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A Marte

Un día me encuentro con que no sabemos si llamar “Kontxa” o “La Concha” a una de nuestras calles más significativas, y otro de repente me veo yendo a una charla donde explican que la humanidad se va a ir a vivir a Marte. Así, en crudo.

Que si Colón ya lo hizo, que si la Tierra no aguantará para siempre, y que si alguien tiene que ser el primero.

La Sociedad de Ciencias Aranzadi celebró en San Sebastián su XXIII Jornadas de Astronomía (casi ) y con ese motivo presentó al astrofísico valenciano José Vicente Díaz. Se trata del único español que la empresa holandesa líder de este proyecto, Mars One, ha seleccionado entre miles de candidatos para IR en la primera expedición a Marte en un viaje sin retorno. Sí, sí. Sin retorno. ¡Y a Marte! (cierra la boca que se te seca la lengua). Igual estábamos en la sala. Flipados.

El proyecto de Mars One es ciencia ficción pura. Allí falta agua, oxígeno, víveres… Las preguntas tras la explicación no se hicieron esperar. Una de las más rotundas fue, si realmente es viable económicamente este proyecto. Y la respuesta sonó igual: sí. Se hará vendiendo los derechos de imagen de un programa de televisión que se hará con el proceso de preparación de los astronautas. “¿Y si la gente se cansa del programa?” “Tranquilo. El creador de Mars One es el creador de Gran Hermano. Sabrán como mantener a la gente enganchada”. También habrá campañas de crowfunding, y otras, para llegar a los cinco mil millones de euros que necesitan. La siguiente pregunta, obvia, era “para qué”. Y Díaz no vaciló, “es el futuro”. Y allí estábamos todos. En apnea.

Al final, salí con muchas dudas sobre este proyecto. Pero también me fui encantada con la historia y la charla. Sentí descubrir un ámbito científico, oculto tras el brillo de la Bahía, que mira más allá de la barandilla. Remueve nuestra curiosidad, agita nuestros límites de lo real y lo irreal, y luego nos regurgita, en un líquido adrenalínico, que nos ayuda a combatir la dura realidad. Porque vivir en la Tierra no es fácil: la crisis, el ébola, el paro, los sinvergüenzas, el imbécil del día… Pero este tipo de historias son de las que suenan a bofetada. De esas que hacen que por un rato se te olvide tu dolor de muelas, de esas que buscan un fin común y suena a menú con buen postre. Colonizar Marte para salvar a la humanidad no es moco de pavo.

Independientemente de si creo o no que esta empresa será posible, poder acercarme al ámbito científico y compartir inquietudes sobre el futuro de la humanidad ha sido emocionante. Una San Sebastián astrofísica, brisa fresca que hace tintinear el collar de perlas, apunta con el dedo al universo, señalando las estrellas como segunda residencia. ¿A Marte?

Un día me encuentro con que no sabemos si llamar “Kontxa” o “La Concha” a una de nuestras calles más significativas, y otro de repente me veo yendo a una charla donde explican que la humanidad se va a ir a vivir a Marte. Así, en crudo.

Que si Colón ya lo hizo, que si la Tierra no aguantará para siempre, y que si alguien tiene que ser el primero.