Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Aldama zarandea al PSOE a las puertas de su congreso más descafeinado
Corazonadas en la consulta: “Ves entrar a un paciente y sabes si está bien o mal”
OPINIÓN | Días de ruido y furia, por Enric González

El suelo

Bienvenidos a El Diario Norte. Un periódico nuevo que hoy nace con la ilusión de ofrecer información rigurosa y plural y de aportar aire fresco a un campo, el de la prensa, que está necesitado de buenas noticias. Los medios de comunicación, por la ética que debe regirnos, no solemos hablar de lo que nos sucede. Y así debe ser dentro de los cauces normales. Pero estamos en una situación excepcional. La crisis, económica y del sector, está acabando con la pluralidad de y en los medios. Y eso, permitánme, es noticia. Cada medio que muere es una pequeña parcela de libertad y democracia que se pierde. Y no estamos para tirar cohetes.

Pero, lamentablemente, la prensa vive una crisis a la que no es ajena la sociedad. Vivimos en un país en el que el paro arroja unas cifras tales que el bosque no nos deja ver los árboles. Las historias de miles y miles de vascos que no tienen con qué vivir, que no pueden desarrollar su vida y a los que la miseria llama a sus puertas. Un país en el que hablamos de fronteras y mapas del tiempo mientras hay vecinos a los que la lluvia les pilla siempre sin techo bajo el que cobijarse. Una Euskadi en la que las ilusiones y el futuro salta por la ventana ante las órdenes de desahucio que cada día llegan a los hogares de nuestro alrededor. Cientos de vascos, miles de ciudadanos están perdiendo el suelo en el que vivian ante la crueldad de los números y los balances, ante la voracidad de un mercado que no vende precisamente alimentos. Y debemos, tenemos la obligación de levantar la voz ante eso, de exigir que recuperemos el suelo de la dignidad.

Y lo peor es que en este país la ciudadanía pierde el suelo en el que vive mientras parte de la clase política no pisa el suelo de la calle. Sucede mientras muchos políticos, de todas las siglas, hablan de soberanía, de fronteras, de congresos de ideas. Mientras algunos de ellos señalan con el dedo y colocan fuera del respeto e incluso de la ley a los ciudadanos cabreados y hartos que manifiestan su indignación. Cuando algunos dirigentes están centrados en las luchas internas intentando defender su 51% para cerrar las puertas de su partido a cal y canto. Y, cuando se dedican a eso, olvidan que en la calle, en el portal de enfrente, hay personas que necesitan soluciones reales a sus problemas reales. Viven en una burbuja, lejos del suelo. ¿Cuál creen que es su función?

Pero ojo, no caigamos tampoco en la demagogia facilona de meter a todos los políticos en el mismo saco. Algunos trabajan con dedicación y honestidad. A esos, anónimos en su mayoría, hay que protegerlos porque la alternativa a la política es, hoy poy hoy, infinitamente peor. Los cadáveres que aparecen en el reportaje que hoy os ofrecemos sobre la memoria histórica podrían dar fe de ello.

Bienvenidos a El Diario Norte. Un periódico nuevo que hoy nace con la ilusión de ofrecer información rigurosa y plural y de aportar aire fresco a un campo, el de la prensa, que está necesitado de buenas noticias. Los medios de comunicación, por la ética que debe regirnos, no solemos hablar de lo que nos sucede. Y así debe ser dentro de los cauces normales. Pero estamos en una situación excepcional. La crisis, económica y del sector, está acabando con la pluralidad de y en los medios. Y eso, permitánme, es noticia. Cada medio que muere es una pequeña parcela de libertad y democracia que se pierde. Y no estamos para tirar cohetes.

Pero, lamentablemente, la prensa vive una crisis a la que no es ajena la sociedad. Vivimos en un país en el que el paro arroja unas cifras tales que el bosque no nos deja ver los árboles. Las historias de miles y miles de vascos que no tienen con qué vivir, que no pueden desarrollar su vida y a los que la miseria llama a sus puertas. Un país en el que hablamos de fronteras y mapas del tiempo mientras hay vecinos a los que la lluvia les pilla siempre sin techo bajo el que cobijarse. Una Euskadi en la que las ilusiones y el futuro salta por la ventana ante las órdenes de desahucio que cada día llegan a los hogares de nuestro alrededor. Cientos de vascos, miles de ciudadanos están perdiendo el suelo en el que vivian ante la crueldad de los números y los balances, ante la voracidad de un mercado que no vende precisamente alimentos. Y debemos, tenemos la obligación de levantar la voz ante eso, de exigir que recuperemos el suelo de la dignidad.