Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Peinado multiplica los frentes del ‘caso Begoña’ sin lograr avances significativos
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Sientes que no consigues atraparlo”
OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Servini y cierra España

Un país se niega a juzgar horribles crímenes que se cometieron en el pasado. A las víctimas y sus familiares les recomiendan que lo olviden, no hay que remover viejas heridas y es mejor dejar las cosas como están, con los muertos en las cunetas y los verdugos a salvo. Las víctimas viajan al extranjero y consiguen que una jueza abra una investigación. La jueza decide visitar el país de las víctimas para entrevistarse con prisioneros de campos de concentración, torturados e hijos de fusilados. El New York Times escribe sobre ello en su portada.

¿Camboya? ¿Guatemala? No. España.

En estos días de campaña electoral al Parlamento de una Unión Europea que es Premio Nobel de la Paz, la jueza argentina María Servini de Cubría investiga en España los crímenes de lesa humanidad de aquellos tres años de guerra y treinta y ocho de dictadura, también llamados de la paz por el franquismo. Y los candidatos en campaña salen en la tele con cara de suecos modernos, como dando lecciones de democracia a países que gastan democracia desde antes de que Franco fuera corneta.

Creemos jugar en la misma liga europea, la de las libertades asentadas y los derechos atesorados, pero aquí no tuvimos Revolución francesa y el Estado de Bienestar se nos está yendo por el desagüe. Y nos piden el voto para ir a Europa, a la misma Europa a la que han tenido que acudir las víctimas del franquismo para reclamar una Comisión de la Verdad que nuestra tacaña democracia no quiere ni en pintura.

Y en las cunetas hay muertos. Y sus familiares quieren recuperar los cuerpos. Y el Estado mira hacia a otro lado diciendo que mira hacia adelante.

Y al tiempo que el ministro de Interior ha dado orden de investigar las barbaridades que se soltaron en las redes sociales tras el asesinato de Isabel Carrasco, la Fiscalía ha pedido apartarse de la causa contra otra barbaridad que soltó el diputado del PP, Rafael Hernando, cuando –hablando de las víctimas de Franco– dijo que “algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones para encontrarlo”. Por supuesto, en este último caso no ha habido ninguna investigación de oficio impulsada por el ministro de Interior. Faltaría más.

Esto lo explicas de interrail por Europa y no se lo creen. O te preguntan de qué continente has venido.

Servini ha estado esta semana en Euskadi para recoger el testimonio de los hermanos Kalzada y Félix Padín, un histórico anarcosindicalista de 97 años, encarcelado en varias prisiones antes de terminar en el siniestro campo de concentración de Miranda de Ebro. La jueza fue recibida por el Parlamento vasco y quizás ella no lo sepa pero en el Parlamento –entonces una cárcel franquista– estuvo Padín tres días en una celda durante la guerra. “Hoy es el día que cuando paso por allí, recuerdo la ventana donde tenía el camastro donde dormía”, relata en sus memorias. Y dos vecinos de mi pueblo, Vitoria, han viajado en los últimos meses a Argentina para contar a Servini lo que vivieron cuatro décadas después, el 3 de marzo de 1976, cuando la policía de Fraga asesinó a tiros a cinco obreros. Todos buscan justicia y viven en un país que no se la quiere ofrecer.

Para impunidad, la del franquismo.

Un país se niega a juzgar horribles crímenes que se cometieron en el pasado. A las víctimas y sus familiares les recomiendan que lo olviden, no hay que remover viejas heridas y es mejor dejar las cosas como están, con los muertos en las cunetas y los verdugos a salvo. Las víctimas viajan al extranjero y consiguen que una jueza abra una investigación. La jueza decide visitar el país de las víctimas para entrevistarse con prisioneros de campos de concentración, torturados e hijos de fusilados. El New York Times escribe sobre ello en su portada.

¿Camboya? ¿Guatemala? No. España.