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Ertzainas en lucha, gora Athletic y Más Madrid: el desconocido voto nulo
El pasado 28 de mayo se convocó a la ciudadanía para ejercer su derecho a voto en las elecciones municipales y a Juntas Generales. Así, entre ese cuerpo electoral de la CAV (como entre la de cualquier otro lugar) hubo quienes decidieron participar y quienes, bien fuese por motivos reivindicativos, pereza, desinterés o descontento político, decidieron “no votar”. Así, la abstención en Euskadi se cifró en el entorno del 40% pero, como cada uno cuenta la feria como le va, nos podemos encontrar ante candidaturas a las que, de una forma u otra, dicha circunstancia les pudo beneficiar y ante otras a las que les perjudicó. Las primeras hablan de una abstención más o menos “normal” o “esperada” mientras que las segundas hablan, a modo de soniquete, de “baja participación”.
Tomando como ejemplo la Villa de Bilbao, la candidatura del alcalde Juan Mari Aburto 'dejó' por el camino la nada despreciable cifra de 17.433 votos. ¡Casi nada! Es por ello por lo que, tras la pérdida de dos concejales (de 14 a 12), dijo: “Con humildad, reflexionaremos sobre la baja participación en la ciudad”. Como se observa, asumió que ese motivo, y no otro, era el que había lastrado a los 'jeltzales' en uno de sus grandes feudos. Pero nunca habló de abstención, sino que lo tradujo insistentemente en el término “baja participación”. Y, a día de hoy, lo sigue haciendo.
La verdad es que suena a una suerte de justificación en modo bucle o, sencillamente, al desarrollo de un argumentario, por cierto, en absoluto redactado desde un punto de vista autocrítico luego, para nada, ni es “humilde” ni, mucho menos, sincero. Para nada.
Pero, bueno, aceptemos aquello de “pulpo como animal de compañía” sin dejar de constatar que lo más doloroso para el PNV de Bilbao: un cuarto de los votos que había obtenido el alcalde de Bilbao en 2019 (al pasar de 71.822 apoyos a los 54.466 del pasado 28-M) se tradujo en la caída de dos ediles y, con ello, en la cesión de otra cartera de gestión municipal a su socio preferente, el PSE-EE.
Ello se debe a que lo que ganaron peso fue la abstención, los votos nulos y en blanco. De hecho, ese número de votos nulos y en blanco llegaron a duplicarse. Por eso debe ser que, escasas horas después de la proclamación de los, Aburto ya comenzaba a mencionar machaconamente eso de la “baja participación” algo que, de llegar a ser aceptado como una especie de axioma, no vendría a revelar otra cosa más que la escasa confianza que tiene la ciudadanía en sus líderes. Genéricamente.
Sin embargo, cabe destacar que existen muchas formas de castigar a los políticos en una jornada electoral sin escoger una candidatura concreta o, pese a ser una lista cerrada, censurar a una o a un candidato de forma explícita. Una de ellas es el manifiesto aumento del voto nulo. En el caso estudiado de Bilbao, pasaron de los 941 del año 2019 a los 1.654 de la convocatoria del pasado 28-M.
Antes de nada, dejemos sentado qué se considera voto nulo. Técnicamente, no tiene ninguna consecuencia electoral, ya que no se contabiliza y, por lo tanto, tampoco suma (aunque, como se ha visto, puede llegar a restar). Con todo, siempre queda constancia de él en la mesa electoral.
De acuerdo con el artículo 96 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), se considera voto nulo aquel emitido en un sobre no oficial o el que, aun siendo entregado en el adecuado, contenga una papeleta manipulada (rota, tachada, pintada, subrayada...) o algún otro contenido fuera de las reglas. Por lo tanto, quedará anulado cualquier sobre que contenga más de una papeleta, o en cuyo interior se encuentren otros símbolos y objetos diferentes al correspondiente, como mensajes, fotografías o propaganda. En cuanto a la citada duplicidad, tal y como indica la normativa, solo será válido aquel sobre que contenga más de una papeleta siempre y cuando sean de la misma candidatura y de la misma circunscripción electoral.
Además, haciendo un inciso relativo a la próxima convocatoria de elecciones generales del próximo 23 de julio, en el caso concreto del Senado, se considerará voto nulo, además del que se contabiliza por sobres o contenidos inadecuados, aquellas papeletas en las que se señalen más nombres de los correspondientes por Circunscripción. Recordemos que en Euskadi elegiremos a 18 y 12 senadores. En definitiva, el voto nulo consiste en un voto emitido no válido que, por la razón que fuere, las y los ciudadanos depositan en las urnas.
Volviendo a la última convocatoria electoral, eso del voto nulo es todo un mundo en el que podemos ver de todo, o casi de todo. A las habituales papeletas rasgadas, tachadas o subrayadas, podemos encontrarnos con electores que, con dos papeletas en el mismo sobre, proponen “coaliciones electorales” entre EH Bildu y Elkarrekin, entre PP y Vox, entre PNV y EH Bildu, entre PSOE y PP, hasta con coaliciones 'imposibles' tales como la de EH Bildu con Vox, o la del PP con el PACMA. Y, ya pasando de dos papeletas por sobre, las que proponen un 'pentapartito a la italiana' con casi todas las formaciones políticas citadas, pero en plan 'macedonia'. De hecho, hasta se ha llegado a ver algún voto nulo con cinco papeletas (PNV-PSOE-EH Bildu-Elkarrekin-PACMA). Y, por ver, hasta se pudo ver una papeleta de Más Madrid en una de las villas de Bizkaia (que no es Bilbao pero que también está dotada con su flamante pasarela de Calatrava).
Siguiendo con la observación al detalle de los votos nulos, son muy habituales los de la papeleta sepia en sobre blanco y viceversa. Tampoco resulta raro ver la candidatura de una formación política de Barakaldo depositada en una urna de Bilbao, o con una papeleta de la circunscripción cántabra de Castro Urdiales dentro de una urna de Sopuerta. Por haberlas, las hay que, junto a la papeleta de voto, aparece la tarjeta censal del elector, echando por los suelos aquello del “voto secreto”. Esperemos que quienes hayan cometido esos 'errores' no estén afiliados a un partido político dotado de interventores en esas mesas porque, si lo están, y las papeletas acompañadas de tarjeta censal no se corresponden o coinciden con sus respectivas militancias, pueden ir olvidándose del carné del partido de turno. Al parecer, debe haber formaciones políticas a las que les faltan votos a porrillo pero les deben sobrar militantes.
Luego vienen las “tradicionales” papeletas de los eslóganes y dibujos varios: “Corruptos”, “chorizos”, “sois iguales”, las provistas con el típico dibujo infantil de un pene, otras con ánimos al Athletic Club, con reivindicaciones sindicales (esta vez, unas cuantas de Ertzainas en lucha), con quejas sobre ruidos originados por la discoteca de abajo, con quejas sobre cacas de perros, las que hacen referencias a la inseguridad, la falta de presencia policial en el barrio de turno, o contra el Tour… Como en botica, hay de todo. Hasta la mutación evolutiva de la típica loncha de embutido de Pamplona en una muestra de colonia cara. Seguro que esto último habrá sido mucho más que agradecido por las y los componentes de la mesa electoral encargada de abrir ese sobre.
Por volver al caso concreto de Bilbao, llama poderosamente la atención el caso de la candidatura de EAJ-PNV encabezada por Juanmari Aburto. Con algo más de 600 votos nulos (entre los predichos 1.654 correspondientes a todos los distritos electorales de la villa), ninguno de los dos representantes 'jelkides' de la candidatura presentes en el escrutinio definitivo en la Junta Electoral Provincial de Bizkaia (uno de ellos, de nuevo concejal en Bilbao) se molestaron, tan siquiera, en revisarlos. Quizá no era aritméticamente necesario para nada porque no eran determinantes o decisivos como para variar asignación de escaños alguna. Quizá no propusieron ninguna revisión debido a, de haberlas, las notas internas de sus Interventores. Ciertamente, no lo sé, pero, unos 600 votos nulos son muchos votos nulos como para no hacer una seria reflexión ya que nada tienen que ver con la “baja participación”. Y ello es debido a que son votos de electores que, evidentemente, sí participaron.
Me explico. En este caso, como en de cualquier otra formación política que obtenga de forma explícita demasiados votos nulos (más a su respectivo candidato que a la sigla política propiamente dicha), se traduce en que esos votos nulos los han emitido unas y unos ciudadanos que no pasaban casualmente por allí. O sea, que ese tipo de votos no suelen ser decisiones de última hora ni tampoco se “decoran” en la cabina de la mesa electoral. Son votos nulos premeditados que ya vienen “elaborados” desde la casa del elector y dentro de su correspondiente sobre. Que nunca metan esos votos nulos en el saco de la “baja participación”. Personalmente, de tener algún tipo de responsabilidad política en cualquier formación afectada, me lo haría mirar y, después, reflexionaría con humildad sobre el porqué de sus posibles orígenes. No sé por qué me temo que con listas abiertas se reduciría exponencialmente ese número de votos nulos.
Todo esto, perfectamente podrían ser 'cosas mías' (una mera cuestión de percepción) pero, cuando uno hace una puesta en común sobre el particular y, generalmente, se coincide en el análisis, de la misma, tal asunto no debe ser una de mis 'marcianadas'.
El pasado 28 de mayo se convocó a la ciudadanía para ejercer su derecho a voto en las elecciones municipales y a Juntas Generales. Así, entre ese cuerpo electoral de la CAV (como entre la de cualquier otro lugar) hubo quienes decidieron participar y quienes, bien fuese por motivos reivindicativos, pereza, desinterés o descontento político, decidieron “no votar”. Así, la abstención en Euskadi se cifró en el entorno del 40% pero, como cada uno cuenta la feria como le va, nos podemos encontrar ante candidaturas a las que, de una forma u otra, dicha circunstancia les pudo beneficiar y ante otras a las que les perjudicó. Las primeras hablan de una abstención más o menos “normal” o “esperada” mientras que las segundas hablan, a modo de soniquete, de “baja participación”.
Tomando como ejemplo la Villa de Bilbao, la candidatura del alcalde Juan Mari Aburto 'dejó' por el camino la nada despreciable cifra de 17.433 votos. ¡Casi nada! Es por ello por lo que, tras la pérdida de dos concejales (de 14 a 12), dijo: “Con humildad, reflexionaremos sobre la baja participación en la ciudad”. Como se observa, asumió que ese motivo, y no otro, era el que había lastrado a los 'jeltzales' en uno de sus grandes feudos. Pero nunca habló de abstención, sino que lo tradujo insistentemente en el término “baja participación”. Y, a día de hoy, lo sigue haciendo.