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Opinión - Cuando los ciudadanos saben lo que quieres. Por Rosa María Artal

“En la frontera terrestre entre Colombia y Venezuela se vive una guerra abierta por su control”

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La misma frontera por la que la familia de Linda Fernanda Lara dejaba atrás la violencia del conflicto colombiano en los años 90 la ha tenido que cruzar ahora ella para huir de la crisis humanitaria que sufre Venezuela. Y se ha encontrado lo mismo de lo que huían sus padres: una guerra abierta entre diferentes guerrillas y el ejército por el control de un paso fronterizo de más de 2.219 kilómetros. 

Tan sólo durante el año pasado fue el escenario de 1.613 homicidios, 208 desapariciones y 555 enfrentamientos armados, según denuncia FundaRedes. Esta ONG, con más de 19 años de servicio en Venezuela, trabaja para construir tejido social a través de la creación de redes de activistas que impulsan la cultura preventiva, la participación ciudadana, la promoción y defensa de los Derechos Humanos, así como la organización social a favor de la libertad y la democracia. Linda Fernanda necesitó más de cinco días para atravesar el río a la espera de que las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) dieran el permiso a los migrantes que esperaban a ambos márgenes.

“Nos expusimos a la muerte, a minas antipersona y a que reclutaran a nuestros hijos”, explica ahora desde Bilbao. Con 22 años, forma parte de una de las redes de jóvenes que el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) y la ONGD Alboan han creado en la zona para las personas desplazadas por el conflicto de uno y otro lado de la frontera. 

La frontera más violenta de América Latina

Aprovechamos en 'Piedra de Toque' que diferentes jóvenes de esta red han visitado Bilbao para compartir su experiencia con otros jóvenes vascos dedicados a la acogida y acompañamiento de migrantes. Y lo hacemos en esta ocasión para conocer más sobre la vida en una de las fronteras más violentas de América Latina. 

“Me expuse junto a mis tres hijos a los mismos riesgos que mi madre asumió en su marcha hacia Venezuela. Y ha merecido la pena: mis hijos pueden comer todos los días”, explica sobre una realidad que afecta ya a cerca de dos millones de venezolanos desplazados por la situación política y económica del país. Los tres primeros años en Colombia, Linda Fernanda tan sólo contaba con unos cartones como vivienda.

Hasta que comenzó a participar en la red 'Frontera Solidaria', de la que recibió apoyo para el acceso a alimentos para sus hijos y educación para ella misma. “Ahora cuento con una máquina de coser con la que espero montar mi propio costurero”, señala. 

De desplazada forzada a joven activista 

Para Angie Torres, también colombiana de 22 años, otra red de jóvenes activos entre migrantes le devolvió la dignidad. Ella también tuvo que huir de su casa de un día para otro, en su caso de Colombia hacia Ecuador. “Mis padres se habían desplazado en diferentes ocasiones a otras zonas del país para salvar nuestras vidas hasta que una noche nos llevaron en lancha hasta Ecuador”, relata. 

Tras llegar a su nuevo país de acogida continúo expuesta a otra forma de violencia: “la del racismo y el abuso”. Hasta que contactó con otra red de apoyo, en este caso a través de 'Escuelas de ciudadanía', donde cayó en la cuenta de que podía incorporarse a la educación pública de Ecuador y comenzó de nuevo a formarse.

“Ahora formo parte de más redes de jóvenes para crear una reacción de cadena de migrantes que apoyamos a nuevos migrantes para que salvar tu vida no te condene a otras violencias”, reconoce Angie, emocionada tras haber participado durante estos días en encuentros con más de 250 jóvenes vascos. 

Escucha ahora el podcast para poner voz a las historias de Linda Fernanda Lara y Angie Torres y cae en la cuenta de la complejidad de factores que lleva a las personas migrantes a abandonar sus casas. También puede escucharlo en Spotify, Ivoox, Itunes y Google podcast:

La misma frontera por la que la familia de Linda Fernanda Lara dejaba atrás la violencia del conflicto colombiano en los años 90 la ha tenido que cruzar ahora ella para huir de la crisis humanitaria que sufre Venezuela. Y se ha encontrado lo mismo de lo que huían sus padres: una guerra abierta entre diferentes guerrillas y el ejército por el control de un paso fronterizo de más de 2.219 kilómetros. 

Tan sólo durante el año pasado fue el escenario de 1.613 homicidios, 208 desapariciones y 555 enfrentamientos armados, según denuncia FundaRedes. Esta ONG, con más de 19 años de servicio en Venezuela, trabaja para construir tejido social a través de la creación de redes de activistas que impulsan la cultura preventiva, la participación ciudadana, la promoción y defensa de los Derechos Humanos, así como la organización social a favor de la libertad y la democracia. Linda Fernanda necesitó más de cinco días para atravesar el río a la espera de que las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) dieran el permiso a los migrantes que esperaban a ambos márgenes.