La primarias de Podemos Euskadi no han resuelto ningún dilema, persiste la indeterminación y la perplejidad. Ha votado poca gente y se confirma que el nuevo coordinador autonómico es el candidato oficialista, pero como no tiene mayoría en el Consejo Ciudadano la partida acaba en tablas. Compartiendo el fracaso de la escasa participación, ninguna de las dos listas que competían para renovar la dirección puede atribuirse el triunfo. El aspecto positivo de tanta incertidumbre es que obliga a funcionar por consenso, favoreciendo el reparto de tareas y la democracia interna.
De unas 20.000 personas inscritas, figurando como activas alrededor de 5.000 con derecho a voto, en las primarias al Parlamento Vasco del 2020, cuando perdió la lista promovida por el entonces Secretario general Lander Martínez, se emitieron 2.830 votos. En 2024 bajaron a la mitad, 1.395 votos. Ahora solo han participado 863 personas, repartiendo los apoyos casi a partes iguales. Richar Vaquero logra el cargo de coordinador general con 17 votos más que Miren Echeveste. En el Consejo Ciudadano ocurre lo contrario: la candidatura de Echeveste supera en dos puestos a la de Vaquero.
La limitada participación viene acompañada de una cifra significativa de votos en blanco: el 8,8% en la coordinación autonómica, equivalente a la secretaría general en otros partidos. Las personas no vinculadas a ninguna candidatura, agrupadas en la denominada lista blanca, tenían escasas opciones de entrar en el Consejo Ciudadano. La excepción ha sido Ana Viñals, concejala de Bilbao. Su presencia en el órgano de dirección de Podemos Euskadi puede facilitar la colaboración entre los dos bloques que lo integran, aunque en la actualidad no haya barreras ideológicas infranqueables, como ocurría con la división entre pablistas, errejonistas y anticapis.
Una correlación de fuerzas tan igualada en el Consejo Ciudadano, pendiente de la incorporación de un tercio de sus miembros en representación directa de los Círculos, es una oportunidad, más que un obstáculo. La necesidad de tomar decisiones por unanimidad refuerza la unidad, facilita la participación de la militancia, posibilita el protagonismo colectivo y dificulta el individualismo.
Sin embargo, en Podemos, como en cualquier partido, ha arraigado más el vicio del dirigismo personal que la virtud de la responsabilidad compartida. Dos días después de conocerse el resultado de las primarias, antes de constituirse el Consejo Ciudadano, Maite Gartzia se presentó en sociedad con el título de coordinadora general adjunta. Cargo que debería haber ocupado la cabeza de lista de la otra candidatura, Miren Echeveste, si no hubiese apostado sólo a ser coordinadora, renunciando a formar parte del Consejo Ciudadano, en teoría un órgano de dirección equivalente al Comité central en otros partidos.
La urgencia de designar a Maite Gartzia coordinadora adjunta puede estar relacionada con el hecho de haber formado parte del Consejo de dirección cesante. Tal vez la concejala de Errenteria sea el eslabón que lleva hasta Richar Vaquero como candidato oficialista. La intromisión de dirigentes de Podemos en las primarias es un fenómeno constatable. La hipótesis del continuismo estuvo en la prensa durante toda la campaña. Así lo contaba elDiario.es el 8 de diciembre: “El partido decide ahora entre el juntero por Bizkaia Richar Vaquero, continuista con la actual dirección, y la portavoz por Gipuzkoa, Miren Echeveste. La formación intentó construir una candidatura de unidad alrededor de Vaquero pero las negociaciones no fructificaron...”.
La promoción más efectiva fue un mensaje difundido en redes: “Hoy Richar Vaquero, nuestro candidato a coordinador general y juntero en Bizkaia ha estado en el Parlamento Europeo para que la propuesta de parar el proyecto del Guggenheim tenga voz en Europa”. El texto incluye la foto del candidato junto a Irene Montero, añadiendo la consigna: “Por una Euskadi verde y sostenible vota GERTU”. El 14 de diciembre Europa Press lo confirma: “Los candidatos oficialistas se han impuesto en las primarias de Podemos para elegir coordinadores autonómicos en Andalucía, Euskadi, Castilla La Mancha...”
En Podemos los documentos que presenta la candidatura ganadora del cargo de coordinación pasan a ser oficiales en su ámbito territorial, siempre que no vulneren la normativa estatal. Como no podía ser de otra forma, el documento organizativo defendido por Richar Vaquero proclama:“El Consejo Ciudadano de Euskadi es el órgano encargado de debatir, decidir y ejecutar la dirección política de Podemos siguiendo con la línea estratégica general de Podemos”.
En cuanto al Consejo de Coordinación, equivalente a la comisión ejecutiva en otros partidos, se especifica: “Será nombrado a propuesta de la coordinadora autonómica o del coordinador autonómico entre las personas electas por la Asamblea Ciudadana Autonómica, y ratificado por el Consejo Ciudadano Autonómico”. Hasta ahí coincide con el texto del equipo anterior, omitiendo una clausula esencial: “Las personas integrantes del Consejo de Coordinación de Euskadi podrán ser cesadas por el Consejo Ciudadano de Euskadi”.
No obstante, la capacidad revocatoria del Consejo Ciudadano figura entre sus competencias: “Nombrar y sustituir a las personas que conforman el Consejo de Coordinación de Euskadi. Aprobar o rechazar la propuesta de presupuestos (...). Nombrar y sustituir a las y los responsables de las secretarías y áreas”.
Para que Podemos Euskadi recupere implantación institucional, arraigo social y vuelva a ser el referente de la izquierda transformadora vasca, es preciso asegurar la estabilidad, la armonía interna. Esa tarea prioritaria concierne a Richar Vaquero, en tanto que coordinador general. El resultado neutro de las primarias demanda un reparto igualitario de cargos y responsabilidades. Si la composición del Consejo de Coordinación no fuese paritaria en cuanto a género y entre las dos listas, el Consejo Ciudadano podría negarse a ratificarlo. Consciente de la situación, 10 días después de publicarse el resultado de las primarias, sin haberse reunido el Consejo Ciudadano, Richar Vaquero reconocía en El Correo la necesidad confluir: “Obviamente tendremos que negociar e intentaremos proponer un Consejo de Coordinación que aglutine a todos”.
Funcionar por consenso es una condición necesaria para iniciar la recuperación. Optimizando los recursos humanos del partido se refuerzan las fortalezas y se intensifican la oportunidades. Falta hará en la actual situación de aislamiento y soledad. Esa realidad es reconocida en el documento político: “Así que, con las heridas recientes y los enfrentamientos y sus repercusiones haciendo eco, no vemos posibilidades en el corto plazo de reeditar ningún acuerdo”.
La candidatura de Richar Vaquero proclama en su documento organizativo: “La figura de la Secretaría de organización es de suma importancia”. Y por ese motivo:“La secretaría de organización requiere de dedicación exclusiva”. En Podemos se ha desempeñado esa tarea compatibilizándola y supeditándola a los cargos públicos. En ese aspecto, si algo se puede valorar en el PNV es el acierto de separar la representación orgánica de la institucional.
El nuevo coordinador general debería dedicar su actividad y capacidad política en exclusiva, de forma plena y absoluta, a reflotar Podemos Euskadi. Tomando como punto de partida la constitución del Consejo Ciudadano, antes de formar el Consejo de Coordinación. Atendiendo a la militancia que reclama convocar una Asamblea Ciudadana, un congreso con capacidad decisoria, para afrontar las incertidumbres de un futuro sumamente incierto.
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