Este blog pretende ser la primera ventana a la publicación de los futuros periodistas que ahora se están formando en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. Son las historias que los propios estudiantes de periodismo proponen a nuestros lectores.
Diseño de riesgo
La droga sintética golpea Euskadi con fuerza. Salida de los laboratorios más clandestinos, esta obra de arte de la ingeniería molecular es la reina del baile en las discotecas. A lo largo del año pasado, el laboratorio de Sanidad del Gobierno vasco detectó 34 nuevas drogas de diseño en la comunidad, de las cuales seis eran inéditas en el conjunto de España.
La Organización Mundial de la Salud cataloga como drogas sintéticas aquellas que se fabrican a través de procesos químicos y no se obtienen de un vegetal, sino a partir de cambios moleculares realizados en laboratorios para lograr resultados psicoactivos. Estas sustancias se crean a la carta, con el objetivo de satisfacer la demanda de los consumidores y su producción se regula atendiendo a esta. De hecho, su ciclo de vida depende de la existencia de compradores. Juan S. Etxeberria, responsable del Centro de Salud Mental de Osakidetza de Barakaldo, afirma que muchas de esas nuevas drogas desaparecerán por su bajo éxito comercial.
Pese a las diferencias entre las drogas clásicas y las de consumo, la motivación para consumirlas no cambia, según Etxeberria. “Es la misma para todas las sociedades y tiempos históricos: modificar el estado emocional mediante el consumo de sustancias psicoactivas”, asegura.
El consumo de drogas de diseño entraña grandes riesgos. Al consumirlas no se conoce su composición exacta y, por tanto, es imposible saber los efectos que van a desencadenar. Ricardo Caparrós, trabajador de Ailaket!, asociación vitoriana conformada por usuarios y exusuarios de droga que trabaja por la reducción y la prevención de riesgos y el consumo responsable, advierte de que “al no haber controles de calidad, lo mismo te encuentras una sustancia que es pura que otra que no lo es, y las consecuencias son totalmente diferentes”.
Su condición de sustancias ilegales agrava la situación. La fiscalización de una droga es complicada. Se necesita elaborar un informe de riesgos en el que se detallen todos sus componentes y efectos para que la Policía pueda perseguirla. Sin embargo, los diseñadores, raudos y veloces, suelen escapar de la justicia e ir un paso por delante. Es el caso de la ketamina, que se ha convertido en un verdadero monstruo de Hidra. Cuando se fiscalizó, a los diseñadores les bastó con alterar una de sus moléculas para obtener la metoxetamina, la ketamina 2.0. Los policías estaban de nuevo en el punto de partida. Se vieron obligados a realizar un nuevo informe de riesgos, ya que la mera modificación de una molécula convierte esa sustancia en invisible ante la ley. Fiscalizaron también esta nueva versión, pero se encontraron con que el monstruo tenía ya más cabezas de las que eran capaces de perseguir.
¿Es posible, entonces, que el remedio sea peor que la enfermedad? Con el objetivo de escapar de la persecución policial, se crean sustancias nuevas mediante la alteración de unas pocas moléculas en las drogas ya fichadas. Esto aumenta exponencialmente los riesgos. En palabras de Caparrós, “la ilegalización provoca más daños que las propias drogas”. Al consumir una sustancia conocida, por muy nociva que sea, se conocen, grosso modo, sus efectos. Modificados, aunque sea mínimamente algunos de sus componentes, se convierte en un perfecto desconocido, que nadie sabe cómo se comportará.
Ante la imposibilidad de rastrear y fiscalizar esta ingente cantidad de sustancias, se han dado pasos hacia la creación de un sistema bidireccional para avanzar en el conocimiento de las drogas que circulan por el mercado europeo. A nivel nacional, el Sistema Español de Alerta Temprana (SEAT) coopera con policías, asociaciones y hospitales nacionales para detectar el máximo número posible de estas drogas. Cuando alguno de los integrantes descubre una nueva sustancia, elabora un informe que, a través del Gobierno autonómico y más tarde del central, llega a manos del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT). Este, a su vez, distribuye esta información a todos los que componen esta red para la catalogación de nuevas drogas. De este modo, todos se encuentran interconectados. En los últimos años se ha intentado implantar un sistema similar a escala autonómica, pero, aunque se han presentado varias propuestas en el Parlamento vasco los intentos no han fructificado.
Internet, el nuevo mercado
El auge de este tipo de drogas se ha visto favorecido por el crecimiento de los criptomercados, en los que se ofertan, en lo más hondo de la deep web, todo tipo de sustancias. Así lo avala el último informe del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías —Internet y los mercados de droga, publicado en 2016—, que alerta de que estos mercados virtuales 'se pueden estar expandiendo'. De hecho, la última Encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES), publicada en 2013 por el Ministerio de Sanidad, señala que el 4,4% de los consumidores de nuevas sustancias psicoactivas las consigue a través de Internet. El uso de monedas virtuales, las conocidas como bitcoins, y de direcciones IP imposibles de rastrear hacen de la red la forma de trapicheo más segura del siglo XXI.
Se observa, por tanto, que Internet ha modelado un nuevo perfil de consumidores. Los que en vez de recurrir al camello del barrio se sientan ante la pantalla para conseguir las anheladas sustancias destacan, a su vez, por consumirlas en solitario. Esto provoca que sientan la necesidad de informarse más acerca de los riesgos que implican: remplazan la seguridad que brinda estar rodeado de la pandilla de colegas del barrio por visitas a esa suerte de oráculo de Delfos que representa Internet. “No los consideraría consumidores responsables, pero gracias a esas consultas evitan algunos riesgos”, afirma el experto alavés.
Este método de compra fomenta también la venta de droga sintética encubierta, que es difícil de identificar para la policía. Gracias a Internet, las cosas dejan de ser lo que parecen, y se han encontrado nuevas formas de ocultar las sustancias prohibidas. Aunque la droga se vista de sales de baño, droga se queda y la cantinona es la mona de este refrán. Y, aparte de mona, letal. Hasta la fecha, ha provocado cuatro fallecimientos en España.
“Han querido crear un mito”
Si bien las drogas sintéticas han experimentado un auge en los últimos años, su historia data de hace al menos un siglo. A comienzos del XX, Albert Hoffman, un trabajador de la industria farmacéutica alemana, se convirtió casi sin querer en el padre de los colocones sintéticos. El trabajador quería aislar unos principios activos de una sustancia para conseguir un anestésico que aliviara el dolor de las mujeres durante el parto, pero se dio de frente con el LSD, una droga psicodélica usada por los jóvenes de hoy en día para 'autotransportarse'. Hoffman daba paso sin saberlo a la era del diseño de la droga.
Avalados por el hecho de que el fenómeno de las drogas de diseño no es nuevo, hay quienes consideran que el término 'drogas de diseño' se usa como comodín, ya que las sustancias que están ahora en auge son las conocidas como 'nuevas sustancias psicotrópicas' o 'drogas emergentes'. El Ministerio de Sanidad, en un informe titulado Las nuevas sustancias psicoactivas. Un reto para la salud pública, las define de la siguiente manera: sustancias, en forma pura o de preparado, que puedan suponer una amenaza para la salud pública y no se conocieran antes de 1971.
Diferentes expertos aseguran que, al introducir todo en el saco de las drogas de diseño, lo que se pretende es facilitar la lucha contra ellas. “Han querido crear un mito sobre las drogas de diseño para poder aislarlas y atacarlas”, sentencia Caparrós. Los defensores de esta teoría no desdeñan los riesgos que implica el consumo de estas sustancias, pero consideran errónea su clasificación, una mera simplificación para justificar su persecución.
Las drogas sintéticas están en boga en la actualidad y todo apunta a que erradicar su consumo va a resultar muy complicado. Esto se debe a que los diseñadores encuentran nuevas formas de burlar a la Policía y crean nuevas composiciones tan rápido como esta consigue identificar todos los compuestos. “La solución pasa, por lo tanto, por el hecho de que las personas aprendan a decir no y entiendan por qué dicen no”, opina Etxeberria.
Así pues, hay ciertos sectores de la sociedad, entre los que se cuentan asociaciones favorables al consumo de estas sustancias siempre que existan controles de calidad y se enseñe a que este sea responsable, que no consideran del todo correcto calificar de auge lo que están experimentando las drogas de diseño. Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que estas compañeras de baile han llegado con ganas y de que la música continuará sonando durante mucho tiempo. Queda pendiente aprender a bailar con ellas.
La droga sintética golpea Euskadi con fuerza. Salida de los laboratorios más clandestinos, esta obra de arte de la ingeniería molecular es la reina del baile en las discotecas. A lo largo del año pasado, el laboratorio de Sanidad del Gobierno vasco detectó 34 nuevas drogas de diseño en la comunidad, de las cuales seis eran inéditas en el conjunto de España.
La Organización Mundial de la Salud cataloga como drogas sintéticas aquellas que se fabrican a través de procesos químicos y no se obtienen de un vegetal, sino a partir de cambios moleculares realizados en laboratorios para lograr resultados psicoactivos. Estas sustancias se crean a la carta, con el objetivo de satisfacer la demanda de los consumidores y su producción se regula atendiendo a esta. De hecho, su ciclo de vida depende de la existencia de compradores. Juan S. Etxeberria, responsable del Centro de Salud Mental de Osakidetza de Barakaldo, afirma que muchas de esas nuevas drogas desaparecerán por su bajo éxito comercial.