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Sumar, ante un resultado electoral insólito
Ningún sondeo de opinión ni análisis preelectoral había previsto que los resultados del 23-J pudiesen dificultar tanto formar gobierno. Descartada la opción de las derechas, la única posibilidad de evitar la repetición electoral requiere, además de mantener el bloque de investidura del 2019, desactivar la oposición de la derecha independentista catalana que representa Junts.
De momento cabe asegurar que el 23-J ha supuesto para el PP un amargo triunfo y para el PSOE una dulce derrota, saliendo reforzado el bipartidismo, a costa del retroceso de Vox y el escaso impacto de Sumar. Mientras se aclara el embrollo de intereses cruzados que jalonan el corto espacio que separa el requisito de la investidura para formar un nuevo gobierno, del bloqueo con repetición electoral, toca valorar lo ocurrido en la izquierda de la izquierda. Partiendo de lo global se llega al ámbito local, en este caso Euskadi.
El laberinto de Sumar
Sumar no ha hecho honor a su nombre. Si el objetivo era emular al Podemos del 2015 y 2016 no lo ha logrado, quedando por debajo de los menguantes resultados de Unidas Podemos en 2019. Yolanda Díaz, parlamentaria y ministra mejor valorada, no ha conseguido rentabilizar su imagen en las papeletas de voto. Ni siquiera ha superado a Vox, estando en caída libre.
El ascenso del PSOE, acierto de la perseverancia de Pedro Sánchez, impide que gobiernen las derechas. Ha sido un acto de resistencia frente a la barbarie, logrando por fin movilizar a la izquierda. Sin embargo, Sumar no ha aportado los escaños suficientes para facilitar la formación de un nuevo gobierno de coalición. Evitar la vuelta a las urnas depende ahora de un partido secesionista neoliberal dirigido desde el Waterloo catalán.
Sumar se intentó edificar sobre los escombros de Podemos. En Magariños Yolanda Díaz consideraba que no era necesaria la participación de Podemos para impulsar su proyecto de unidad de la izquierda. El planteamiento era: cuanto menos Podemos, más Sumar. La marginación se consumó con unas condiciones de integración vejatorias. En política, como en matemáticas, menos nunca puede ser más. Falta saber si se ha aprendido la lección de ese error de cálculo. Se sabrá si se renueva el Gobierno de coalición y en Sumar ocupa algún ministerio Podemos.
Dos reconocidos analistas políticos, que valoran en positivo el proyecto Sumar, opinaban al día siguiente de las elecciones en La Vanguardia. Enric Juliana: “Fue un fracaso contribuir a la desarticulación del espacio político de UP en vísperas de las importantes elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo”. Iván Redondo: “Magariños desarticuló un espacio con expectativa de 50 diputados por no integrar realmente a Podemos”. Obsérvese el detalle: ambos utilizan el término desarticular.
Sumar aspira a convertirse en referente político. Para serlo necesita, además de liderazgo y cargos públicos, estructura organizativa y militancia. Bueno es que Sumar abandone la equívoca definición de movimiento y se articule como partido. Además urge precisar las competencias y normas de funcionamiento de la coalición electoral. Podemos reclama la autonomía política reconocida a Compromís. Autonomía que también debería existir en los órganos territoriales de Podemos, si repudia el centralismo y se declara plurinacional.
El 23-J ha supuesto para el PP un amargo triunfo y para el PSOE una dulce derrota, saliendo reforzado el bipartidismo, a costa del retroceso de Vox y el escaso impacto de Sumar
Si Pedro Sánchez consigue la investidura y forma otro Gobierno de coalición, en una situación tan incierta es poco probable que complete la legislatura. En caso de haber nuevas elecciones, Sumar no debería volver a imponer listas desde Madrid. En particular en Euskadi, unas primarias descentralizadas tendrían una composición distinta a las listas precocinadas y patrocinadas del 23-J.
Sumar y el hecho diferencial vasco
El siguiente reto electoral de Sumar tendrá lugar en Euskadi; un escenario político siempre complejo. Además del doble rasero del voto dual, entre elecciones autonómicas y estatales, incide la competición por la hegemonía nacionalista. EH Bildu acorta distancias con el PNV empatando, junto con el PSE, en cinco escaños. El PNV ha perdido uno en Bizkaia, EH Bildu suma otro en Navarra. El sorpasso puede darse en las elecciones al Parlamento Vasco.
El cambio de ciclo político no se completaría de inmediato. El PNV seguirá conservando el Gobierno Vasco con el incondicional apoyo del PSE, que como EH Bildu ha salido reforzado en el 23-J. Lo sorprendente del caso es que EH Bildu sigue la estela del PNV como partido conseguidor en Madrid, sin que sus bases soberanistas penalicen la colaboración con el gobierno del estado.
Otro factor que influye en la actual trayectoria de la Izquierda Abertzale es su “podemización”. Ya no venera al pueblo trabajador vasco, se encomienda a la ciudadanía y a la gente. Falta saber qué ocurrirá cuando Sortu, pilar de EH Bildu, decida reconocer de forma inequívoca que la violencia de ETA provocó un daño irreparable e inútil. Si, como dicen, mandan embajadores a Madrid, en el futuro pueden llegar a tener ministerios.
En ese contexto tan adverso tendrán que moverse en las elecciones del 2024 Elkarrekin Podemos o Sumar, o ambos, compitiendo, en el peor de los casos, como candidaturas independientes.
El incierto futuro de Sumar en Euskadi
Es difícil prever el porvenir de Sumar y el de las organizaciones que agrupa a nivel estatal. Por contra, si cabe imaginar qué puede ocurrir en Euskadi. Los resultados de Sumar en el País Vasco han sido desoladores, conservando un único escaño de los tres que tenía Unidas Podemos. En ese negativo resultado destacan, junto al voto útil, desplazado al PSE y EH Bildu, factores internos.
La integración de Podemos en Sumar pasó por las condiciones de un armisticio. En Bizkaia, el territorio con más opciones de sacar escaño, se impuso a un candidato de Yolanda Díaz. Ese candidato marchó de Podemos al perder unas primarias en fecha tan reciente como febrero de 2020. El equipo de campaña también lo ha dirigido el grupo que abandonó Podemos Euskadi. Con esas premisas no cabía esperar una implicación entusiasta de la militancia de Podemos. De hecho, en Bizkaia apenas hubo campaña a nivel de calle.
Siendo un fracaso pasar en Bizkaia de tercera fuerza a quinta, tras perder un tercio de los votos logrados en 2019, es probable que el grupo escindido de Podemos, que ha controlado la campaña, pretenda utilizar el nombre de Sumar para presentarse a las próximas elecciones autonómicas. Obviamente no van a participar con el nombre Más Euskadi del partido de Iñigo Errejón, que en las elecciones generales del 2019 sacó 8.542 votos en Bizkaia, mientras Unidas Podemos tuvo 97.125 papeletas.
Se supone que Podemos Euskadi no aceptaría ir a las elecciones al Parlamento Vasco como Sumar en una candidatura que no haya sido elegida en primarias conjuntas, con equipo de campaña consensuado e igualdad de oportunidades en la difusión de mensajes. Cabe imaginar que esas condiciones mínimas no serían del agrado del grupo escindido de Podemos, salvo que Yolanda Díaz pudiese volver a designar cabezas de lista.
La unidad de la izquierda no nacionalista vasca la representa hoy Elkarrekin Podemos. Si algún grupo pretende identificarse como Sumar, excluyendo a los demás, en las elecciones autonómicas podría haber dos listas, sin que por el momento quepa precisar cómo se denominarían ni que organizaciones las integrarían, pues IU y Equo harían sus cálculos antes de posicionarse por una de las dos opciones. Lo único seguro es que ambas candidaturas fracasarían, que en Euskadi se resquebrajaría la confluencia de izquierdas y que todo el entramado de Sumar se vería afectado, pues el resultado de sumar con signos opuestos es restar.
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