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La realidad es tozuda y obstinada

Iñaki de Castro

Ex secretario general de Erne —

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Definitivamente la Eurocopa de fútbol que se iba a jugar en San Mamés (La Catedral) acogiendo cuatro partidos de futbol, tres de España como local en la fase de grupos de la Eurocopa tras 53 años de ausencia en este estadio de fútbol, ha decaído por las limitaciones sanitarias impuestas por el Gobierno vasco para la aceptación de la entrada de público en los cuatro partidos que debía acoger. El enfado de todas las instituciones públicas vascas implicadas en este evento ha sido mayúsculo, pues se habían invertido 1,5 millones de euros para su organización, y obviamente se esperaba obtener una rentabilidad posterior muy superior, por lo que el mosqueo es comprensible a todas luces.

Por contra, sinceramente creo que los bilbaínos y bilbaínas deberíamos estar satisfechos con este devenir de los acontecimientos eurocoperos, pues lo que preveíamos desde un prisma estrictamente profesional nos generaba un estado de desasosiego e inquietud enorme.

Las imágenes que visualizamos en la anterior Eurocopa en Francia, concretamente en Marsella, con una batalla campal entre hinchas ingleses, rusos e incluso franceses, obligaban a plantearse muchas cosas y poner en entredicho la capacidad de una ciudad como Bilbao, para gestionar un evento de este calibre en la materia que nos ocupa que no es otra, que la de garantizar la protección y la seguridad e impedir la violencia y los desórdenes relacionados con el fútbol o derivados del mismo.

Todos teníamos absolutamente claro que en esta Eurocopa separar política y deporte era imposible. La izquierda abertzale expresó su rechazo total a que Bilbao acoja este evento, al que tildó de “colonización cultural”. Bajo el lema “Eurocopa honi ez” sectores contrarios a esta celebración llevaban realizando charlas por todos los pueblos del País Vasco y Navarra, para organizar la movilización en su contra. Alegaban que la elección de Bilbao es una muestra más de “la opresión” que sobre el Pueblo Trabajador Vasco querían ejercer España y Francia, como ya hicieron con el G7 o la Vuelta a España. Afirmaban que se impondría un estado policial: “se va a llenar de zipayos, guardia civiles y otras fuerzas policiales para proteger los intereses del poder, la burguesía y los fascistas que van a venir”. Convocaron el 28 de marzo de 2020 una manifestación en Bilbao, previo a un encuentro de hermandad en Durango, para evitar que esta ciudad se llenase de “aficiones fascistas y fuerzas policiales armadas”. El objetivo de la manifestación era movilizar a la gente de cara a la Eurocopa para crear capacidades para hacerla frente. A su vez, radicales colocaron carteles por todo Bilbao para boicotear la Eurocopa con un fotomontaje de Éric Cantoná pisoteando la cabeza a Sergio Ramos.

La última jornada correspondiente a las Eliminatorias para la Eurocopa 2020 arrojó un saldo de 234 aficionados polacos detenidos, luego de que los ultras participaran de una reyerta en Sklopje, durante la previa del encuentro que protagonizaron Macedonia y Polonia en el Grupo G. Se caracterizan por una ideología homófoba, racista y de extrema derecha y han sido protagonistas de multitud de incidentes arrasando ciudades con una violencia espectacular. No hay más que visionar en YouTube como se las gastan.

En la interlocución que manteníamos con los responsables del Departamento de Seguridad nos comunicaban que la organización en materia de seguridad pública de este evento iba perfectamente y que estaba todo controlado y nos criticaban nuestro escepticismo y negatividad al respecto. Pero es que las noticias que nos trasladaban nuestros compañeros responsables de preparar el operativo policial eran de ponernos a temblar y de preocuparnos muy seriamente por el devenir de estos acontecimientos. Quiero trasladar a todos los bilbaínos y bilbaínas, haciendo un ejercicio de responsabilidad, nuestra más sincera preocupación por la incompetencia de nuestros responsables políticos y la absoluta falta de previsión ante la grave amenaza de serios altercados de violencia que se producirían en esas fechas. Resulta insostenible que los policías vascos tengan que poner en peligro su integridad física constantemente a la hora de desempeñar su actividad profesional, por esa falta de previsión, medios y estrategias, con las que desde la dirección política se abordan estos hechos. Los deseos impiden ver la realidad que, como ya decía Aristóteles en la Grecia clásica, es la única verdad; pese a ello, y es frase del escritor y periodista Vicente Blasco Ibáñez, “algunos hombres aceptan como lógico y razonable todo lo que conviene a su egoísmo, colocándolo por encima de la realidad”; es decir, por encima de la verdad.

A ellos les corresponde establecer los criterios a seguir y las líneas de actuación para garantizar la seguridad ciudadana. Como siempre, están dando un enfoque a la función policial primando el modelo de “policía por consentimiento” muy cómoda para ellos, pero un auténtico desastre para los policías vascos y por extensión para la seguridad ciudadana de todo el país. Nuestra experiencia nos ha demostrado que las políticas de avestruz, a las que tan acostumbrados nos tiene los actuales dirigentes de la Consejería de Seguridad (omisión de las responsabilidades que tienen encomendadas en la garantía de la seguridad ciudadana y palpable dejación de funciones para la prevención y persecución del delito como sucedió en la calle Licenciado Pozas de Bilbao en las previas de la final de copa), son un craso error en políticas de seguridad pública y en la imagen de la Policía Vasca en nuestro caso, ya que depende directamente de la consecución de resultados, es decir, su eficacia. La Policía Vasca tiene que llevar la iniciativa en el control de la violencia y no quedarse a la expectativa de reaccionar ante sus actividades y para ello, necesitamos una posición de seguridad propia para garantizar la seguridad ciudadana durante la celebración de una Eurocopa y lamentablemente y aunque cueste reconocerlo, no es nuestro caso. La realidad es tozuda y obstinada.

Definitivamente la Eurocopa de fútbol que se iba a jugar en San Mamés (La Catedral) acogiendo cuatro partidos de futbol, tres de España como local en la fase de grupos de la Eurocopa tras 53 años de ausencia en este estadio de fútbol, ha decaído por las limitaciones sanitarias impuestas por el Gobierno vasco para la aceptación de la entrada de público en los cuatro partidos que debía acoger. El enfado de todas las instituciones públicas vascas implicadas en este evento ha sido mayúsculo, pues se habían invertido 1,5 millones de euros para su organización, y obviamente se esperaba obtener una rentabilidad posterior muy superior, por lo que el mosqueo es comprensible a todas luces.

Por contra, sinceramente creo que los bilbaínos y bilbaínas deberíamos estar satisfechos con este devenir de los acontecimientos eurocoperos, pues lo que preveíamos desde un prisma estrictamente profesional nos generaba un estado de desasosiego e inquietud enorme.