Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

Burkina Faso: hacia la tolerancia cero en la mutilación genital femenina

África Caño y Casilda Velasco

Medicus Mundi —

0

La mutilación genital femenina (MGF) es una violación de los derechos humanos fundamentales de las niñas y las mujeres, y así está reflejado en la legislación internacional y en la Carta Africana de Derechos Humanos; así como en las legislaciones de muchos de los países donde se practica. A pesar de esto, se calcula que en el mundo hay 135 millones de niñas y mujeres víctimas de esta práctica arraigada en más de 28 países de África y Asia, y que ha emigrado también a otros países, incluida España.

La MGF afecta siempre a la salud física y psíquica de las niñas y las mujeres. Puede costar la vida en el momento de su realización y sus complicaciones aumentan de forma considerable el riesgo de morir durante el parto o de padecer graves secuelas durante toda la vida (fístula obstétrica, infecciones crónicas). La MGF no solo afecta a las niñas y las mujeres; un estudio de la Organización Mundial de la Salud, realizado en varios países africanos, concluye que la mortalidad y la necesidad de reanimación tras el parto es mayor en los recién nacidos de madres mutiladas.

Burkina Faso ha sido uno de los países promotores de la Resolución, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de diciembre de 2012, dirigida a intensificar los esfuerzos a nivel mundial para lograr la eliminación de la MGF. Esta actuación está vinculada a la trayectoria que, desde hace más de 20 años, sigue este país en su compromiso de poner fin a la MGF: en el año 1991, Burkina Faso (BF) modificó su Constitución para adaptarla a la Declaración Universal de Derechos Humanos, garantizando la igualdad entre las personas, sin discriminación de ningún tipo. Desde 1996 cuenta con una legislación específica que penaliza su realización, con penas mayores para el personal sanitario o paramédico, o ser cómplice de la práctica de la MGF. Burkina ha firmado todos los acuerdos internacionales y regionales en materia de derechos humanos y contra la mutilación genital femenina y, junto a otros países, ha solicitado a la Unión Africana la prohibición total de esta práctica. Recientemente, con el apoyo de Naciones Unidas, Burkina Faso ha elaborado un Plan Nacional de Acción para promover la eliminación de la MGF como parte de una política de tolerancia cero.

En una encuesta demográfica y de salud realizada en 2010 por el gobierno de BF, con el apoyo de diversas organizaciones internacionales, el 70% de las mujeres encuestadas admitió haber sufrido una MGF. Sin embargo, la encuesta mostró una notable disparidad entre generaciones: mientras que las mujeres entre 45-49 años estaban mutiladas en un 89%, este porcentaje bajaba al 58% en las niñas y jóvenes de 5 a 19 años, lo cual debe traducirse como una señal de la disminución constante del número de mujeres y niñas mutiladas en estos últimos años.

En Burkina Faso, al igual que en el resto de los países africanos donde está presente la MGF, esta no se practica de forma uniforme a todas las mujeres: el riesgo de padecerla se incrementa si se pertenece a determinadas etnias como, por ejemplo, la Mossi; si se vive en un medio rural o cuando el nivel educativo de la madre es menor. Ninguna religión aprueba la práctica de la MGF; sin embargo, es más prevalente en familias musulmanas (80%) que en las católicas y protestantes (60%).

¿Por qué, a pesar de estar prohibida legalmente, y del intenso trabajo realizado en su contra en el país, se sigue practicando? La MGF está muy arraigada culturalmente en la sociedad burkinabe, ya que se considera que facilita el matrimonio de las mujeres y mejora su estatus en la sociedad: en efecto, la mutilación genital temprana pretende controlar la sexualidad de las jóvenes y mujeres, preservando así su castidad y virginidad hasta el momento del matrimonio y obteniendo con ella esposas que no serán promiscuas sino dignas y fieles. Hay, además, otras creencias como las que consideran que la mutilación genital femenina ayuda a mejorar y mantener la higiene personal, que el clítoris es un órgano masculino y puede causar daños al recién nacido en el momento del parto, etc. Pero, sobre todo, es la presión social y la necesidad de cumplir con las tradiciones lo que permite la pervivencia de esta y otras prácticas que son nefastas para la salud de las mujeres y las niñas.

Medicus Mundi está presente en Burkina Faso desde 1975, con proyectos y programas de cooperación sanitaria dirigidos, sobre todo, a mejorar la salud de las mujeres y niñas del país, apoyando la estrategia de Salud Reproductiva del Ministerio de Salud, fundamentalmente en la lucha contra la mortalidad materna y la mutilación genital femenina. En este último apartado, la labor de Medicus Mundi se ha basado en el apoyo al “Comité Nacional de Lucha contra la Práctica de la Escisión[1]” sobre todo en las zonas rurales, de difícil acceso y con menos recursos. Estos proyectos se realizan en colaboración con el personal sanitario local, especialmente con las matronas, por ser personas reconocidas y respetadas por la población y depositarias de la confianza de las mujeres y contemplan la sensibilización de la población, la formación del personal sanitario y el apoyo logístico a las asociaciones locales que luchan contra esta práctica, contribuyendo, mediante esta estrategia, a la disminución de su realización en aquellas zonas donde hemos intervenido.

Medicus Mundi sigue en Burkina tratando de mejorar la Salud Sexual y Reproductiva, especialmente de las mujeres. Con este objetivo, recientemente, una ginecóloga y una matrona se han desplazado al país para poner en marcha un proyecto que pretende introducir en los currículos de formación del personal sanitario, especialmente matronas, el enfoque de derechos y de género, lo cual tendrá un papel relevante en la lucha contra la mutilación genital femenina.

En estos 40 años de trabajo en Burkina Faso hemos tratado, y logrado en muchos casos, de mejorar la salud de la población y, especialmente, de sus mujeres y niñas. Pero, aunque el camino que resta por andar es arduo, está en nuestro ánimo seguirlo hasta que la erradicación de la mutilación genital femenina sea una realidad.

[1] La mutilación genital femenina es conocida también como escisión.

La mutilación genital femenina (MGF) es una violación de los derechos humanos fundamentales de las niñas y las mujeres, y así está reflejado en la legislación internacional y en la Carta Africana de Derechos Humanos; así como en las legislaciones de muchos de los países donde se practica. A pesar de esto, se calcula que en el mundo hay 135 millones de niñas y mujeres víctimas de esta práctica arraigada en más de 28 países de África y Asia, y que ha emigrado también a otros países, incluida España.

La MGF afecta siempre a la salud física y psíquica de las niñas y las mujeres. Puede costar la vida en el momento de su realización y sus complicaciones aumentan de forma considerable el riesgo de morir durante el parto o de padecer graves secuelas durante toda la vida (fístula obstétrica, infecciones crónicas). La MGF no solo afecta a las niñas y las mujeres; un estudio de la Organización Mundial de la Salud, realizado en varios países africanos, concluye que la mortalidad y la necesidad de reanimación tras el parto es mayor en los recién nacidos de madres mutiladas.