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La casa se quema

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Ya podemos afirmar con rotundidad, y con el aval de la ciencia, que estamos en una situación límite de crisis ambiental, que la casa se quema. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas ya afirmó con rotundidad, en un informe especial emitido a finales del pasado año, que es necesario realizar “cambios rápidos, profundos y sin precedentes” en nuestras sociedades para lograr el objetivo de no superar el calentamiento de la Tierra en +1.5ºC a finales de siglo. También, el Informe Mundial de Medioambiente de la ONU, publicado en marzo de 2019, alertó de que la contaminación del aire seguirá provocando la muerte prematura de entre 4,5 y 7 millones de personas cada año hasta 2050. Pero sin duda el dato más novedoso y desesperanzador ha sido el publicado el pasado mes de mayo en el análisis de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) que cifra en un millón las especies animales y vegetales en riesgo de extinción. También este informe destaca la necesidad absoluta de “un cambio transformacional rápido y profundo en la forma en que consumimos, producimos y comercializamos”.

En consecuencia, el pasado mes de agosto, el Lehendakari Urkullu, rodeado de todo el Ejecutivo autonómico, declaró “la situación de emergencia climática” con el fin de lograr una Euskadi neutra en carbono “no más tarde de 2050”, mediante acciones “urgentes y ambiciosas”. En la declaración, Urkullu recordaba que Euskadi es pionera en el compromiso con el desarrollo sostenible, el respeto al medio ambiente y la estrategia de lucha contra el cambio climático. Sin embargo, desde EQUO Berdeak consideramos que las palabras se deben transformar en hechos y, por ello, nos comprometemos a seguir empujando para que dicha declaración se convierta en políticas reales y no únicamente en el “greenwashing” al que nos acostumbra el Gobierno. Debemos recordar que la sociedad vasca no avanza hacia una economía neutra en carbono. Los últimos datos de 2017 dicen que nos estamos alejando de ese objetivo. No reducimos nuestras emisiones, sino que entre 2016 y 2017 han subido un 5,45%. Euskadi supera la media de las emisiones per cápita de Europa y del planeta (9,2 Tm en Euskadi, frente a 8,4 en Europa y 4,7 a nivel mundial). La Estrategia Klima 2050 no ha funcionado ni se ha puesto en marcha, y sólo implica al Gobierno Vasco, no al sector privado ni al resto de instituciones vascas. Euskadi forma parte de la Alianza Internacional de los Estados y Regiones, pero ha sido una participación “cosmética”, al igual que su paso por la Cumbre de París. Todas las adhesiones y acuerdos firmados han sido papel mojado, cuando miramos las políticas públicas que se han realizado.

Llevamos 25 años pregonando el desarrollo sostenible y parece que no ha servido para nada. Parece que todos esos mensajes que se han lanzado desde las administraciones para involucrar a la ciudadanía de forma individual (apagar la luz, cerrar el grifo, desconectar los aparatos electrónicos, separar los residuos, etc.) han puesto el foco de la solución muy lejos del origen del problema. Todas estas pautas son necesarias, por conciencia y ética, pero manifiestamente insuficientes. Porque el origen del problema se encuentra en nuestro sistema de producción y consumo que ha creado conceptos tan absurdos e insostenibles como el “usar y tirar” o la obsolescencia programada. La economía global implementada por nuestro sistema capitalista es un acelerador que nos lleva al colapso ecológico y civilizatorio. Ninguna solución que no pase por cambios rápidos, profundos y sin precedentes (como dice la ONU) en nuestro modelo económico servirá para afrontar la emergencia climática. El desarrollo sostenible es un oxímoron fundamentado en alimentar un modelo de crecimiento económico infinito (basado en la quema de combustibles fósiles causantes del calentamiento global) dentro de un planeta de recursos finitos.

Es tiempo de actuar. Tenemos una década para acometer los cambios que nos exige la juventud del planeta. Como Verdes nos comprometemos a buscar aliadas climáticas en todos los ámbitos de la sociedad. Del mundo de la ciencia, del tercer sector, de la cultura, de las artes, de la educación, de la política, del artisteo, del activismo. Con un único objetivo: crear una cultura hegemónica por el clima que haga que la mayoría social obligue a la minoría que se encuentra en las élites a acometer esos “cambios rápidos, profundos y sin precedentes” y ese “cambio transformacional rápido y profundo en la forma en que consumimos, producimos y comercializamos”. Cambios que serán a todos los niveles y que irán respaldados por una sociedad que ha aprendido que la emergencia climática es el mayor reto que tenemos como civilización. Los Partidos Verdes se han convertido en la cuarta fuerza en el Parlamento Europeo convirtiéndose en alternativa al establisment político y a la extrema derecha. Es el momento de que esa revolución por el clima también se consolide en Euskadi.

En este sentido, EQUO Berdeak reafirma su compromiso para con la ciudadanía vasca y continuará trabajando en las instituciones para facilitar el reconocimiento de todos los derechos básicos de cada una de las personas residentes en Euskadi, así como para que las recién llegadas se sientan acogidas, apoyadas y acompañadas hasta que sus circunstancias vitales les permitan retomar su vida de forma autónoma y satisfactoria.

*Manifiesto de EQUO Berdeak con motivo del Día Internacional contra el cambio climático *Manifiesto de EQUO Berdeak con motivo del Día Internacional contra el cambio climático

Ya podemos afirmar con rotundidad, y con el aval de la ciencia, que estamos en una situación límite de crisis ambiental, que la casa se quema. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas ya afirmó con rotundidad, en un informe especial emitido a finales del pasado año, que es necesario realizar “cambios rápidos, profundos y sin precedentes” en nuestras sociedades para lograr el objetivo de no superar el calentamiento de la Tierra en +1.5ºC a finales de siglo. También, el Informe Mundial de Medioambiente de la ONU, publicado en marzo de 2019, alertó de que la contaminación del aire seguirá provocando la muerte prematura de entre 4,5 y 7 millones de personas cada año hasta 2050. Pero sin duda el dato más novedoso y desesperanzador ha sido el publicado el pasado mes de mayo en el análisis de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) que cifra en un millón las especies animales y vegetales en riesgo de extinción. También este informe destaca la necesidad absoluta de “un cambio transformacional rápido y profundo en la forma en que consumimos, producimos y comercializamos”.

En consecuencia, el pasado mes de agosto, el Lehendakari Urkullu, rodeado de todo el Ejecutivo autonómico, declaró “la situación de emergencia climática” con el fin de lograr una Euskadi neutra en carbono “no más tarde de 2050”, mediante acciones “urgentes y ambiciosas”. En la declaración, Urkullu recordaba que Euskadi es pionera en el compromiso con el desarrollo sostenible, el respeto al medio ambiente y la estrategia de lucha contra el cambio climático. Sin embargo, desde EQUO Berdeak consideramos que las palabras se deben transformar en hechos y, por ello, nos comprometemos a seguir empujando para que dicha declaración se convierta en políticas reales y no únicamente en el “greenwashing” al que nos acostumbra el Gobierno. Debemos recordar que la sociedad vasca no avanza hacia una economía neutra en carbono. Los últimos datos de 2017 dicen que nos estamos alejando de ese objetivo. No reducimos nuestras emisiones, sino que entre 2016 y 2017 han subido un 5,45%. Euskadi supera la media de las emisiones per cápita de Europa y del planeta (9,2 Tm en Euskadi, frente a 8,4 en Europa y 4,7 a nivel mundial). La Estrategia Klima 2050 no ha funcionado ni se ha puesto en marcha, y sólo implica al Gobierno Vasco, no al sector privado ni al resto de instituciones vascas. Euskadi forma parte de la Alianza Internacional de los Estados y Regiones, pero ha sido una participación “cosmética”, al igual que su paso por la Cumbre de París. Todas las adhesiones y acuerdos firmados han sido papel mojado, cuando miramos las políticas públicas que se han realizado.