, un susto en forma de derrapaje del líder en una bajada ha estado a punto de cambiar el guion... pero a los pocos instantes ha habido una caída de PogaÄar. Vingegaard le ha esperado. Quería batirle en buena lid y no con ventajas artificiales. Los dos grandes rivales se han dado la mano en puertas de la ascensión definitiva, Hautacam, después de haberse intercambiado ataques en el puerto anterior.
En fuga, el líder tenía al multiherramienta Van Aert, de verde pero a punto de ganar el maillot de puntos rojos de la montaña también. Esta clasificación ha estado en un puño y caerá del lado de Vingegaard por su victoria de etapa en lo alto de Hautacam. Van Aert y su ritmo después de la enésima escapada han acabado por descolgar al esloveno, que no solamente no ha visto reducirse la desventaja de cara a la contrarreloj final sino que la encara sin opciones prácticas. Vingegaard no solamente ha respondido a todos los demarrajes sino que ha logrado la fotografía de haber coronado solo, jaleado además por el pasillo de aficionados. Los dos grandes rivales, de nuevo, se han dado la mano después de la ascensión definitiva, Hautacam. Todo apunta a que el Tour iniciado en Dinamarca se irá a Dinamarca. Porque el Tour ha vuelto.
La percepción desde los siete años fraudulentos de Lance Armstrong y siguiendo por la etapa de control total del Sky-Ineos es que el Tour de Francia había sido una carrera cerrada y guionizada. El mejor corredor tenía el mejor equipo y le llevaban en volandas al último puerto, donde, por orden, los gregarios -mejores que muchos rivales- iban haciendo su trabajo hasta el remate final del líder de turno. El Giro y la Vuelta, con formatos muy distintos entre sí, habían permitido más alternativas. Pero, en 2022, el Tour ha vuelto.
La ascensión al Galibier, con los ataques a dúo contra el entonces líder Tadej PogaÄar, posibilitaron un nuevo reinado, el de Jonas Vingegaard. Ese régimen del Jumbo-Visma se ha mantenido, con un Wout van Aert sobresaliente con la túnica verde, pero no a costa del espectáculo. PogaÄar, posiblemente el mejor corredor pero sin equipo -literalmente, no le quedan casi escuderos-, se ha enfrentado al equipo total, a la mejor versión de un equipo histórico de los Países Bajos no exento de un pasado oscuro de dopaje y que quiere ganar su cuarta Vuelta a España consecutiva en apenas unas semanas con Primož RogliÄ.