Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.
Los abuelos, 'bibliotecas humanas'
Historias que pasaban de padres a hijos, jefes que contaban leyendas a sus tribus, recetas que viajaban sólo dentro de familias… Cuentacuentos, ancianos, chamanes... Muchos son los nombres de las personas que mediante la comunicación oral mantenían viva su historia y cultura.
Hoy en día, aunque en las casas estas figuras no han desaparecido, las personas mayores han perdido su estatus como líderes de conocimiento y referentes en la sociedad. Las historias del abuelo son sólo para los domingos por la tarde, y a la abuela se la llama para ver cómo se hace el codillo o por un tema del bebé. Sus conocimientos, los que un día hicieron que todos saliésemos adelante, ahora son “trucos”, “recuerdos”, o “viejas historias de familia”.
Esta escuela de la vida cayó en saco roto desde que en los sesenta llegasen los americanos con la leche en polvo. Entonces lo único bueno que había, que era la sabiduría de la supervivencia, se quiso tapar con brillo y modernidades. Conocimientos de todo tipo (historia de guerras y entreguerras, construcción y mantenimiento del hogar, crianza, cocina, productos caseros de belleza, jabones, cultivo de verduras…) se barrieron debajo de la alfombra. 50 años después, cuando la crisis ha pellizcado fuerte, el movimiento DIY que empezó IKEA, la moda de regresar al origen, a lo “auténtico”, a lo “casero”, han sido un filón al que muchos “modernos” le han sabido sacar partido. Se ha buscado a los que tienen más solera para aprender todo sobre sus técnicas. Y mientras las calles y la red se llenan de talleres de “Cómo hacer tu huerta ecológica”, “Cursos de punto”, de “Cocina tradicional”, y crecen los contenidos de la Wikipedia, Jacinta, experta en la historia de la creación y crecimiento del barrio de Egia, en Donostia, sigue pasando sola las tardes en la residencia, menos cuando ocurre una visita. Pero puede que, a estas tardes de soledad, hayan llegado a su The End.
A través de la referencia de Copenhague, donde un grupo que luchaba contra la violencia inició el proyecto por primera vez allá por 1993, el servicio municipal del Ayuntamiento de San Sebastián que trabaja en la dinamización de la personas mayores Plus 55 ha puesto en marcha el proyecto 'bibliotecas humanas'. Se trata de un trabajo en el que se promueve el acercamiento social, la comunicación y la interacción entre personas, provocando el encuentro entre mayores y otros grupos sociales.
Este variedad de proyecto donostiarra, ofrece a ancianos voluntarios, expertos en cualquier materia, formarse para que a su vez ellos luego puedan transmitir, mediante comunicación oral, sus conocimientos a quien desee asistir a su encuentro. Por primera vez, esa madre experta en cocina, ese baserritarra experto en la huerta y esa que con 75 sigue haciendo visillos, compartirán sus experiencias y sabiduría siendo ellos los protagonistas del tinglado. Nada de cuarentones con morriña de jerseys de ochos, ni zampaburguers redimidos. Aquí los que mandarán no serán vintage, ni hipter, ni fashion. Serán personas camino de la vejez, con mucha chicha y poca tontería.
Lo que me gusta de este proyecto es que la actividad pone en valor a las propias personas mayores en sí, y su experiencia, y los lanza como un activo social rico y vivo, en un sistema en el que cada día lo “hecho en casa” o “como toda la vida” adquiere más valor. Las informaciones que transmitan, además, serán reforzadas mediante documentación en las bibliotecas en las que se impartan estas sesiones, dinamizando así también estos espacios y sus servicios públicos (Casares, Ernest Lluch, Musika Eskola, Intxaurrondo).
Por otra parte, favorece la revalorización de la tradición y cultura de la comunicación oral. Ésa, que fue la primera forma de transmitir, hablando, narrando, y que tanta falta hace hoy en día, a ver si trabajando la comunicación un día nos alumbra el entendimiento…
También el proyecto promueve la inclusión de los mayores como referencia para otros grupos sociales: dota a unos de tareas, compromisos, y los convierte en un valor a admirar. A los otros les enseña la pasión humana, el fruto de la constancia, y el respeto hacia la edad. Todo en una grata interactuación, en un encuentro presencial. En un momento de mutuo acompañamiento, que se puede convertir en una cita ineludible para aprender más sobre la vida. Un trabajo a todas luces interesante, que espero, triunfe.
Historias que pasaban de padres a hijos, jefes que contaban leyendas a sus tribus, recetas que viajaban sólo dentro de familias… Cuentacuentos, ancianos, chamanes... Muchos son los nombres de las personas que mediante la comunicación oral mantenían viva su historia y cultura.
Hoy en día, aunque en las casas estas figuras no han desaparecido, las personas mayores han perdido su estatus como líderes de conocimiento y referentes en la sociedad. Las historias del abuelo son sólo para los domingos por la tarde, y a la abuela se la llama para ver cómo se hace el codillo o por un tema del bebé. Sus conocimientos, los que un día hicieron que todos saliésemos adelante, ahora son “trucos”, “recuerdos”, o “viejas historias de familia”.