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Que les quiten lo bailao
Desde hace cinco años, la asociación Co.CiudadaNa realiza un panel de expertos sobre la idiosincrasia de Navarra. Uno de los caracteres que se repite, año tras año, es la consideración, por parte de las personas panelistas, de Navarra como sociedad conservadora. Algo que lastra el emprendimiento y la innovación social. De hecho, Navarra es una de las economías regionales con menor tasa de emprendimiento.
En la actualidad, Navarra se encuentra inmersa en un momento político de búsqueda de acuerdo para converger en una investidura que propicie un nuevo gobierno. Un momento que se presume intenso y decisivo para el futuro político de los próximos cuatro años derivado del mandato popular del 26M.
Pero llegó San Fermín y mando parar. Así, justo antes de que empezaran las fiestas, rápidamente, se llegó a un preacuerdo programático. Para, a continuación, dejarlo en el cajón por mor de las tradiciones fiestas.
Uno no es nuevo en el ejercicio de la navarridad. Lleva muchos años en ese espacio social. Ya no me extrañan que rezos, procesiones y momenticos castas se combinen con una fiesta total, trasgresora y, a veces, salvaje. Que se vaya de uniforme en la fiesta. Tampoco me extraña que los representantes de partidos laicos, incluso anticlericales, acudan religiosamente a las procesiones. Sin embargo, que los agentes políticos frenen, durante 10 días 10, el diálogo para alcanzar un acuerdo político es algo que me sigue asombrando. Máxime cuando el tiempo para constituir gobierno está tasado. La situación no es nueva, suele repetirse; en el 2015, en el 2007… Pero los partidos no sufren la sanción ciudadana por esta actitud. A todo el mundo, le parece normal ese parón festivo. Es algo socialmente justificable. Todo puede esperar hasta que pasen las fiestas de SF.
A partir de la semana que entra los interlocutores volverán a las arduas negociaciones. Se pondrán solemnes e intensos. Subirán el tono de las declaraciones. Lo que en estos días festivos ha sido alegría y jolgorio, incluso con los competidores, se convertirá en un duro fragor. Puede parecer teatro; la vida es puro teatro. Pero en esa teatralidad está una parte de la identidad de Navarra.
Una identidad que baila al son de la tradición sanferminera. Baila al son de sus mitos, leyendas y de sus fantasmas. También de sus Fueros. Diferente letra pero con una música de otros tiempos. Ni siquiera postmoderna, más bien étnica como la de Emir Kosturica. Navarra es un espacio conservador, para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, porque el tejido social comunitario es fuerte. Para lo malo, porque nos impide abrirnos a nuevas formas sociales de manera adecuada.
Ahora, con la resaca a cuestas de los SF-2019, a cerrar gobierno o a nuevas elecciones. Pero eso sí, que nos quiten lo bailao.
Desde hace cinco años, la asociación Co.CiudadaNa realiza un panel de expertos sobre la idiosincrasia de Navarra. Uno de los caracteres que se repite, año tras año, es la consideración, por parte de las personas panelistas, de Navarra como sociedad conservadora. Algo que lastra el emprendimiento y la innovación social. De hecho, Navarra es una de las economías regionales con menor tasa de emprendimiento.
En la actualidad, Navarra se encuentra inmersa en un momento político de búsqueda de acuerdo para converger en una investidura que propicie un nuevo gobierno. Un momento que se presume intenso y decisivo para el futuro político de los próximos cuatro años derivado del mandato popular del 26M.