Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Opciones
El sistema político que propugnan los nuevos liberales está basado, sin que ellos lo sepan, en una frase de uno de los personajes de 'El cuarteto de Alejandría' de Lawrence Durrell. La frase en cuestión afirma lo siguiente: “Durante años uno tiene que resignarse a la idea de que la gente no se preocupa, lo que en verdad se llama preocuparse, por nuestra persona; un día alarmados nos damos cuenta de que él que no se preocupa es dios, no solo no se preocupa sino que le somos totalmente indiferentes”.
La idea es muy sencilla. La sociedad a construir por los nuevos liberales ha de ser una sociedad donde reine de nuevo la moral individualista regida por el principio básico de todos contra todos. Sin miramientos. Sin tener en cuenta a nadie más que uno mismo. Sin apenas prestar ayuda pública a los más necesitados y sin un dios protector, o sea el Estado, ya que el Estado no hace falta cuando se vive bendecido por los gobiernos que nos libran de impuestos, además de por los jueces, los empresarios, los eclesiásticos, los medios de comunicación y la indolencia de una juventud encerrada en sus cuartos con un solo juguete: las pantallas.
El sistema político que propugna la socialdemocracia, la auténtica, la que nació tras la Segunda Guerra Mundial, no la de cartón piedra donde muchos liberales se disfrazan de socialistas, está basado en una frase, sin que él lo sepa, de Antonio Machado pronunciada en su discurso en Valencia en la sesión de clausura del Congreso Internacional de Escritores en agosto de 1937. El poeta sevillano afirmó que “un adagio de Castilla reza que nadie es más que nadie, porque a nadie le es dado aventajarse a todos, pues que a todo hay quien gane, en circunstancias de lugar y tiempo y porque por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre”.
La idea también es muy sencilla. La sociedad a construir por los socialdemócratas ha de ser una sociedad donde reine de nuevo la moral solidaria regida por el principio básico de un dios protector, o sea el Estado, que reduzca los extremos de riqueza y de pobreza y donde el mérito de una vida consista en la capacidad de ponerse en el lugar del otro, aunque solo sea porque en un momento dado el otro puedes ser tú; o sea alguien con problemas económicos, de salud, de trabajo, de hastío vital o de cualquier otro desamparo. Cuando votamos, votamos por una de estas dos opciones. Ya no hay más.
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