Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Llorar por lo que no supimos cuidar?
España no es ajena a la ola reaccionaria que atraviesa Europa y el mundo, y de la que es un ejemplo emblemático la marcha atrás en EEUU en derechos que se consiguieron hace medio siglo, como el aborto. El Gobierno español se había convertido un poco en una isla, dentro de una Europa dominada por las derechas y las extremas derechas, en la que sólo alguna socialdemocracia sobrevivía en Alemania o Portugal.
Los partidos que conforman la coalición de Gobierno se examinan el 23J. Y defienden su legado. Si nos salimos un poco de la burbuja mediática, y vamos a las evaluaciones de los organismos internacionales, el éxito en la gestión es rotundo. A pesar de unas condiciones objetivas muy adversas, España ha avanzado casillas en prácticamente todos los ranking internacionales, empezando por el de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, en el que ha pasado del puesto 22 al 16 con el actual Gobierno de coalición. El reconocimiento de los éxitos socioeconómicos del Gobierno llega desde los lugares más insospechados, como el FMI, el BCE o el Banco Mundial. Hoy tenemos la menor inflación de los países del entorno, la energía menos cara, el mayor empleo de la historia -Rajoy soñaba con veinte millones, aunque nunca superó los 18 y hoy nos acercamos ya a los 21- y un crecimiento profundo de los beneficios empresariales. Sólo en el último año, las exportaciones de las empresas españolas han crecido un 23%.
Estos datos los intentan hacer valer los socios de la coalición, al igual que los avances logrados en derechos civiles (muerte digna, sexo consentido, derechos trans, protección animal, …), políticos (memoria histórica, reconocimiento de víctimas, protección de denunciantes de corrupción, …) y socio-económicos (ERTE, reforma laboral, subida histórica del salario mínimo, revalorización digna de las pensiones, …).
Sin embargo, hay otros elementos positivos de la acción de gobierno que pasan inadvertidos y que no son menos importantes. Me refiero a la estabilidad, a los acuerdos entre diferentes y a la paz social. La formación del Gobierno de coalición vino precedida de un período de profunda inestabilidad, con la incapacidad de conformar mayorías y gobiernos estables -cuatro elecciones generales en cuatro años-, o de renovar presupuestos en tiempo y forma -los “presupuestos Montoro” se repetían como muertos vivientes-. Con todas las limitaciones que se quiera, la actual legislatura permitió por primera vez en la historia reciente un Gobierno que no era monocolor, que se basaba en un acuerdo programático amplio y estable, que incorporó mecanismos eficientes para evitar que las divergencias lógicas derivaran en rupturas; un gobierno que supo articular en torno a sí un amplio bloque de investidura de fuerzas no reaccionarias, y que supo traer a nuestro país una paz social envidiada en nuestro entorno, empezando por nuestros vecinos del norte, cuyas calles ardían.
Si nos salimos un poco de la burbuja mediática, y vamos a las evaluaciones de los organismos internacionales, el éxito en la gestión es rotundo
Ardían como habían ardido antes las calles de Cataluña, con dos consultas independentistas celebradas con el Partido Popular en el Gobierno, llegando la convivencia a situaciones que parecían irreversibles. Pero no lo fueron. Frente al viejo “la letra con sangre entra” con que el PP abordaba la cuestión, el Gobierno de coalición consiguió calmar las calles catalanas, promover los acuerdos entre diferentes y la convivencia, e incluso sacar a las fuerzas independentistas de su ensimismamiento y llevarlas a la senda constructiva de competir por quién aportaba más en la elaboración de las leyes y de las políticas públicas.
En las próximas elecciones no sólo se enfrentan dos visiones políticas diferentes: la del Gobierno que hizo frente a la crisis con resultados que nadie cuestiona fuera de nuestras fronteras, y la de unas derechas que se negaron a colaborar en los momentos más duros; y que se dedicaron sin éxito a intentar que las organizaciones europeas e internacionales asfixiaran nuestros esfuerzos, mientras nos impedían cumplir la obligación de renovar en tiempo y forma los órganos constitucionales. Se enfrentan también dos relatos sobre la realidad: uno que obedece a parámetros objetivables y otro construido mediáticamente a partir de la simplificación y de mensajes dirigidos a las vísceras; la realidad que nos venden ciertos medios, frente a la que certifican las organizaciones internacionales y que aprecia cualquier visitante extranjero desprejuiciado.
La estabilidad es un valor que no suele apreciarse hasta que ya se ha perdido. El 23J no sólo está en juego la consolidación del crecimiento y de los avances habidos esta legislatura; también lo está la cultura de la pluralidad y de la convivencia, de los acuerdos entre diferentes y de la paz social. ¿Volveremos a los tiempos de los recortes, de la corrupción desatada y de los choques de trenes entre nacionalismos interesadamente exacerbados? Sí es así, nos tocará llorar por lo que no supimos cuidar y defender.
España no es ajena a la ola reaccionaria que atraviesa Europa y el mundo, y de la que es un ejemplo emblemático la marcha atrás en EEUU en derechos que se consiguieron hace medio siglo, como el aborto. El Gobierno español se había convertido un poco en una isla, dentro de una Europa dominada por las derechas y las extremas derechas, en la que sólo alguna socialdemocracia sobrevivía en Alemania o Portugal.
Los partidos que conforman la coalición de Gobierno se examinan el 23J. Y defienden su legado. Si nos salimos un poco de la burbuja mediática, y vamos a las evaluaciones de los organismos internacionales, el éxito en la gestión es rotundo. A pesar de unas condiciones objetivas muy adversas, España ha avanzado casillas en prácticamente todos los ranking internacionales, empezando por el de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, en el que ha pasado del puesto 22 al 16 con el actual Gobierno de coalición. El reconocimiento de los éxitos socioeconómicos del Gobierno llega desde los lugares más insospechados, como el FMI, el BCE o el Banco Mundial. Hoy tenemos la menor inflación de los países del entorno, la energía menos cara, el mayor empleo de la historia -Rajoy soñaba con veinte millones, aunque nunca superó los 18 y hoy nos acercamos ya a los 21- y un crecimiento profundo de los beneficios empresariales. Sólo en el último año, las exportaciones de las empresas españolas han crecido un 23%.